Lo que quiere la derecha latinoamericana
Emir Sader*
La derecha latinoamericana vivió momentos de euforia, con la victoria de
Estados Unidos en la Guerra Fría, la desaparición de la Unión Soviética y el
triunfo de la democracia liberal y del modelo neoliberal. La vieja derecha
oligárquica buscaba renovarse con tesis liberales de mercado en contra del
Estado, de los partidos y de los movimientos populares. El neoliberalismo
intentaba hacer que la derecha, que siempre había representado el pasado,
tratara de aparecer como “lo nuevo”, el futuro, la superación de un pasado donde
la derecha se sentía descolocada.
Para América Latina ha significado la proliferación de gobiernos que venían
de la más rancia derecha, así como otros originarios de fuerzas de origen
nacionalista y otros que venían de la socialdemocracia, asumiendo la nueva
figura neoliberal. Parecía borrarse la demarcación entre derecha e izquierda,
convergiendo en un modelo único de dictadores como Pinochet, nacionalistas como
Menem y socialdemócratas como Fernando Henrique Cardoso. El pensamiento único se
traducía en gobiernos únicos.
La derecha española los inspira |
Las crisis mexicana de 1994, la brasileña de 1999 y la argentina de
2001/2002 han liquidado precozmente esa euforia de la derecha latinoamericana,
que fue seguida por la elección de gobiernos antineoliberales. La derecha, que
pretendía reinar soberana por mucho tiempo, dejó flancos abiertos a partir de
los cuales se fue reestructurando la izquierda latinoamericana.
La creencia de que la retirada del Estado de la economía, la centralidad
del mercado, el control de la inflación serían suficientes para la legitimidad
de nuevos tipos de gobierno en el continente fracasó. No se daban cuenta de que
el principal problema de los países de la región es la de-sigualdad social y que
la falta de avances en ese plano impediría la consolidación de esos
gobiernos.
Fue lo que pasó con gobiernos elegidos con la bandera del control de la
inflación, que en general han logrado reelegirse en base a ese impulso, hasta
agotarse, fracasar y ser derrotados. Fue lo que pasó en Argentina, en Brasil, en
Uruguay, en Venezuela, en Ecuador y en Bolivia.
Desprevenida, la derecha fue derrotada en esos países pero, más que eso, ha
tenido que ver constituirse, consolidarse y reelegirse a gobiernos populares,
que han llenado los vacíos dejados por los gobiernos neoliberales. Y, sobre
todo, han privilegiado el tema central del continente más desigual del mundo,
con sus políticas sociales.
Para ello han recuperado el rol activo del Estado, combatido la centralidad
del mercado, elaborado políticas de integración regional y de intercambio
Sur-Sur. Como resultado, países que venían de intensa inestabilidad política,
como Bolivia y Ecuador, pasaron a tener los gobiernos más estables de su
historia. Un país como Argentina, que había sufrido la peor crisis de su
historia, en la salida de la política suicida de la paridad con el dólar, pudo
recuperarse y retomar el crecimiento económico, esta vez con gran distribución
de la renta. Brasil, sumergido en una profunda y prolongada recesión durante el
gobierno de Cardoso, retomó un ciclo expansivo de su economía, a la vez que
promovió la más profunda democratización social que el pais haya conocido.
La derecha, desplazada por esos gobiernos, entró en una desgastante crisis
de identidad. ¿Qué hacer frente al éxito de esos gobiernos? ¿Desconocer los
avances o intentar incorporarlos? ¿Prometer abandonar los cánones neoliberales o
volver a ensalzarlos, contando con un eventual olvido, por parte de la gente, de
su fracaso?
Al parecer, por el tipo de candidatura que la derecha propone en países
como Ecuador –un banquero–; Bolivia –un gran empresario–; Chile –también un gran
empresario– o jóvenes políticos proponiendo el retorno al neoliberalismo pura y
llanamente –Brasil, Uruguay, Venezuela–, le faltan ideas, imaginación y, sobre
todo, compromiso con los avances logrados y el futuro de esos países.
¿Qué es lo que quiere la derecha latinoamericana, que se empeña tanto,
valiéndose de todo lo que posee –del monopolio privado de los medios de
comunicación, del terrorismo económico, de reiteradas denuncias vacías, de
presiones internacionales– para intentar retornar al gobierno? Es evidente que
lo único que la derecha latinoamericana tiene claro es que quiere desalojar a
las fuerzas progresistas del gobierno, para abrir camino a las grandes fuerzas
del poder económico y mediático. ¿Qué harán con el gobierno? Queda claro también
que harían un proceso de restauración conservadora, retomando los planteamientos
neoliberales –centralidad de los ajustes fiscales, achicamiento del Estado y de
sus políticas sociales, reducción del perfil de los procesos de integración
regional en favor de Tratados de Libre Comercio con los EE.UU–. Esas posiciones
están en los programas de todos los candidatos de la oposición en los países
mencionados.
Tuvieron, tienen y seguirán teniendo dificultades para triunfar, justamente
porque los profundos cambios que esos gobiernos han implementado los diferencian
claramente de las fuerzas de la restauración conservadora. Podrán encontrar
caritas lindas, jóvenes, aparentemente innovadoras. Pero cargan con el pasado
neoliberal, del cual no pueden librarse.
*Emir Sader, sociólogo y cientista político
brasileño, es coordinador del Laboratório de Políticas Públicas de la
Universidade Estadual do Rio de Janeiro (Uerj). En Público.es,
14.123.2014
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