Mathias Brüggmann
Si Donald
Trump, con sus presuntas relaciones con Rusia, quisiera hacer un gran
favor a Vladimir Putin, al menos en el Golfo Pérsico tenemos una prueba.
Porque el gobernante de Rusia se ha convertido en el principal ganador
en la lucha geopolítica global, cuando el Kremlin parecía un perdedor
durante mucho tiempo.
Antes de
la estremecedora iniciativa de Trump en Medio Oriente, la situación era
la siguiente: las sanciones occidentales, impuestas en respuesta a la
anexión de Crimea, pretendían aislar a Rusia. La economía de Rusia cayó,
miles de millones de fondos de estabilización de Moscú se quemaron
rápidamente. En Siria, el último aliado de Rusia, el dictador Bashar
Assad, se vio obligado a pedir ayuda, ya que estaba a punto de ser
derribado.
Durante
el bombardeo occidental de Libia, Moscú se indignó porque el gobernante
Muammar Kaddafi fue derrocado incumpliéndose el mandato de la ONU.
Según el Kremlin, en Libia se produjo un cambio de régimen organizado
desde el exterior. Según las acusaciones de Moscú, la OTAN presionaba
cada vez más en su enorme imperio.
Vladimir
Putin estaba enojado, las relaciones con Occidente se nublaron. Ya desde
hacía más de un año, el concepto de una "nueva guerra fría" en Europa
ha seguido siendo una expresión común. Hoy en día la situación se ve
completamente diferente en parte debido a las acciones del anfitrión del
Kremlin, Vladimir Putin.
Y en
primer lugar porque adoptó la táctica, que fue utilizada con éxito por
su oponente Angela Merkel, y que ahora también le ha beneficiado:
esperar y dejar que los demás lo descubran.
Esto
junto con varios pasos independientes activos, ha llevado a Rusia de
nuevo, ya apuntado por historiadores, políticos y algunos políticos
occidentales, a posiciones dominantes en la jerarquía global. Y su
importancia continuará creciendo… gracias a Trump.
Probablemente,
en realidad, nunca se demostrará la intervención de los hackers rusos
en el curso de la lucha preelectoral de Estados Unidos con el objetivo
de llevar a Trump al poder. Así como la suposición, que sigue siendo un
tema exclusivo de la CNN, de que ciberdelincuentes de Rusia
falsificaron informes en el sitio web de la agencia de noticias Qatar de
tal manera que otros países del Golfo Pérsico aislaron al pequeño país.
Por eso
es que los EE.UU. y Europa se han peleado tan apasionadamente por la
situación en el mundo árabe. El Jefe de la Casa Blanca realizó su
primer viaje al Palacio Real de Arabia Saudita. En Ryad, Trump elogió
con entusiasmo a los déspotas, sin darse cuenta de que debido a su
conducta obstinada eran a menudo los culpables de los disturbios en la
región, que fueron denominados "primaveras árabe".
Mientras
que en Riyad Trump estaba bailando una danza árabe con sables, las
agencias de inteligencia occidentales acusaban a los líderes del Islam
sunita de apoyar a los grupos salafistas, el financiamiento de mezquitas
radicales en Europa y el patrocinio de los criminales que cometieron el
11 de septiembre los ataques terroristas del World Trade Center en
Nueva York.
Trump,
con su política, dividió a los árabes, que de hecho querían unirse
contra Irán. Y apoya a aquellos que dependen del ejército y no de la
diplomacia, aunque la alianza sunita bajo el liderazgo de Arabia Saudita
solo ha ganado repetidamente la batalla con un enano, desde el punto de
vista militar, Yemen. Y eso con la ayuda y el apoyo logístico y de
inteligencia de los EE.UU., Gran Bretaña e Israel. Trump ha encendido
una llama peligrosa, y Putin se está calentando las manos con ella.
Cuando
Occidente quiso aislar a Rusia, China e Irán estaba del lado de Moscú.
Desde que los militares llegaron al poder en El Cairo, Rusia es de nuevo
un socio deseado en Egipto.
El actual
conflicto en el Golfo Pérsico está llevando al Kremlin a aterrizar no
solo en Qatar, que ya se ha dotado de un gran paquete de acciones de la
gigante petrolera rusa Rosneft. Turquía, miembro de la OTAN, se apartó
de Europa en esta disputa. Las sanciones contra Rusia nunca han tocado
la realmente importante industria del gas y el sistema de pago Swift
nunca ha sido desconectado. La cobardía se une a las exclamaciones cada
vez más fuertes, incluso desde Occidente, pidiendo el levantamiento de
las sanciones.
En Siria,
Rusia se puso resueltamente con Irán del lado de Assad y eso le
convirtió nuevamente en uno de los poderes decisivos en la región árabe.
A diferencia de Europa, Turquía ha visto a Rusia como un socio cercano
desde hace mucho tiempo. Irán está firmemente al lado de Moscú.
China, a
quien Trump ofendió por su actitud ante los asuntos climáticos, está muy
cerca de Putin. En Libia, las empresas de energía rusa se han
establecido firmemente de nuevo en sus posiciones desde hace tiempo y
han interactuado políticamente mucho más cerca con el nuevo régimen que
los competidores europeos. Los países del Golfo Pérsico están
políticamente divididos en este momento.
Y Trump
no puede alejarse de Rusia, cuando se trata de buscar socios para
combatir el terrorismo internacional. Hoy, a Putin se le puede
caracterizar parafraseando la cita de Julio César: Él vino, vio y conquistó.
(Trad. Olga Vladimirova)
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