Cuarenta
y dos años después de la fallida descolonización del Sáhara Occidental
por parte de España se han producido importantes movimientos en un
conflicto que permanece enquistado.
La
República Árabe Saharaui Democrática es un Estado no reconocido por toda
la comunidad internacional. Desde 1976 los promotores de su
autodeterminación tratan de salir del limbo político al que quedó
relegado en la última descolonización de África. Brahim Galli, que fue
elegido presidente del país hace menos de un año, sabe que el país está
en un momento crucial tras décadas de olvido por parte de la comunidad
internacional.
“Ha
habido acontecimientos, dificultades, pero hemos logrado hasta el
momento con ayuda de todos superar esas dificultades que hemos
enfrentado durante este corto período de tiempo”, ha señalado Galli
valorando sus primeros meses tras acceder al cargo.
No obstante, en los últimos tiempos, la tensa calma ha dado paso a una fase de turbulencias. Marruecos violó el alto el fuego el pasado mes de agosto,
superando el muro levantado entre ambos adversarios en el puesto
fronterizo de Guerguerat (al norte de la frontera de Mauritania). A este
respecto, Gali asegura que “se aprovechó el momento en que las Naciones
Unidas o la Misión de las Naciones Unidas para el referéndum del Sáhara
Occidental (MINURSO) estaba en conflicto con Marruecos”. “Marruecos
sacó del muro un contingente militar bajo diferentes excusas que no eran
reales y empezó a construir una carretera en la zona que pisarla con un
solo soldado se considera una violación del acuerdo militar”, añadió.
“Estamos preparados para cualquier eventualidad”
“El
problema de Guerguerat es sencillo y su solución entra dentro de una
cuestión mucho mayor, que es la cuestión de fondo, la solución de la
causa del pueblo saharaui. En lo que se refiere a una posible ofensiva,
nosotros estamos preparados para cualquier eventualidad”, declaró el
ministro de Defensa saharaui, Abdallahi Lehbib.
Esa posible eventualidad es también la guerra. Los jóvenes hace tiempo que presionan para renunciar al hastío y volver a la lucha armada.
Excombatientes saharauis, por su parte, nos ratifican su apuesta por la
paz siempre y cuando puedan decidir finalmente sobre el futuro de su
pueblo.
Benhdir,
veterano saharaui, sustuvo que “si no dejas al pueblo saharaui decidir
si quiere ser marroquí, ser mauritano, ser libio, ser del planeta marte o
ser saharaui, seguro que hay guerra”.
Pocos
días después de estas conversaciones, el enviado especial de la ONU para
el Sáhara Occidental dimitía tras ocho años en el cargo, incapaz
durante todo este tiempo de que las partes volvieran a negociar. Lo que
pase a partir de ahora es del todo imprevisible. Sea como sea, tanto la
paciencia como las armas están igualmente dispuestas a ser utilizadas.
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