viernes, 23 de octubre de 2015

TAMBIEN FUE CUBA

El coronel Houari Boumediene (primer plano a la izquierda), el embajador cubano en Argelia Jorge Serguera, el comandante Sliman Hoffman y al fondo, con espejuelos Gabriel Molina. Foto: Archivo
En la madrugada del 22 de octubre de 1963 arribó el mercante Aracelio Iglesias a Orán, la segunda ciudad de Argelia, al noroeste del país, para desembarcar la columna que fue transportada por vía férrea en 42 planchas y 12 vagones, unos 80 km, al fuerte construido por la Legión Extranjera en Bedeau, cerca del po­blado de Ras-el Ma.
Al adentrarse en la urbe se produjo cierta tensión al aparecer una hilera de vehículos militares franceses. No hubo incidentes, los galos se detuvieron y dejaron pasar a los cubanos. Los acuerdos de Evián, predecesores de la liberación argelina de Francia el 18 de  mar­zo de 1962, preveían esa permanencia que cesó al cumplirse el plazo acordado. La independencia de Argelia fue proclamada el 5 de julio, y Ahmed Ben Bella fue elegido presidente, con el coronel Houari Boumediene como vice, en los primeros comicios del país el 19 de agosto de 1962.
Abdelaziz Buteflika, ministro de Rela­ciones Exteriores de Argelia, llegó en la mañana del 9 de octubre de 1963 a la residencia del embajador cubano, el comandante Jorge Ser­guera. El actual presidente de Argelia, le contó que tropas marroquíes estaban a punto de invadirla. El ejército argelino carecía de tanques y otros medios para afrontar una guerra convencional.
Serguera manifestó que Cuba podía hacer llegar a Argelia tanques, cañones y su dotación. Le repitió lo que Fidel le dijo: “Para los argelinos, cualquier ayuda que necesiten...”. Buteflika informó a Ben Bella y Boumediene, quienes aceptaron sin dudarlo.
Enseguida Serguera informó a Cuba, al comandante Manuel Piñeiro. Cuando la operadora preguntó a quién dirigir la llamada y quién la solicitaba, respondió: de Raúl Perozo a Eduardo Mesa, dos guerrilleros muertos en un muy recordado combate para ambos, frente a tanques de Batista. Serguera pidió 22 “enfermeros” de Pedro Miret, con su instrumental para enfrentar una epidemia. Piñeiro, astuto jefe, comprendió. Miret era jefe de artillería. Pocas horas después Piñeiro informó: “Alejandro de acuerdo”. Serguera le expresó a los dirigentes argelinos la aprobación de Fidel.
El Ministro de las Fuerzas Armadas Re­volucionarias (FAR), comandante Raúl Cas­­tro, viajó en helicóptero a las provincias orientales de Cuba para encontrar a Fidel en la finca El Jardín, en la actual provincia de Las Tunas, donde el ciclón Flora azotaba al país. Raúl le informó de la invasión.
Tras un dinámico análisis se concentraron los esfuerzos en crear la Operación Dignidad. Se formó un Grupo Táctico de Combate y un primer Grupo Especial de Instrucción (GEI).  Se adelantó el viaje de los integrantes del Estado Mayor por vuelo que llegó a Argel el 14 de octubre, integrado por Flavio Bravo, Aldo Santamaría, Ángel Martínez, (Francisco Ciu­tat), Roberto Viera, Ulises Rosales, Pedro La­brador y Mario Alvarello.
En reunión del 9 de octubre, presidida por el Ministro de las FAR en el campamento de Managuaco, San José de las Lajas, cerca de La Habana, Raúl preguntó a los presentes si querían ir como voluntarios a una difícil misión fuera del territorio nacional. Esa misma noche fueron citados al puerto de La Habana y partieron en la madrugada del 10 unos 120 soldados y oficiales.
Tras la salida en tiempo del aseguramiento, el segundo grupo partió en el buque Andrés González Lines, una semana después. Un refuerzo salió en dos vuelos el día 22. En uno de ellos viajó el comandante Efigenio Ame­i­jeiras, quien asumiría el mando de la operación. Al Grupo Táctico de Combate se asignó el comandante Roberto Viera como segundo jefe; al capitán Ulises Rosales, jefe del Estado Mayor y al teniente Pedro Labrador de instructor.
Todo el armamento fue trasladado en los dos buques: un batallón de tanques con 22 T-34; un grupo de artillería con 18 obuses de 122 mm; un grupo de morteros con 18 piezas de 120 mm; un grupo de artillería antiaérea con 18 piezas 14,5 mm y una batería de cañones antitanque de 57 mm. El personal cubano del GEI incluía 26 oficiales, 19 clases y 640 soldados.
EN UNOS DOCE DíAS LLEGARON LOS TANQUES A ORÁN
Cuando no había aún salido el sol el 22 de octubre (hora de Argelia), arribó el primer barco a Orán, unos 12 días después que Bu­te­flika visitó a Serguera. Y el 29, llegó el segundo. Al denunciar la concentración de tropas del Rey en la frontera, Ben Bella se refirió a la delicada situación de Argelia. Hassan II, rey de Marruecos, conocía el precario armamento argelino y ordenó cruzar la frontera el día 14. Tomaron Hassi Beida, Figuig, Tindouf y Tin­djoub, a pesar de la heroica defensa argelina.
Volé por Air Algerie a Colomb Bechar, 1 200 km al sur de la capital, donde estaba instalado el puesto de mando del vicepresidente Bou­mediene. El 23 de octubre, como corresponsal de Prensa Latina, obtuvimos una entrevista, en la que el también Ministro de Defensa denunció que los servicios de Estados Unidos estaban detrás de la agresión, pues sus pilotos estaban siendo usados por Hassan II.
El coronel nos facilitó a varios periodistas llegar a Tindjoub y reportar que el 24 de octubre Argelia recuperó Hassi Beida tras cinco días de enfrentamientos.
En las arenas saharianas el doctor Julio Hernández Socarrás era uno de los 28 médicos, tres estomatólogos, 15 enfermeros y enfermeras y ocho técnicos que desde unos cuatro meses antes, el 23 de mayo de 1963, integraron la primera misión cubana de ayuda civil enviada por Fidel. Algunos fueron a la zona del conflicto armado para la asistencia a los heridos y al llegar el Dr. Pedro Rodríguez Fonseca, jefe de la misión militar con sus médicos, Hernández y los demás cooperantes regresaron a los hospitales que les habían asignado desde mayo.
EL OBJETIVO ESTRATÉGICO ERA LA IMPORTANTE CASABLANCA
“Estábamos cerca de la frontera y de Tin­douf. Preparamos un golpe por esa parte norte de la zona de combate, donde Hassan no tenía grandes fuerzas. Entraríamos por delante de los montes Atlas hasta Casablanca. La idea era pasar la frontera, avanzar de 60 a 70 km y hacer entrar allí a los guerrilleros africanos que se entrenaban en Sidi bel Abbes y Orán con anuencia argelina”, explica el hoy general de división de la reserva Ulises Ro­sales.
“La Operación se planificó para realizar un ataque simultáneo en tres direcciones: una principal con la agrupación cubano-argelina en la dirección Aricha-Berguenet; otra en Tlem­­­cen-Oudja a unos 78 km de la primera, con dos batallones de infantería argelinos y una compañía de tanques 55 de Egipto; y la tercera sobre Figuit, también con dos batallones de infantería argelinos”, nos dijo.
Después de una reunión en Colomb Be­char de la dirección militar argelina con la cu­bana, se acordó la tesis de Boumedien: to­mar territorios fronterizos de Marruecos, para si había que negociar, hacerlo desde posiciones más fuertes. Ameijeiras dijo: “no pararemos hasta Casablanca”.
“Nos encontrábamos ya en la línea de partida, preparados para iniciar la ofensiva cubano-argelina el 29 de octubre —añade Ro­sa­les—, cuando Ameijeiras informó que se de­bía esperar. Serguera había ido a Argel para informar a Ben Bella y daría la orden. Pero el Presidente le dijo: debemos esperar; mañana (30 de octubre) asistiré a una conferencia en Malí para discutir la situación con participación de Hassan II, el presidente Modibo Keita y el emperador Haile Selassie. Serguera ordenó esperar.
Más tarde Serguera informó la declaración de cese al fuego y la suspensión de las hostilidades. Al cesar el peligro Viera regresó a Cuba con la mitad del contingente. El resto de la Ope­ra­ción Dignidad continuó instruyendo a los argelinos en el uso de la técnica y la preparación combativa, bajo el mando de Ulises Rosales.
El 2 de enero de 1964, en ocasión del 5to. Aniversario de la Revolución Cubana se preparó un desfile militar conjunto con la presencia de Ben Bella, Boumediene y Serguera, en Argel. Los oficiales y soldados argelinos hicieron una impresionante demostración. El gobierno de Argelia constató que su ejército popular estaba listo para asegurar su tarea principal de defensa de las conquistas de la Revolución. El comandante Raúl Castro Ruz envió una hermosa carta de reconocimiento a cada uno de los cubanos.
El 11 de marzo de 1964 el comandante Fla­­vio Bravo entregó oficialmente todo el armamento, que fue recibido por Bou­medien y el comandante Sliman Hoff­man. El contingente permaneció hasta octubre, cuando terminó el adiestramiento y regresaron todos a Cuba. Sendas cartas de felicitación de Ben Bella y Boumedien dan fe de la satisfacción con que se ejecutó la Operación Dignidad.
La penetración fronteriza solo duró 17 días y los documentos desclasificados en estos 50 años permiten comprender cómo la valerosa resistencia argelina y la decisión cubana de enviar ese grupo de instrucción y combate contribuyó decisivamente al desenlace positivo. Las conversaciones duraron algunos me­ses en otros escenarios hasta febrero de 1964, en que se restituyeron las fronteras existentes, establecidas por la Organización de la Unidad Africana (OUA).
EJERCITOS DE BATAS BLANCAS Y DE VERDE OLIVO
La colaboración de Cuba y el África comenzó en 1961 cuando ya en Argelia se combatía al colonialismo. Esta ayuda se multiplicó a partir de la audaz secuencia de 1963. Poco después Massamba Débat, presidente de Con­­go Brazzaville, hizo una visita oficial a Argelia y durante una recepción en su honor en el Palacio del Pueblo, el presidente Ben Bella le contó sobre la reciente operación. Débat quiso conocer a Serguera. El mandatario congolés le manifestó su necesidad de armas y entrenamiento militar. En corto tiempo se materializó y siguió una saga de asistencia cubana con equipo militar soviético que alcanzó notablemente a los movimientos independentistas de Guinea Bissau, Mozam­bique, Namibia, An­gola, Zimbabwe, Zambia Sudáfrica y los amenazados gobiernos de Zaire, Etiopía y Re­pú­blica Popular de Angola, la más larga, cruenta y significativa, una verdadera epopeya que alcanzó a casi toda África subsahariana si se cuenta la ayuda civil.
Los viajes a Argel del presidente Raúl Castro y del presidente Abdelaziz Buteflika a La Habana, afianzaron más de medio siglo de cooperación entre ambos pueblos y gobiernos. Estos ejemplos emblemáticos de hermandad que dieron comienzo a una magna asistencia civil y militar a casi toda África, hicieron exclamar a Nelson Mandela en julio de 1991: “¿Qué otro país tiene una historia de mayor altruismo que la que puso Cuba de manifiesto en sus relaciones con África?”

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