viernes, 17 de julio de 2015

Época de crisis en Europa, donde el desempleo galopante puede considerarse uno de los resultados más visibles de un mal sistémico, con su abanderado de siempre: el neoliberalismo.
Programas de austeridad impuestos por los mecanismos financieros internacionales han echado por la borda las cada vez más exiguas condiciones sociales de una población que, a la par con su envejecimiento, ve ampliarse las diferencias entre los pocos que más tienen y la mayoría muy necesitada.
Ahora, algo que ya muchos denominan como un mal mayor, penetra enmascarado de promesas y en el más grande silencio posible.
Al parecer Europa no ha encontrado su verdadero rumbo y sigue apostando —salvo excepciones— a programas neoliberales y alianzas con Estados Unidos, tanto en sus prestaciones militares como en fórmulas de libre comercio.
Un nuevo fantasma la acecha. Se trata del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP), en proceso de negociación entre Estados Unidos y la Unión Europea.
Las alarmas se han disparado entre quienes ven en este mecanismo el “paso de la democracia al gobierno de las transnacionales”.
No obstante, la Eurocámara acaba de aprobar el proyecto, mientras algunos partidos políticos y fuerzas independientes se preguntan el porqué las autoridades negociadoras de las dos regiones lo han mantenido en secreto durante las diferentes rondas de discusión.
Algo que se supone un paso tan serio y que involucra a todos los europeos, solo ha sido conocido por los eurodiputados gracias a filtraciones; mientras los lobbies de las empresas transnacionales tienen participación directa en la redacción del documento a firmar.
No obstante, muchas voces del Viejo Continente ya empiezan a manifestarse contra ese Tratado y recuerdan que la misma Comisión Europea ha admitido que es probable que el TTIP provoque un perjuicio para los empleos en Europa, muy dependiente del comercio intraeuropeo.
Un estudio de la Universidad de Tufts en Estados Unidos alerta de una pérdida de 600 000 puestos de trabajo en la Unión Europea, de los que 90 000 serán de los países del sur de ese Continente, comenta Arturo Landeros, en su blog Valorando.
Los habitantes de la región no olvidan que de los 5,7 millones de jóvenes menores de 25 años desempleados en la UE, 3,6 millones viven en los 17 países que comparten el euro.
En Grecia el 59,1% de los jóvenes están sin trabajo; mientras que en España representan el 55,9 %; en Italia, 38,4 % y Portugal, 38,3 %.
A nivel global, según un informe de la ONU, la crisis financiera ha llevado a la pobreza a no menos de 200 millones de personas y los puestos de trabajo perdidos se suman por millones. De esa cantidad, unos cuantos millones son europeos.
El anzuelo en busca de presas por parte de quienes apuestan por el TTIP es el de la desaparición de los aranceles para que productos y servicios puedan ser comercializados sin trabas.
¿A quién beneficiará esta medida? Obvio que a la mayor economía del mundo, es decir a Estados Unidos.
Un marco de referencia al que pueden acudir los europeos, es el antecedente nefasto del Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con Canadá y México (TLCAN), tan dañino para la nación azteca.
Con ese Tratado, los productos transgénicos, subsidiados por Washington, penetran libremente en detrimento de la salud humana y de las producciones nacionales. Los agricultores mexicanos nunca podrán competir con los del vecino país, que poco a poco se los va tragando.
No es posible que los mexicanos obvien que gracias a ese Tratado se haya producido la quiebra del cultivo de maíz, pasando el país azteca de gran exportador del grano a importador del mismo.
Otro llamado de alerta a Europa se hace cuando se sabe que el TTIP facilitará la entrada de las empresas privadas como proveedores de servicios públicos en el contexto actual de políticas de recortes y austeridad en la región. Será algo así como darle un tiro de gracia a las ya deprimidas economías del Viejo Continente.
Al respecto, el citado investigador Arturo Landeros, advierte en cuanto a que las grandes empresas estadounidenses tienen intereses en los servicios de salud, educación y en la energía, lo que, de firmarse el TTIP, haría irreversible las privatizaciones que se han venido haciendo durante los últimos años.
En el contexto mundial actual y muy acorde con lo que se espera con el TTIP en Europa, un análisis escrito por Roberto Savio en IPS, refiere que el informe Perspectivas de la Economía Mundial, publicado este mes por el FMI, confirma que las consecuencias del colapso del sistema financiero, que comenzó en el 2008, siguen siendo graves.
La propia institución financiera ha impuesto en todos los países del Sur el consenso de Washington, básicamente una fórmula de austeridad sumada al libre mercado a toda costa, apunta el analista.
Ahora, cuando el TTIP se negocia a espaldas de los ciudadanos europeos, muchas miradas se dirigen hacia México y a las consecuencias dejadas allí por el TLCAN que, entre otros males, ha llevado a la bancarrota a las pequeñas empresas y a los cultivos agrícolas tradicionales.
Europa, con el ejemplo negativo de estos antecedentes, debe protegerse ella misma, cuidarse del fantasma que la acecha, para que esos países, hoy inmersos en crisis económicas y sociales, puedan hacer un alto en su deterioro y no dejarse llevar por los cantos de sirena de tratados que agudizarán aun más su actual situación.

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