La batalla contra las estatuas de colonizadores británicos en Sudáfrica
Tras semanas de manifestaciones, un movimiento de estudiantes
sudafricanos logra la retirada de la figura del colonizador y empresario
Cecil Rhodes de la Universidad de Ciudad del Cabo
A las espaldas de Cecil John Rhodes pesan miles de muertes de africanos que mandó asesinar por su deseo de explotar África
"¡Que te jodan Rhodes! fuera de nuestras vidas, en estas calles y en este país no hay espacio para asesinos", son algunos de los gritos lanzados por los estudiantes durante su retirada
A las espaldas de Cecil John Rhodes pesan miles de muertes de africanos que mandó asesinar por su deseo de explotar África
"¡Que te jodan Rhodes! fuera de nuestras vidas, en estas calles y en este país no hay espacio para asesinos", son algunos de los gritos lanzados por los estudiantes durante su retirada
"¡Que te jodan Rhodes! fuera de nuestras vidas, en
estas calles y en este país no hay espacio para asesinos", grita una
estudiante sudafricana mientras tira un bote de pintura contra la
estatua posada en la parte trasera de un camión. Después de semanas de
protestas la estatua de Cecil Rhodes, colonizador y empresario
británico, fue trasladada el pasado jueves desde la Universidad de
Ciudad del Cabo (UCT) a un lugar aún por determinar.
Desde primera hora de la mañana se percibía que esta sería una jornada
movida. Emoción y muchos nervios entre los alumnos y algunos profesores
que llevan un mes luchando para que la figura que rinde homenaje al
legado del imperialismo abandone el lugar donde lleva 86 años. Como dice
un estudiante de Derecho, "no ha sido fácil, los que continúan pensando
que Rhodes hizo grandes cosas por este país son pocos, pero muy
poderosos".
A las espaldas de Cecil John Rhodes
(1853–1902) pesan miles de muertes de africanos que mandó asesinar por
su deseo de explotar este continente. El político británico organizó un
ejército de mercenarios que utilizó para colonizar Zambia y Zimbabue,
impuso las costumbres británicas y arrasó culturas locales. En poco
tiempo se hizo millonario con las explotación de las minas de diamantes.
Por este tipo de cosas, Rhodes es uno de los personajes más odiados en
el sur de este continente.
Organizados alrededor del movimiento Rhodes must fall
(Rhodes debe caer), estudiantes, trabajadores universitarios y
simpatizantes portan camisetas y pancartas con lemas como: "El
sufrimiento negro no se vende", "descolonización ya", "nuestra voz debe
escucharse", "haciendo historia, no destruyéndola" o "por Thomas
Sankara". La imagen recuerda a las manifestaciones que vivió este país a
principios de los noventa con el ascenso de Mandela y el fin del
apartheid, o a las protestas por la igualdad racial en Estados Unidos en
los años sesenta.
Los
operarios de una empresa local comienzan los trabajos para despegar la
estatua de su base. La grúa eleva la figura del magnate de los diamantes
y un multitudinario grito de jubilo invade el campus de la UCT. El
equipo de rugbi, formado mayoritariamente por blancos, que entrena a
cien metros de las protestas, para el juego y mira como en lo alto de
las escaleras la figura del colonizador británico comienza a despedirse
de la universidad.
Cuando
la estatua es colocada en la parte trasera del camión, jóvenes negros,
blancos, indios y mulatos aplauden y se abrazan. "¡Victoria histórica!"
—dicen unos— "no buscamos venganza, pero no olvidamos", grita otro.
Varios estudiantes se suben al camión. Cuelgan una soga al cuello de C.
Rhodes, le arrojan pintura roja y blanca, y golpean con palos la estatua
metálica.
El camión,
custodiado por la policía, que decide no intervenir, empieza a abandonar
el campus universitario. Mientras la mayoría permanece celebrando la
victoria, un grupo de jóvenes acompañan a la estatua tratando de
dañarla. En sus caras se percibe un tremendo odio y rabia.
"Ahora comienza la verdadera revolución"
Se eleva el tono de las consignas entre este grupo: "una bala para cada
colono", "ahora comienza la verdadera revolución, a por ellos". En la
salida del campus varios estudiantes se sientan en la carretera para
evitar que el camión avance, no quieren que la estatua abandone la
universidad hasta ser destruida. Temen que sea recolocada en otro lugar
público para continuar glorificando a este personaje.
Finalmente, un grupo de alumnos calma a los más enojados y el camión se
aleja. Todo el grupo que acompañó a la estatua hasta las puertas del
campus vuelve cantando canciones que reivindican la igualdad racial y
demandan mejoras para las clases más oprimidas.
Llegan al lugar en el que desde 1934 estuvo la estatua de Rhodes y la
multitud les aplaude. Bailes, cánticos y abrazos para celebrar la
victoria. Muchas fotografías para recordar el momento y algunas
lágrimas.
Dos jóvenes se
abrazan y recuerdan entre sollozos las historias que le contaban sus
padres, el sufrimiento, explotación y humillación de la comunidad negra
durante tanto tiempo. "No podemos mirar al futuro si los que defendieron
la supremacía de la raza blanca y nos esclavizaron presiden nuestras
calles y plazas", dice una de ellas.
¿Y ahora, qué? Chumani Maxwele, el activista que hizo estallar las
protestas tras ser sancionado por arrojar excrementos sobre la estatua
en señal de denuncia, lo tiene claro. "Esto es solo el comienzo.
Queremos que esta victoria se traslade a otras partes del país y la
igualdad real entre razas se lleve a todos los ámbitos de la sociedad.
Esta victoria será decisiva para empezar a abordar los problemas que de
verdad tiene el sistema educativo universitario y esta nación".
Solicitan mayor presencia de profesores negros
En la agenda del movimiento Rhodes must fall
está la retirada de todos los símbolos que representen el periodo de
colonización. También exigen cambios en los planes de estudios para que
se de mayor protagonismo a la historia y asuntos africanos. Demandan
mayor presencia de profesores negros (67% de los docentes son blancos en
un país donde representan el 10% de la población total), así como la
adopción de medidas efectivas para garantizar que las clases más
oprimidas puedan acceder a una educación de calidad.
Algunos representantes del rectorado de la Universidad se dejaron ver
en las manifestaciones y apoyaron la retirada de la estatua, pero ahora
piden a los alumnos que vuelvan a las aulas para poder recuperar la
normalidad. La dirección de la institución, a través de su vicerrector
Max Price, se ha comprometido a concluir este año la revisión del resto
de estatuas, nombres de edificios y otros símbolos presentes en el
campus, y a incluir en el debate sobre la reforma de los planes de
estudio vigentes las reclamaciones de los estudiantes.
En las próximas semanas sabremos si el movimiento Rhodes must fall
y sus demandas cuajan y se extienden a otras universidades de
Sudáfrica; o si por el contrario la causa y sus objetivos quedan
diluidos con el paso del tiempo.
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