La Iglesia aportó 400 capellanes para acompañar la lucha antisubversiva
INTIMIDADES DEL GOLPE.
Entre la dedicación exclusiva al vicariato de Bonamín y la función mixta
que ejercía Tortolo, como vicario y arzobispo, radica la confirmación
del papel central que jugó el provicario castrense. El detalle está en
su agenda personal, donde Lede y Bilbao descubrieron su desempeño para
"contener las internas militares para la guerra antisubversiva y abogar
por la unidad de los militares. Se lo puede ver a Bonamín en todos sus
actos y alocuciones abogando por esa unidad para enfrentar al enemigo. Y
eso también aparece en sus diarios, donde Bonamín se destaca no sólo
porque en su ideario lo teológico y lo militar está muy sintetizado,
casi mejor que ningún otro obispo en el país, sino porque además era uno
de los jefes de la institución que articulaba las relaciones entre las
FF AA y la Iglesia, pero también entraba al gobierno como interlocutor".
Con semejantes funciones a su favor,
Bonamín refleja en sus diarios personales la importancia que tuvo el
Operativo Independencia, la ofensiva militar promovida por las Fuerzas
Armadas que lanzó el gobierno de Isabel Perón en 1975 para "combatir a
la guerrilla". A partir de esa intervención militar antes del golpe,
comienzan a llegar los "problemas de conciencia" por la utilización de
la tortura y la violación de prisioneros. "A fines del 75 comienza a
aparecer la muerte y la tortura en sus anotaciones. Sobre todo porque
vienen los capellanes a contarle que hay intranquilidad de conciencia en
la tropa o porque el mismo asiste a algunas unidades militares y los
directores le piden que les dé una conferencia para abordar este
problema. Así empiezan a aparecer en su diario los títulos de
conferencias de adoctrinamiento que funcionaron como instancias de
formación y también de legitimación religiosa de la violencia: "Religión
y combate", "Matar en combate", "Visión teológica militar", "Criterios
sobrenaturales al accionar de los militares" y "Administradores de la
fuerza"", detallan los investigadores.
Los adoctrinamientos oficiales de la
Iglesia en Tucumán para 1975, que surgen del diario personal de Bonamín,
luego se extenderían al resto del país durante el golpe. "En un momento
entiende que tienen que "aunar criterios los capellanes" y entonces
organiza reuniones de los capellanes con Tortolo, para fomentar la
justificación teológica para que se muevan con la misma línea
discursiva", cuenta Lede sobre los diarios, donde Bonamín escribió las
quejas de algunos capellanes, especialmente uno de Córdoba, que le
advirtió que "están actuando por mano izquierda" en referencia a las
violaciones y torturas atroces.
Antes del derrocamiento de Isabel Perón,
Bonamín tejía el golpe en sendas reuniones. En cada una de ellas, según
su propio puño y letra, hablaba de "la situación", como una forma de
cifrar en silencio la marcha del golpe que, en algunas páginas vaticina
para el 3 de marzo y otras para algunos días después.
Página por página, Bonamín anota los
detalles de sus aportes para la conspiración. El 17 de noviembre de 1976
escribió: "promuevo una reunión de comandos militares y el secretario
general para el problema "seguridad en la casa fría estirada" luego
invitamos a monseñor Graselli por el problema que nos crean los que
acuden a él por presos políticos, etcétera", en directa referencia al
Operativo Independencia, su aplicación, y a monseñor Emilio Grasselli,
ex secretario de la vicaría castrense y capellán militar, cuya
indagatoria fue solicitada a la justicia acusado de desorientar
"dolosamente" a familiares de desaparecidos.
En otra oportunidad, Bonamín refleja que
las visitas a las unidades militares tenían un cometido amplio. "En la
Escuela de Infantería Campo de Mayo, invitado por el director coronel
García. Debía ir para cenar y luego entretenerme 15 minutos con la
Compañía 'General Paiva' que se está entrenando tipo comando para la
lucha anti guerrilla, aguerridísima! Pero me encontré con que toda la
escuela estaba esperándome para una conferencia en el salón. Improvisé
sobre religión y combate. Después sí, cena y 'buenas noches' (tema
pedido: matar en combate) (Hay intranquilidades de conciencia) De
regreso salimos cerca de las 23."
Otros tramos reflejan el poder de la
vicaría castrense. El 6 de febrero de 1976, 45 días antes del golpe,
registra: "Gral. Buasso, vino a saludar a Monseñor Tortolo, de paso
quiso conversar conmigo 'sobre lo que va a pasar'. Conveniencia seria de
prevenir a la Santa Sede por si son detenidos algunos sacerdotes." La
referencia confirma la estrecha comunicación con el Vaticano, incluso
para advertir la detención de sacerdotes. O de otras personas, como el
ex ministro de Isabel, Antonio Cafiero, que había sido nombrado
embajador ante el Vaticano un día antes del golpe. El 14 de abril, entre
otras reuniones, Bonamín recuerda que "Nunciatura pide transmitir al
Almirante Massera no encarcelar al ex ministro Cafiero."
"Después comprobamos que ese mismo día
detuvieron a Cafiero según se desprende de su autobiografía", cuenta
Bilbao para mostrar la profundidad del entrecruzamiento que hicieron a
partir del propio trazo de Bonamín, una prueba irrefutable, y en primera
persona, de una relación casi promiscua entre la Iglesia y las Fuerzas
Armadas que deja en evidencia el enorme silencio que todavía guarda su
episcopado, especialmente "porque muchos de esos 400 capellanes siguen
vivos y sin decir una palabra", recuerdan los investigadores mientras
muestran orgullosos el espejo más incómodo que tiene la Iglesia sobre su
relación con la dictadura. Y en primera persona.
Durante los cinco años que duró
investigación de Ariel Lede y Lucas Bilbao sobre los diarios de Bonamín,
las pruebas siempre estuvieron a disposición de organismos de Derechos
Humanos y de la justicia. En este tiempo han abierto una y otra vez las
páginas de esos diarios manuscritos para que familiares e investigadores
puedan acceder a elementos que les permitan conocer la verdad. De ese
modo, el material ya aportó datos en la investigación judicial por el
asesinato del obispo de la Rioja, Enrique Angelelli, y también por la
desaparición de un familiar del propio Bonamín, un caso donde ambos
autores declararon a instancias del fiscal federal Gonzalo Stara. "El
sobrino nieto de Bonamín fue fusilado, militaba en la JUP y se llamaba
Luis Anselmo Bonamín. En sus diarios el provicario enumera a quiénes les
preguntó para saber quién lo mató. Buscó junto al padre del muchacho, y
la apreciación de la familia es que fue la policía de la provincia",
explican los dos jóvenes mientras dialogan con Tiempo Argentino en un
bar de La Plata y reivindican las investigaciones de Emilio Mignone
(Iglesia y Dictadura) y Horacio Verbitsky como bases indispensables para
su trabajo, que será publicado en breve.
–Luego del recorrido que han
hecho, ¿qué opinan de los pronunciamientos del Episcopado para promover
aportes de información a la justicia?
Lucas Bilbao: –Dicen que no pueden volver sobre lo que hicieron sus hermanos mayores, pero este material nos lleva a preguntarnos cómo podían no saber. El documento demuestra que no se pudieron poner de acuerdo. Adentro del Episcopado no hay acuerdo para que estos temas sean revisados. Ahora la estrategia va por planteos individuales, pero vale la pena preguntarse qué católico que haya apropiado a un hijo de desaparecidos, por mas católico que sea, va a aportar información.
Lucas Bilbao: –Dicen que no pueden volver sobre lo que hicieron sus hermanos mayores, pero este material nos lleva a preguntarnos cómo podían no saber. El documento demuestra que no se pudieron poner de acuerdo. Adentro del Episcopado no hay acuerdo para que estos temas sean revisados. Ahora la estrategia va por planteos individuales, pero vale la pena preguntarse qué católico que haya apropiado a un hijo de desaparecidos, por mas católico que sea, va a aportar información.
Ariel Lede: –La Iglesia todavía tiene
una primera fuente en vida, que son los capellanes militares que aún
viven, empezando por monseñor Grasselli y siguiendo hacia abajo en la
jerarquía. El Episcopado tiene los recursos no sólo para convocar a los
católicos, sino a sus propios capellanes para que aporten los datos,
porque el diario de Bonamín confirma que saben mucho. Varios de los
capellanes que están mencionados están vivos. Creo que esta nueva
estrategia de la Iglesia, que es brindar algun tipo de colaboración
luego de escandalosos treinta años, carece de cualquier pedido de
colaboración a los victimarios, porque la información de por sí es
escasa, sobre cosas que las querellas y los fiscales ya conocen. Están
brindando información poco relevante pero además, la Iglesia se centra
en las víctimas y no en los victimarios que salieron de sus propias
filas. Entregar a los capellanes a la justicia es la apuesta que no se
atreven a jugar y, si eso no está, lo demás es poco y nada.
–¿Como impactarán en el clero estas revelaciones del diario?
AL: –Nosotros pensamos que este material tiene una gran diferencia con hallazgos anteriores. Ha sido escrito en primera persona, es incuestionable e imposible de desmentir, pero ante la aparición de otros documentos la respuesta siempre ha sido el silencio y hacer como que no conocieron nunca la noticia. No tenemos mucha confianza de que puedan decir algo públicamente, pero lo que sí sabemos es que muchos obispos van a tener que ir a buscarse. Así es que suponemos que van a comprar el libro para buscarse a ver si hay algo comprometedor. Quizás lo encuentren.
AL: –Nosotros pensamos que este material tiene una gran diferencia con hallazgos anteriores. Ha sido escrito en primera persona, es incuestionable e imposible de desmentir, pero ante la aparición de otros documentos la respuesta siempre ha sido el silencio y hacer como que no conocieron nunca la noticia. No tenemos mucha confianza de que puedan decir algo públicamente, pero lo que sí sabemos es que muchos obispos van a tener que ir a buscarse. Así es que suponemos que van a comprar el libro para buscarse a ver si hay algo comprometedor. Quizás lo encuentren.
–En el caso de Angelelli, asesinado en agosto del '76, ¿qué hallazgos encontraron?
–Los obispos renovadores Angelelli, Ponce de León y Jaime de Nevares son los tres casos que aparecen reflejados en los diarios de Bonamín de un modo conflictivo. No hay opiniones, pero se puede extraer lo mismo que dijo el fallo de la justicia riojana por Angelelli, el nivel de participación en la preparación del asesinato y en la generación de condiciones propicias para asesinar a un obispo de la Iglesia católica. Lo que refleja el diario es su justificación de esta exacerbación, desde un punto de vista religioso, que derivó en su asesinato.
–Los obispos renovadores Angelelli, Ponce de León y Jaime de Nevares son los tres casos que aparecen reflejados en los diarios de Bonamín de un modo conflictivo. No hay opiniones, pero se puede extraer lo mismo que dijo el fallo de la justicia riojana por Angelelli, el nivel de participación en la preparación del asesinato y en la generación de condiciones propicias para asesinar a un obispo de la Iglesia católica. Lo que refleja el diario es su justificación de esta exacerbación, desde un punto de vista religioso, que derivó en su asesinato.
–¿Cuántas unidades militares visitó Bonamín en esos dos años?
AL: –Fue a cien unidades repartidas en 14 provincias. Alrededor de 15 fueron centros clandestinos entre abril y diciembre del '76. La dictadura no habría alcanzado los niveles de legitimidad que tuvo para hacer esto si no fuera por la voz y la acción de la Iglesia. En este caso, la Iglesia católica fue el sostén, fue a la par y, en algunos, casos dirigió acciones.
Claudio Mardones DEL AL: –Fue a cien unidades repartidas en 14 provincias. Alrededor de 15 fueron centros clandestinos entre abril y diciembre del '76. La dictadura no habría alcanzado los niveles de legitimidad que tuvo para hacer esto si no fuera por la voz y la acción de la Iglesia. En este caso, la Iglesia católica fue el sostén, fue a la par y, en algunos, casos dirigió acciones.
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