domingo, 1 de junio de 2014

LA MILICADA BRAZUCA NO BAILABA SAMBA

Plan Cóndor

Plan Cóndor: ex mililtar brasileño admitió haber colaborado con la dictadura argentina

Un mes antes de morir, víctima de un robo en su casa, el coronel retirado del Ejército Paulo Malhães confirmó, en testimonio ante la Comisión de la Verdad, que colaboró con la dictadura militar argentina que, incluso, lo condecoró.

.

"Descubrí que había un montón de argentinos paseando por Río de Janeiro, disfrutando de la vida. Algunos eran exiliados políticos por la ONU, otros no. Entonces, mandé fotografiar a todo el mundo. `Quiero a esos tipos fotografiados. No sé quiénes son, no quiero que sepan quiénes son. Solo quiero fotografías de ellos`", dijo el coronel según el texto publicado este viernes (30) por la Comisión, durante el encuentro mensual para rendir cuentas de sus actividades.
En su testimonio, reproducido por las agencias ABR y Brasil247, Malhães afirmó que militares argentinos identificaron a todas las personas buscadas y señalaron dónde se encontraban.

"Me volví famosísimo en Argentina por eso, me dieron una medalla", dijo el coronel.
Ambas dictaduras formaban parte del Plan Condor, por el que las gobiernos militares de entonces en el Cono Sur intercambiaban información y prisioneros.

En su primera declaración, en febrero, Malhães ya había admitido a la Comisión haber creado y supervisado un centro clandestino de torturas en Petrópolis, estado de Río de Janeiro, conocido como Casa de la Muerte.

Entre los muertos, cuyos cuerpos nunca fueron encontrados, está el del diputado Rubens Paiva, desaparecido en 1971.
De acuerdo con la Comisión, Malhães consideraba la Casa de la Muerte un laboratorio clandestino fuera de las zonas militares. Para el coronel, eso le permitía actuar de manera más libre y violenta en el aspecto psicológico.

"Habría que ser un lugar tranquilo, silencioso e insospechado. La existencia de la casa de Petrópolis solo fue denunciada por el hijo del dueño del edificio. Si no fuera así, nadie se enteraría", reveló Malhães.

En su testimonio, el coronel también confesó que el Ejército usaba una técnica para ocultar los cuerpos, que consistía en arrancar la arcada dental de los presos, sacarles las yemas de los dedos y cortarles el vientre antes de meterlos en bolsas impermeables y tirarlos a un río en la región montañosa de Río de Janeiro. De esa manera, los militares consideraban imposible localizar e identificar a las víctimas.

El torturador reveló aún que se hizo amigo del expresidente Emílio Garrastazu Médici (1969-1974): "Médici me mandaba llamar. Yo iba al palacio. Ya almorcé con él. Él me preguntaba: `¿Qué le parece?`. Yo le decía: "`¿Quiere que yo me encargue de eso? Puedo resolver ese problema`, `Vale, Malhães, resuélvalo`", contó.

Malhães, de 74 años, murió durante un aparente asalto: los supuestos ladrones irrumpieron en su casa, ubicada en un suburbio de Río de Janeiro, y robaron computadoras y armas.

En la casa también se encontraba la esposa de Malhães, quien dijo que ambos fueron amarrados en habitaciones distintas y que no supo en qué momento fue muerto su marido, que según la policía fue asfixiado. En el entierro, el sábado, un documento indicó que el ex militar pudo haber muerto por un ataque cardíaco.

Malhães reconoció en marzo al declarar ante la Comisión Nacional de la Verdad, que investiga las violaciones de derechos humanos durante la dictadura, que participó en detenciones ilegales y torturas y ofreció estremecedores detalles sobre los tormentos a que eran sometidos los adversarios al régimen.

Una de las víctimas de Malhães pudo ser el diputado Rúbens Paiva, muerto durante la dictadura y cuya hija Vera Paiva aseguró que está convencida de que el asesinato del militar tuvo como único objetivo el de callar su voz.

"Fue una `quema de archivos`", declaró Vera Paiva al diario O Día, y afirmó que el asesinato de Malhães prueba que la "dictadura no acabó" y que agentes del antiguo régimen se mantienen activos y pretenden impedir que se reconstruya la "verdad histórica".

Recordó además que, en 2012, cuando comenzaba a funcionar la Comisión Nacional de la Verdad, fue asesinado en un supuesto asalto el coronel Julio Miguel Molina Días, también implicado en el secuestro y muerte del diputado Paiva, ocurrido en 1971.

La Comisión Nacional de la Verdad, constituida en 2011 por el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, ella misma presa y torturada durante la dictadura, también exigió que el asesinato de Malhães sea debidamente esclarecido.

El coordinador de la comisión, Pedro Dallari, pidió que la Policía Federal se ocupe de las investigaciones y consideró que "no se puede descartar" que la muerte del militar esté vinculada al testimonio que ofreció sobre los tiempos de la dictadura.

Ex agente del Centro de Informaciones del Ejército, Paulo Malhães fue el primer militar a confesar, en testimonio presentado el día 25 de marzo ante la Comisión Nacional de la Verdad, que torturó, mató y enterró los cuerpos de presos políticos durante la dictadura militar.

En su declaración, afirmó que no se arrepentía de nada y detalló cómo funcionaba la llamada Casa de la Muerte, conocido centro clandestino de torturas en Petrópolis, región serrana de Río de Janeiro, donde se estima que unas 20 personas fueron asesinadas.

Malhães también dio su versión sobre el operativo del Ejército para investigar la desaparición de los restos mortales del diputado federal Rubens Paiva.

La Comisión de la Verdad no descarta la posibilidad de que la muerte del coronel esté relacionada con las revelaciones que brindó a la Comisión.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario