lunes, 17 de junio de 2013

EL SIONISTA QUE ENSEÑO AL CHE

“Yo le di al Che Guevara el primer libro de marxismo”

Por Luis Sartori

Luchador. Se conocieron en el secundario y no se vieron más. A los 20, él salió al mundo sin un peso. En Nueva York hizo fortuna. Y volvió para educar líderes –desde niños– en la ética.
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¿Cuál fue aquel primer libro que le prestaste a Guevara?

No era El Capita l. Era de Engels. No me acuerdo el nombre.
¿Por qué lo tenías y por qué se lo recomendaste?

Yo estaba metido en un movimiento sionista y socialista. Y estaba recibiendo lecciones de materialismo histórico.
---------------- En junio de 1950 –cuatro años después de aquella revelación doctrinaria al Che, y a cinco de una peritonitis que casi lo mata– Adolfo Neufeld conoció el mar en Santos. Había decidido nacer de nuevo, reinventarse y lanzarse al mundo. Sin un peso; rumbo: Nueva York. Hijo de judíos pobres (madre polaca, padre húngaro), nació en La Plata y a los 5 lo llevaron a Unquillo, el pueblo serrano de Nalbandian. Pero la secundaria la cursó en el Deán Funes de Córdoba capital, donde conoció a Ernesto Guevara, dos años mayor y tan asmático como él. Adolfo estudió medicina (tres años) para curarse la enfermedad; y para eso después le apuntó a Nueva York. Tardó dos años en llegar. Fue enfermero en el Bronx, mesero en Wall Street y hombre sandwich en la calle. A los 9 meses se embarcó a Europa. Visitó parientes en Suiza, conoció París. Para testear su sionismo, se zambulló de polizón en un barco del flamante Estado de Israel que hacía la ruta Marsella-Haifa: otros 9 meses en los que le contó las costillas al país, pasó hambre, pescó en barcos italianos y durmió en ómnibus estacionados con la puerta abierta. También fue preso una semana por querer salir de polizón (dos décadas más tarde volvería, de voluntario, a la Guerra de Yom Kipur, y llegaría hasta el frente de combate en un Subaru rojo de su hermana, sin armas...). Al final, un amigo le dio una mano y en el 53 –en un petrolero– regresó al país y a Córdoba. Pretendía estudiar Filosofía y Letras, se espantó con el segundo peronismo y las cátedras católicas. Rumbeó otra vez al norte: Caracas, de nuevo por la costa brasileña. Empezó vendiendo cepillos y a los tres años acumulaba un capital de 300 mil dólares.
“Siempre fui buen vendedor” , acepta. Vivió después en Trinidad y Tobago, Puerto Rico y Miami antes de enraizarse –por 29 años– en su meca: Nueva York. Arrancó vendiendo artesanías haitianas en madera, se recicló en diseñador de artículos de cuero que hacía confeccionar en Ubrique (Andalucía). Hasta que le eligieron un maletín para el Museo de Arte Moderno (MOMA). Y de ahí a la fortuna: su diseño para guardar el celular “ladrillo” de Motorola, en el 83, con un pedido inicial por 1.250.000 dólares. Tuvo tiempo de abrir un “café latinoamericano”: actuaron María Elena Walsh y Alberto Castillo, en la 55 y 5ª avenida, pero “perdía de noche lo que ganaba de día” . Después vendrían contratos de maletines jamesbondianos para la DEA, el FBI y la CIA (¡si lo hubiera visto el Che!).
--------------- ¿Cómo se conocieron con el Che?

En el Deán Funes había clases de moral, pero era religión católica. Yo había entrado en primer año y él ya estaba en tercero. Con una carta de los padres, había la opción de no asistir a esas clases. Sus padres, por principio, escribieron la carta porque no querían que lo indoctrinaran ; y mis padres, por ser judíos. Nos reuníamos en un patio del fondo del colegio, de tierra, y charlábamos. Y compartíamos el inhalador para el asma.
¿Cómo eran esas charlas?

No tan profundas. El Che era un muchacho ambicioso y superficial.
¿Por qué?

El quería hacer algo grande. Pero no estaba seguro si ir a Hollywood y volverse actor de cine, o liberar el mundo. Lo que lo volvió izquierdista fue el primer viaje de motocicleta, cuando vio en Guatemala a los mercenarios de la CIA atacando a Arbenz, que era el presidente.
Pero llegaron hasta Engels.

Hablábamos también de literatura: yo ya escribía. Los dos habíamos leído El alma encantada , de Romain Rolland, que le gustó mucho. Y empecé a contarle de lo que yo estaba indoctrinado , un movimiento judío sionista-socialista. Se interesó.
Si querés te presto un libro , le dije. A los pocos días lo había devorado, no paraba de hablar del tema y me preguntó si tenía El Capital de Marx.
----------------- En el 95, Adolfo de retiró y se trasladó con su tercera esposa y su hijita de 3 a Ginebra. Y al cabo de 12 años en Suiza, este diseñador intuitivo y escritor vocacional –que adora el folklore, habla seis idiomas, disfruta y sufre por River, suma tres divorcios, corre dos veces por semana y se considera un luchador “casi” obsesivo en pos de la educación (incluyendo la propia) y del dinero “como medio de independencia” – se reinstaló en 2009 en la Argentina con un sueño intrépido.
---------------- ¿Por qué volviste?

Vine con intención de dividir en tres mi dinero: un tercio para darme todos los gustos, un tercio para repartirlo entre mis tres hijos, y un tercio para hacer obra social. Mi plan arranca con una escuela primaria de artes y oficios en un lugar pobre, con la intención de crear líderes. Buscar chicos con un cierto nivel de inteligencia o de capacidad de liderar, pero dándoles prioridad a los carenciados.
¿Y cómo seguiría ese plan?

Con la escuela secundaria y la academia de conducción. La intención es que ese grupo crezca y adquiera una reputación como Academia de Condición Etica . Y que esa gente, especialmente los que se dediquen a la política, tal vez formen un partido nuevo de aquí a 15, 20 años.
Hablás de una conducción ética.

Etica es honesta, bienintencionada para los demás, con una inclinación interior para beneficio del prójimo más que para el propio. Para dar.
¿Qué significa dar, para vos?

Por ahí tengo un libro de Borges, que dice “dar es recibir”.
Porque el que da está recibiendo lo que da. Das con amor a los demás y también amor a ti mismo. Respeto a los demás y respeto a lo que deseas. Es satisfacer la conciencia. Es como compartir: yo esta casa la tengo abierta a todos mis amigos. El que necesita un auto, agarralo y llevalo . Siempre dije que compartir justifica poseer más que los demás.
¿Tenés cargo de conciencia por haber hecho dinero y vivir bien?

No, para nada. Me lo gané, nadie me dio nada, es todo mi trabajo. Lo de dar es porque tengo más de lo que necesito. Pero no porque tenga un cargo de conciencia. Sino la conciencia de la obligación de dejar el mundo un poquito mejor de lo que lo encontraste. Por lo menos en tu entorno.
¿Con qué clase de país soñás?

Con una Argentina parecida a la que soñaba Frondizi. Con un cierto nivel de igualdad social, sin pensar en “la” igualdad social porque eso es una utopía y va contra la naturaleza humana, desde mi punto de vista. Porque somos diferentes y tenemos ambiciones diferentes.
Ese es el sueño, ¿y lo posible?

Se plantan las semillas, yo no voy a estar pero a lo mejor lo veo en camino. Todas las cosas grandes nacieron de una utopía. Ya el jardín (en la Villa 31, con 8 aulas y 120 chicos) era una utopía y en poco tiempo lo hicimos.
¿De qué tipo de personas aprendiste más en tu vida?

De los que saben, y saben que saben. Es parte de un viejo proverbio. Y completa: ellos son los sabios, sígueles.
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