La
palabra sioux lakota takini significa "morir y volver", pero a menudo
se la traduce simplemente como "sobrevivir". Es una palabra sagrada que
desde hace mucho tiempo ha estado asociada con la matanza perpetrada
por los soldados del Séptimo Regimiento de Caballería de EEUU contra
una multitud de hombres, mujeres y niños lakotas desarmados, en el
invierno de 1890.
Wounded Knee fue llamada la
última batalla de la guerra de Estados Unidos contra sus pueblos
originarios. Pero no fue una batalla, fue una masacre.
Las tropas del ejército
interceptaron y detuvieron a un grupo de varios cientos de lakotas bajo
el liderazgo de Big Foot, un jefe de los sioux mnicoujou, mientras
estos se dirigían desde la Reserva del Río Cheyenne hasta la Reserva de
Pine Ridge en busca de provisiones y resguardo. Después de pasar una
noche bebiendo, en la mañana siguiente cuando los chaquetas azules
estaban desarmando a los guerreros lakota cuando se escapó un tiro. Los
soldados abrieron fuego con sus fusiles Hotchkiss. Murieron, al menos,
150 lakotas, otros estimados ascienden a 300 o más.
Nuestra lucha para
sobrevivir como pueblo continúa hasta hoy, para preservar no solo
nuestra cultura y nuestro lenguaje sino también nuestra historia y
nuestra tierra. Aunque actualmente vivo al oeste de la Reserva Indígena
del Río Cheyenne, crecí en Pine Ridge, con mi gente oglala, a pocas
millas de Wounded Knee. Un miembro de mi familia sobrevivió la matanza;
todos los demás murieron.
La matanza todavía despierta
una gran emoción en todo nuestro pueblo -recuerdos de cuerpos helados
en formas retorcidas, de aquellos que fueron perseguidos y asesinados
mientras escapaban, y de aquellos que huyeron, en el frío glacial, por
las planicies azotadas por el viento. Esas historias, transmitidas por
nuestros antepasados, viven en nosotros.
Una historia que recuerdo
con nitidez me la contó cuando yo tenía 8 años una anciana muy mayor,
cuya madre había sobrevivido la matanza de pequeña. La madre de la
anciana le contó que, cuando comenzaron a volar las balas, su madre la
protegió con su cuerpo. En ese momento, un joven guerrero a caballo pasó
al galope y la tomó en sus brazos alejándola del peligro. Cuando la
niña miró atrás, vio a su madre caer con el pecho destrozado por las
balas. Dijo que siempre recordaba el sabor salado de las lágrimas. La
anciana me contó esto después de que yo volteara un salero. La sal
estaba por siempre asociada con su madre.
Hay muchas historias como
estas. El poder espiritual de Wounded Knee explica porqué miembros del
movimiento indígena americano tomaron el sitio en 1973 para llamar la
atención sobre las injusticias económicas y culturales cometidas contra
nuestros hermanos y hermanas de los pueblos originarios.
Ahora, nuestro legado está
en peligro de reducirse a una transacción inmobiliaria, otro lote de
nuestra tierra rematado al mejor postor. Los gritos de los asesinados
todavía resuenan en las colinas -los gritos que recordamos en nuestros
corazones cada día de nuestra vida. Pero quizás sean finalmente
ahogados por los bulldozers y el tintinear de las monedas del comercio.
El sitio Wounded Knee pasó
del control del pueblo oglala a manos privadas, mediante el proceso
conocido como parcelamiento, que comenzó a fines del siglo XIX, en el
cual el gobierno federal dividió la tierra entre los indígenas y
entregó otras parcelas a individuos de afuera de la comunidad. El
objetivo era transferir el control de nuestras tierras del colectivo a
individuos, y enseñarles a los lakotas y a otros pueblos originarios el
concepto foráneo de propiedad privada. Para nosotros, esta medida fue
simplemente otra forma de robo.
El dueño del sitio de
Wounded Knee, que posee el título de propiedad del lote de 40 acres
desde 1968, quiere venderlo por 3.9 millones de dólares. Si los oglalas
de Pine Ridge no lo compran antes del primero de mayo, será rematado.
La Reserva Indígena de Pine
Ridge es uno de los lugares más pobres de EE.UU., y los oglalas están
plagados por deudas, por lo que será muy difícil conseguir esa cantidad
de dinero. Muchos ancianos preguntan, con razón, por qué tendrían que
pagar. El gobierno federal debería comprar este terreno y el presidente
Obama debería ordenar que se lo preserve como monumento nacional -como
lo hizo el mes pasado con cinco sitios federales en el país, incluyendo
uno en Maryland en honor de Harriet Tubman y el Underground Railroad.
El sitio de la masacre tiene
un significado de gran importancia no solo para el pueblo lakota sino
para todos los pueblos originarios y los habitantes del país. Wounded
Knee debe continuar siendo un sitio sagrado, en el que las voces de los
danzantes de los espíritus, que hace más de un siglo danzaron por el
regreso de las viejas formas de vida, sigan resonando entre los pinos;
en el que los espíritus de los mayores sigan caminando por las colinas;
y en el que takini conserve su significado: la supervivencia de la
memoria colectiva.
(*)
Jefe Joseph Brings Plenty, ex director de la Tribu Sioux del Río
Cheyenne, enseña cultura lakota en la Escuela Takini de la Reserva
Indígena del Río Cheyenne. En "Bitácora" de Montevideo.
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