viernes, 8 de marzo de 2013

HUGO GUEVARA

Hugo Chávez y las tradiciones

Con Símon Bolívar como primera referencia, Chávez hizo de la historia una forma de justificación propia y al mismo tiempo de recuperación monumental del pasado para hacerla presente, desde el presente. Esa conciencia histórica también se valió del pensamiento y la práctica de otros referentes latinoamericanos que, gracias a su relectura, volvieron de lleno a un presente novedoso para Venezuela y América Latina.
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Exuberante, extrovertido, siempre sonriente, alegre, locuaz, híperexpresivo, expansivo, carismático, vibrante, incansable. Así se lo veía en público a Hugo Chávez Frías, el hombre que hace 15 años quebró la influencia absoluta del Consenso de Washington y el neoliberalismo en Sudamérica. Era un militar de piel oscura, algo poco común para las Fuerzas Armadas rioplatenses, acostumbradas a oficiales inmigrantes de Europa, pero solía vestir de casaca colorada para recordarle al mundo que el socialismo andaba con ganas de revivir de alguna u otra manera. El presidente venezolano fue sin dudas un líder carismático. En otras épocas lo hubieran tachado de “caudillo” pero ese término hoy entró en desuso. Hoy la acusación más usada es la de liderazgo populista acompañado de calificativos como autoritario, antidemocrático y demagogo. Y sin dudas, Chávez, integra esa lista de “conductores fuertes” que caracterizan la cultura política latinoamericana.
"El presidente Chávez hizo de la historia una forma de justificación propia y al mismo tiempo de recuperación monumental del pasado para hacerla presente, para que interpele el presente."

Indagar sobre la razón por la cual en Latinoamérica los sectores populares tejieron alianzas con liderazgos carismáticos para enfrentar a los estatus quo liderados por oligarquías locales que decidían gobernar en beneficio de sus propios intereses económicos. La fuerza de la legitimidad popular obtenida por esos líderes rupturistas tensionaron los límites de las institucionalidades de los países en los que podían acceder al poder. Estirar los límites de las democracias liberales conservadoras y no participativas requirió de un entramado de participación popular muy sólido y al mismo generaba el escándalo en las elites políticas desplazadas de maneras heterodoxas.
Surgidos de ese magma, formados por las alianzas populares, esos líderes representan también un ideario que puede resumirse en mayor o menor medida de la siguiente manera: a) inclusión política, económica y cultural de los sectores populares, b) apelaciones nacionalistas y antiimperialistas y c) latinoamericanismo como utopía. En este sentido, sus identidades políticas micro podían ser desde el marxismo al indoamericanismo sin dejar de lado el nacionalismo popular, que, entre otras expresiones, puede incluir al radicalismo, el Peronismo, el cardenismo o el velazquismo peruano.

El presidente Chávez hizo de la historia una forma de justificación propia y al mismo tiempo de recuperación monumental del pasado para hacerla presente, para que interpele el presente. Esa conciencia histórica profundizó su propia construcción como líder latinoamericano. Simón Bolívar fue su primera referencia, la más importante. El americanismo y el antiimperialismo de Bolívar, le permitió a Chávez forjar su propia legitimidad.

En esa construcción, Chávez también recorrió otras sendas de latinoamericanos célebres. No son lo mismo, claro. Incluso puede haber diferencias y contradicciones entre ellos. Pero el recientemente fallecido presidente venezolano ya transita el camino de aquellos que desearon una Patria Grande: José de San Martín, Manuel Belgrano, José Gervasio Argtigas, José Martí, Manuel Ugarte, Augusto César Sandino, Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Juan Domingo Perón, Salvador Allende, Néstor Kirchner, entre tantos otros.

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