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Rafael Reig
Foto: cortesía del escritor
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Sergio Torrijos – laRepúblicaCultural.es
Tenemos la suerte de contar con Rafael Reig que nos presenta su nueva novela Lo que no está escrito obra que reseñamos no hará muchas fechas.
Reig es escritor de recorrido, son ya varias publicaciones en su
haber, pero sobre todo es reconocido por su labor en prensa, columnista
comprometido y siempre sorprendente puesto que aborda los temas a su
libre albedrío. ¿Un libertario? Es posible, mejor sería definirlo como
un alma juguetona, simpática y juiciosa.
El novelista es interesante, la persona más, en cada renglón de la
entrevista se puede atisbar a alguien que apetecería conocer o al menos
es mi opinión. Disfrútenla.
Háblanos sobre quién es Rafael Reig.
Qué sé yo. Siempre repito esa frase de Juan Benet: “si no fuera por los demás, ¿qué sabríamos de nosotros mismos?”.
Así que debo de ser todos los que soy para alguien: un padre
insoportable, un novio cascarrabias, un amigo divertido pero demasiado
juerguista, un escritor tolerable… en fin, una multitud.
Eres columnista de un periódico, estás por lo tanto
involucrado en el azar diario del país, ¿qué queda de esa actividad
diaria y la literatura?
La literatura, el menos para mí tiene relación con la vida diaria.
Si no trata de lo que nos pasa todos los días, ¿qué interés tendría
leer? Así que me interesa el mundo, lo que sucede, y por eso escribo en
los periódicos; y también me interesa explicarme y explicar a otros
cómo veo la realidad, y por eso escribo novelas.
¿Cómo ve la literatura un hombre como tú?
Para mí es una pasión que requiere mucha precisión. Al leer hay que
ser cuidadoso, siempre con papel y lápiz al lado y diccionarios y mapas
cerca. Al escribir también, pero además hay que ser tenaz, casi
testarudo, hacer un gran esfuerzo para llegar a comprender qué era lo
que querías decir.
¿Qué es la modernidad en la novela?
Nada. La modernidad no existe. Hay modas en literatura y son
importantes: ya había modernos en tiempos de Berceo y siempre hay una
literatura que se llama moderna, pero eso no significa nada, son modas
como la longitud de las faldas. Lo menos importante en una novela es lo
que rinde tributo a la modernidad o a la moda
¿Cómo es de azarosa la vida del novelista?
En el terreno laboral, un poco, salvo que tenga otro empleo. Los
demás vivimos de los bolos, de las charlas, de las visitas a institutos,
de los artículos y de esas cosas. Por lo demás no es nada azarosa. A
diferencia de la poesía, para escribir una novela hay que pasar
muchísimo tiempo sentado escribiendo. La vida de un novelista, al menos
la mía, se beneficia mucho de la rutina, de los horarios fijos, de la
disciplina lo más rígida posible.
En la novela que hace poco hemos reseñado coqueteas con el
género negro, es más la novela tiene parte de literatura de ese tipo,
¿para cuando una obra negra?
¿Sólo negra? Lo dudo. A mí en efecto me gusta coquetear con los
géneros, pero de ahí a casarse con ellos hay un trecho que no sé si
quiero recorrer. Prefiero la promiscuidad. Tengo la sensación también
de que el género es un vehículo, pero lo valioso de la novela es hacia
dónde quieres llegar con ella, no la clase de vehículo en la que te
desplazas.
Gustas de retorcer tramas y personajes, ¿por qué?
Porque la realidad, al menos en mi experiencia de ella, nunca es
lineal, avanza en zig-zag, y no resulta inteligible a primera vista,
hay que dar muchas vueltas y hasta palos de ciego en la vida para llegar
a comprender algo.
¿Qué prefieres lo que se dice o cómo se dice?
No me parece que se puedan separar. No hay forma y fondo, son lo
mismo. A veces en clase hago tres dibujos en la pizarra, un cuadrado, un
triángulo y un círculo, y pregunto a los estudiantes cuál de ellos es
un OVNI. Siempre eligen el redondo. ¿Por qué, si en su vida han visto
un OVNI? Pues porque el fondo, el OVNI, va unido en nuestra imaginación
a la forma de platillo volante, no es concebible que sea triangular.
En la novela hablas de lo que es un narrador pero ¿qué tipo de lector buscas?
A ser posible lectora. No, en serio, lo que me interesa es el lector
corriente, en el supuesto de que algo así exista. Lo que a mí me
gustaría es que esas personas que leen ocho o diez libros al año leyeran
uno mío.
¿Te gustaría ser un novelista de cabecera para minorías?
En absoluto, a mí me gustaría ser un novelista devorado por los
lectores. Alguien como fue en su tiempo Blasco Ibáñez o Galdós, por
ejemplo.
En los tiempos del fenómeno Grey qué crees que puede decir un tipo como tú a través de sus libros.
Lo mismo que sin el fenómeno ese. Siempre hay algún fenómeno por
ahí, pero hay lectores, muchos por suerte, que prefieren que una novela
les sorprenda.
¿Cuál de tus novelas recomendarías encarecidamente a un desconocido?
La última. Lo que no está escrito.
¿Qué nos espera en el futuro del escritor Rafael Reig?
Creo que una larga novela, un intento galdosiano de contar la vida
de una sociedad a través de personas de carne y hueso y en periodo
dilatado de tiempo. Creo, pero ya veremos, nunca se sabe: uno se sienta a
la máquina con una idea y acaba no se sabe dónde. Guimaraes Rosa
hablaba de que, si quieres cruzar un río, lo haces, pero sales en la
otra orilla en un sitio mucho más alejado de lo que pensabas. Claro,
porque al cruzar te empuja la corriente. Pues en ese sentido escribir
una novela es como cruzar un río.
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