viernes, 14 de diciembre de 2012



Iñaki Anasagasti

Iñaki Anasagasti

Senador del PNV por Vizcaya.

Vascongadas está tranquila, señora baronesa

Una de las cosas que me han llamado la atención de estos días de incendios de todo tipo, políticos por supuesto, ha sido el silencio hispano hacia lo que ocurría en Euskadi. El miércoles, debate y votación en el Parlamento vasco; el jueves elección de Iñigo Urkullu como quinto lendakari. Y con debates donde ha intervenido la izquierda aberzale y el PP y el PSE y hasta UPD haciendo normal lo que es normal a nivel de calle.

Y con las consabidas manifestaciones sociales en la puerta del Parlamento. Pero no ha sido noticia ni el debate, ni la confrontación de portavoces y candidatos, ni el programa, ni las intervenciones. Nada de nada. Si preguntamos en Madrid que pasa en Euskadi, nos contestarán. "¿Pasa algo?". Pues sí, pasa mucho. Y es que la normalidad se hace dueña de la vida política, algo soñado por generaciones que cuando acaba de llegar, nadie la aplaude, nadie la valora.
Iñigo Urkullu escucha el discurso de la candidata de EH Bildu, Laura Mintegi, el jueves en el Parlamento vasco. AFP / RAFA RIVAS 

Por una parte está bien. La normalidad no suele ser noticia. Lo es Wert con sus provocaciones, lo es Rajoy por sus incumplimientos, lo es Díaz Ferrán por sus robos, lo es Cervera por su odisea de panchito, lo es la familia de Pujol por las arremetidas que le está haciendo 'El Mundo', lo es Pepiño Blanco por su casa, al parecer mal pagada, lo es el Athletic por perder ante el Eibar, lo son los sanitarios y educadores por su huelga, pero no lo ha sido la normalidad de que a un lendakari socialista le sustituya uno del PNV, tras un período de tres años y medio. Y con toda el agua que corrió bajo los puentes. Y con todas las limitaciones presupuestarias, pagas de navidad incluida, producto de una crisis salvaje.

Si no corre la sangre

¿La razón?. No ha habido atentados y ETA ha decretado su cese definitivo de las armas. Parecería que para que lo vasco sea noticia hace falta que la sangre corra. Lo demás, no lo es. Y como digo, por una parte está bien, por la otra es algo anómalo que no ocasione en Madrid la menor reflexión ni sea noticia, al primarse más la política espectáculo, o la política confrontación que la política resultados y gestión. Que esto ocurra dentro de tres años, se entiende. No ahora. Y para colmo Euskal Telebista pone el mismo día el telemaratón como para decirnos que es más importante una colecta popular (muy respetable), que se podía haber hecho otro día, que lo que le va a ocurrir al país los próximos cuatro años. Con semejante criterio de pez, no nos extrañe que la política esté como esté.
Así como la presunción de inocencia no existe en España, tampoco se valora el trabajo bien hecho y sobre todo la normalidad. En el fondo este es un rasgo de sociedad inmadura que no sabe poner las cosas en su sitio y por orden. Pero ¡qué se le va a hacer!
La noticia es que Euskadi no es noticia. Y para que lo sea tiene que haber o algún atentado o que un elefante le pise el pie al lendakari.
Mejor. Así, con el trabajo sordo y diario, cuando los de la adormidera despierten se preguntarán: ¿Pero qué ha pasado aquí?. Pues muy sencillo. Mientras vosotros perdíais el tiempo con lo secundario nosotros abordábamos los problemas de raíz para darle solución. Y así nos va de bien.
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