Siria
Por Santiago O’Donnell
Llega al e-mail un documento de la embajada de Siria, enviado por la agencia de noticias estatal de ese país, SANA, y refrendado por una carta adjunta firmada “Jefe de Misión en Buenos Aires, Adnan Assad”. Da cuenta de la versión del gobierno sirio de los sucesos que vienen sacudiendo a ese país en los últimos meses. Una versión completamente distinta de la que viene apareciendo en los medios internacionales más reconocidos, que dicen que el régimen presidido por Bashir al-Assad (foto) reprime con masacres un levantamiento popular inspirado en la Primavera Arabe. La versión siria, tanto por lo que dice como por lo que no, ayuda a entender un poco más lo que pasa en un país donde el libre acceso les estaría vedado a los periodistas internacionales y por lo tanto escasea la información verificable.
El documento de cinco carillas con membrete de la embajada arranca con un reconocimiento: hubo manifestaciones, hubo descontento. En el relato oficial, así empezó la cosa: “La República Arabe Siria ha sido testigo, desde mediados de marzo de 2011, de un número limitado de manifestaciones en diferentes provincias del país. Las demandas de los manifestantes eran legítimas en ese momento, y tuvieron una inmediata respuesta por parte de los dirigentes políticos. Se tomó también la iniciativa de responder a estas demandas mediante la adopción de varias medidas, como ‘el levantamiento del Estado de Emergencia’, ‘la abolición de la Corte Suprema del Estado de Seguridad’ y se emitió el ‘Decreto-Ley sobre la organización de manifestaciones pacíficas’, por primera vez en la historia de Siria, como un derecho humano fundamental”. O sea, demandas legítimas, manifestaciones, el país como ‘testigo’, el gobierno hipersensible, no espera que esas protestas ‘limitadas’ se extiendan, y rápidamente encara la reforma reclamada. El documento no dice cuáles son las demandas de los manifestantes ni de dónde salieron, pero por el tenor de la respuesta queda claro que tiene que ver con demandas de libertad de expresión y movimiento, y de mayor participación en el sistema político. Cambió el gabinete, cambiaron algunos gobernadores, se llamó a escribir una nueva Constitución, se levantó el estado de emergencia, se garantizó vía decreto el derecho a organizar protestas, se promulgó una ley de medios, se amnistió a los detenidos en las protestas, se legalizaron 200.000 kurdos, dice el documento. “Se ha afirmado de esta manera, al más alto nivel, la legitimidad de las demandas del ciudadano, respondiendo a ellas a corto plazo, utilizando el método correspondiente.”
Hasta ahí todo bien, casi perfecto. Entonces empieza el accionar terrorista de unos grupos nacionales y extranjeros, dice el documento. Estos grupos, además de ejercer distintas formas de terrorismo, rápidamente convencen a la oposición de boicotear el Diálogo Nacional convocado por el gobierno: “Sin embargo hay en el país, y fuera del país, otros grupos que no buscan las reformas, sino ejercer presiones políticas y económicas a Siria con el fin de inducir un cambio en su política interior y exterior basada en las aspiraciones de la sociedad árabe siria. Estos grupos y partidos recurrieron a la vía del sabotaje e incitación aumentando la violencia y los disturbios. Un hecho expresamente manifiesto es el boicot de la oposición a la Reunión de Consulta de la Conferencia del Diálogo Nacional y los actos de destrucción, y los ataques a las instituciones del Estado y sus empleados, los intentos vehementes para interrumpir todos los aspectos de la vida normal en el país, la coacción a las personas a cerrar sus negocios de ventas y comercios, fuentes de medios de subsistencia en algunas zonas, con el fin de socavar la economía nacional por todos los medios posibles”.
El presidente Assad responde estas provocaciones con un llamado al diálogo, continúa el documento. Assad insiste con el Diálogo Nacional y de ese proceso salen importantes recomendaciones que el gobierno implementa. El documento no aclara con quién dialogó Assad en vistas del boicot opositor, pero no duda en afirmar que el diálogo salió muy bien, que hubo acuerdo total, casi como si Assad dialogara consigo mismo. “(Assad destacó) que la solución a la crisis es a través de la política y no a través de procedimientos de seguridad, siendo la mejor manera de lograrlo, a través del Diálogo Nacional. Trasladado a los hechos, de la Reunión de Consulta sobre el Diálogo Nacional puesto en marcha los días 10, 11 y 12 de julio 2011, salen recomendaciones muy importantes que establecen las bases para un entendimiento, la que se completa con una amplia solución de reformas”, señala el documento.
Pero como era de esperarse, los grupos terroristas se abusan del garantismo de Assad, prosigue la versión del gobierno sirio. No sólo cometen actos de terrorismo, sino que escudándose entre la multitud, masacran a policías indefensos que tienen órdenes estrictas de no abrir fuego en las protestas para no lastimar a los manifestantes pacíficos. Porque parece que las protestas “limitadas” siguen, a pesar de todas las reformas. Entonces los terroristas se aprovechan. “En este clima de tolerancia absoluta por parte del Estado, sus instituciones y las medidas de reformas en marcha, algunos grupos extremistas armados iniciaron una serie de actividades para socavar la seguridad y la estabilidad de Siria. Las fuerzas de mantenimiento del orden han ejercido durante dicho período su máxima moderación, absteniéndose de disparar a esos grupos armados con el fin de evitar las bajas de civiles inocentes, recalcando que el número de mártires había superado 1400 efectivos de las fuerzas de seguridad.”
A final, el gobierno sirio no tuvo más remedio que poner un poco de orden, prosigue el documento algunos párrafos más abajo. “Era lógico que el Estado responda adecuadamente a las peticiones de sus ciudadanos para salvarlos de los crímenes de los mencionados grupos armados terroristas y extremistas y restaurar el orden público en todo el territorio nacional sirio.”
El documento continúa con una acusación más bien vaga de complot que engloba a todo Occidente, a la Liga Arabe (“responden a las demandas de Occidente violando las disposiciones de su Carta”), a la Asamblea General de Naciones Unidas (busca “incrementar la presión política sobre Siria”), al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas (“otro instrumento de presión sobre Siria”), a la Comisión Investigadora Internacional de Naciones Unidas (“total falta de credibilidad”) y al Alto Comisionado de Derechos Humanos del mismo organismo, el jurista brasileño Paulo Sergio Pinheiro (“bien conocido por su lealtad a Occidente”, “no objetivo y escaso de profesionalismo”). Todos ellos trabajarían en sincronía con los terroristas extranjeros y nacionales que buscan voltear a Assad “a través de los medios masivos de información y de la campaña liderada por Estados Unidos y algunos países occidentales en contra de Siria”.
A pesar de la magnitud del complot, es posible exagerar su alcance y eso es lo que hacen maliciosamente muchos medios de comunicación, alerta el documento: “Hay exageraciones en la forma en que los medios muestran la situación en Siria”.
Según el documento, esto es llamativo porque esos medios fueron invitados a Siria y pudieron constatar que existe una campaña para desprestigiar al gobierno. “Siria abrió sus puertas a varios medios de comunicación para visitar las áreas de disturbios y revueltas y verificar la autenticidad de las mentiras y falsas propagandas emitidas por ciertos canales satelitales tendenciosos que buscan la incitación y la sedición.”
Más llamativo aún, los medios masivos no publican notas desde Siria y prefieren cubrir las noticias con relatos de segunda mano fechados en Beirut o El Cairo. Llama la atención que los medios digan que no los dejan entrar mientras el gobierno sirio dice que están invitados. Debe haber un malentendido.
El documento de la embajada siria hace otro reconocimiento, quizás el más preocupante: “La injerencia extranjera ha complicado la situación aún más, y frustró la solución nacional”. ¿Se frustró la solución nacional? ¿Entonces qué hacemos?
“El Gobierno de la República Arabe Siria espera contar con el apoyo de los países interesados y preocupados en lograr una solución al problema”, invita el documento.
Aceptando el convite, condenamos toda forma de terrorismo interno y externo, y a sus financistas. Estamos en contra de cualquier complot de Occidente, las Naciones Unidas y la Liga Arabe para socavar al gobierno sirio, condenamos a terroristas internos y externos que socavan los sólidos cimientos de la democracia siria. Lástima que se haya caído lo de la “solución nacional”.
Pero sin exagerar, porque lo que pasa no es muy grave.
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