Una ventana al drama de la esclavitud en Brasil
En la vivienda ubicada en el 36 de la calle Pedro Ernesto, los propietarios hallaron por azar hace 16 años que vivían sobre un antiguo cementerio de esclavos muertos al llegar a Brasil.
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Ese lugar se convirtió así en un sitio de investigación histórica y arqueológica que según los expertos ofrece una mirada única en Sudamérica al drama de la esclavitud y su legado.
Se han concluido estudios de laboratorio inéditos para conocer de qué regiones de Africa llegaron los "negros nuevos" de Brasil y también se constató que estos eran tratados literalmente como basura al morir.
"Este legado es una historia de dolor y sufrimiento que está presente en la sociedad brasileña", dice Cláudio Honorato, del Instituto de Investigación y Memoria Negros Nuevos (IPN por sus siglas en portugués) a BBC Mundo.
Desigualdad ayer y hoy
Brasil fue el último país de América Latina en abolir oficialmente la esclavitud, en 1888.
Se estima que entre los siglos XVI y XIX, llegaron al país más de tres millones de esclavos desde África para trabajar en plantaciones de azúcar, café y minas de oro.
Eso dejó una huella imborrable en Brasil, en la cultura, religión y diversidad racial de una sociedad que hoy suma 190 millones de personas.
Según datos preliminares del censo 2010 difundidos en noviembre, por primera vez una mayoría de brasileños (50,7% ) han pasado a definirse a sí mismos como negros o mulatos, mientras una minoría (47,7%) se declaran blancos.
Pero las desigualdades aún son enormes: los blancos en Brasil ganan en promedio casi el doble que los negros y en algunos lugares como Salvador hasta 3,2 veces más, notó el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
"Así como los esclavos eran traídos para servir como mano de obra y eran los últimos en la escala social, todavía percibimos en las poblaciones afro-descendientes (…) una cierta discriminación de la sociedad", sostiene Honorato.
"Eso es una herencia de la esclavitud", agrega
"Insisten en olvidar"
El cementerio de los Negros Nuevos fue redescubierto cuando se hicieron obras al fondo de la casa de la calle Pedro Ernesto y aparecieron los restos: primero creyeron que eran de perros, después supieron la verdad.
La propietaria del inmueble, Ana Maria de la Merced, asegura a BBC Mundo que llegó a juntar "cuatro cajas grandes de huesos en menos de una hora", restos de adultos y niños.
Cuando un amigo les comentó que podía tratarse de un viejo cementerio de esclavos, el impacto fue grande: los hijos de Merced querían mudarse y la primera noche hubo "mucho miedo y tristeza", recuerda la mujer.
Pero con el tiempo se habituaron a convivir con el hecho y ahora Merced participa activamente del IPN, con sede al lado de su casa, como un desafío personal. "Es una historia que insisten en olvidar", afirma, "pero no los dejo mientras estoy viva".
Una cancha de fútbol
Júlio Cesar Medeiros, un historiador que coordina las investigaciones del IPN, explica que el cementerio es el único que se conoce en América Latina exclusivamente para esclavos recién llegados.
De tamaño similar a una cancha de fútbol, el cementerio funcionó entre 1769 y 1830, próximo al lugar donde se vendían los esclavos en Río.
Los datos disponibles señalan que ahí sepultaron a más de seis mil esclavos, aunque se cree que fueron muchos más porque varios registros se destruyeron.
"Esto nos ofrece una ventana para ver a la población tal como llegaba de África, de individuos muy jóvenes, de diferentes orígenes pero todavía poco impactados por el trabajo y el sufrimiento de la esclavitud", explica Sheila Mendonça de Souza, bioarqueóloga de la Fundación Oswaldo Cruz.
De dónde vinieron
"Esto nos ofrece una ventana para ver a la población tal como llegaba de África, de individuos muy jóvenes, de diferentes orígenes pero todavía poco impactados por el trabajo y el sufrimiento de la esclavitud"
Sheila Mendonça de Souza, Fundación Oswaldo Cruz
Mendonça y un equipo de científicos de esa fundación concluyeron recientemente lo que se considera el primer estudio de laboratorio de su tipo para conocer el origen geográfico de los esclavos traídos a Brasil.
El estudio, realizado sobre los restos de 30 individuos a los cuales de analizó la relación de isótopos del estroncio en el esmalte dental, indicó que los restos provenían de regiones de África muy diferentes.
Esto corroboró un dato histórico: los esclavos que llegaban a Río tenían una diversidad étnica y geográfica mayor a los llevados a Norteamérica o incluso a Salvador.
De hecho, procedían de regiones cercanas a los puertos de embarque pero también eran capturados en el interior mismo de África.
El estudio no logró concluir exactamente cuáles eran esos sitios, por falta de datos comparativos en África, pero se cree que mayoritariamente se trataba de la zona central del continente y partes del sur o noreste.
La diversidad de su procedencia "es importante porque ellos tenían un modo diferente de ver la vida y comprender la muerte", explica Medeiros.
"Basura de la sociedad"
Las investigaciones en el cementerio también han permitido conocer el trato que recibían los cuerpos de esos "negros nuevos" muertos al llegar o en viaje a Brasil.
Los cadáveres eran lanzados en fosas comunes, que después se abrían para esparcirlos y quemarlos, relata Reinaldo Tavares, un arqueólogo del Museo Nacional de Río de Janeiro que trabaja en el cementerio.
En el mismo lugar aparecieron también fragmentos de cerámicas, vidrios y hasta deshechos de cocina.
"La sociedad también creyó que podía tirar su basura dentro del cementerio, porque el 'negro nuevo' era visto como basura de la sociedad", dice Tavares.
Algunas investigaciones científicas aún están en curso y otras pendientes.
Por ejemplo, Mendonça cree que los restos de "negros nuevos" podrían contrastarse con los hallados en otros lugares de esclavos que vivieron más tiempo en Brasil, para ver el impacto físico de los maltratos que recibían.
Pese a toda la importancia histórica y simbólica del cementerio, su existencia aún es ignorada por una enorme cantidad de brasileños.
"Si fuese en cualquier país de Europa, seguramente tendría una visibilidad mayor", dice Medeiros. "Aquí en Brasil, este cementerio ha sobrevivido a duras penas: tiene pocos recursos y hemos luchado mucho para mantener este espacio abierto".
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