Aleida y el Che, una historia de amor revolucionario
Entrevista con Aleida Guevara March, que presentó en Buenos Aires Evocación, el libro en el que su mamá cuenta las memorias de su matrimonio con el Che. “Hablaba de él de una manera que tú lo sentías presente”, dijo. Además, las transformaciones en la Cuba actual y los inéditos de su padre que pronto serán publicados.
POR Horacio Bilbao
Es una historia de amor silenciada y sufrida la que cuenta Evocación, mi vida al lado del Che. El libro de Aleida March, la última esposa del Che, transcurre con prosa transparente y honesta, sin pretensiones literarias. Demoró cuarenta años en escribirlo, fueron los años que a Aleida le tomó decidirse a compartir esos tesoros íntimos, personales. Y si lo hizo, dirá su hija mayor, es porque ellos, los Guevara March, se lo pidieron hasta el hartazgo. “Nos regaló esto, que nos hace sentirlo más humano”, celebra Aleida Guevara March (1960), la primera hija del matrimonio, que vino a Buenos Aires a presentar una historia que en Cuba apareció en 2007 y ya había llegado al país a través de Espasa, pero que ahora Distal publica con una serie de novedades. (Ver recuadro)
Evocación… es un relato de 8 años de convivencia revolucionaria, los últimos del argentino, años muy jóvenes para Aleida. Ambos se conocieron en el Escambray, donde Guevara instaló su campamento base en 1958. Y desde entonces, sus separaciones sólo serían físicas. “Antes que mamá sólo dos mujeres habían subido a encontrarse con el Che. Y eran feotas, mamá había sido reina de la primavera”, recordó Aleida hija, para explicar por qué, pese a que el Che pensaba que se la habían mandado para vigilarlo por comunista, pronto nació entre ellos una historia de amor. Aleida madre venía de Santa Clara, del M26 que se movía en la clandestinidad urbana, y fue luego su guía en la entrada victoriosa a esa ciudad, que convirtió al Che en un estratega de la Revolución.
Esa historia está muy bien contada. Amenizada con cartas, poemas, anécdotas y reflexiones que muestran algo nuevo del Che. Aleida desgrana un recorrido que no se aparta ni un ápice de la línea revolucionaria, ni de Fidel, ni de Raúl. Si se aparta de lo común el rescate fotográfico, que es novedoso e intimista. Casi tanto como los relatos de sus encuentros clandestinos en Tanzania o en Praga, que ya dejan vislumbrar el final de sus días. Brota emoción de la autora cuando recupera textos como La piedra, escrito por el Che en el Congo y publicado en el libro como apéndice, o en su relato de despedidas que siempre podía ser última, y que lo fue cuando Ernesto partió a Bolivia. "Adiós, mi única, no tiembles ante el hambre de los lobos / ni en el frío estepario de la ausencia / del lado del corazón te llevo / y juntos seguiremos hasta que la ruta se esfume", saludó entonces el Che y Aleida ahora lo cuenta.
Lo cuenta también su hija, que ensalza a su madre y su padre por igual. Y que responde lo que quiere responder en esta entrevista. Ni hablar de los planteos sobre las posibles disputas entre el Che y Fidel, para ella esas son todas sandeces. Ni hablar del fin de esta historia, a su madre ya le están pidiendo más sobre ese cuento de amor que es pasado, presente y futuro.
Diario de un combatiente, Evocación, los libros que estás presentando, se publicaron muchos años después de la muerte del Che, como sucedió con Pasajes de la guerra revolucionaria (Congo) ¿Cuál es la explicación?
Estos libros no fueron hechos para publicarse, él no los dejó para eso. El problema fue que a partir del Congo, alguien empezó a sacar datos de ese diario, y estando fuera de contexto, podía traer malas interpretaciones. Entonces decidimos publicarlo íntegramente. Fui a hablar con Fidel e hicimos un prólogo, para el que me permitió publicar una carta que él le había mandado a mi papá. Así se hizo el libro (Pasajes…). Y este nuevo, aunque él no lo dejó para ser publicado, tiene cosas muy frescas, publicadas en el diario. Raúl pidió parte de este diario para hacer uno solo con el diario de él, el de papá y el de Fidel, que se publicó hace poco en Cuba. Y dijimos bueno, pero si ya va a ser publicado con los otros, entonces podemos publicar íntegramente el texto. Lo hicimos. En el caso de Evocación, nos costó mucho convencer a mami, ella nos contaba la historia a nosotros, incluso con muchas más bromas e historias de las que aparecen allí, pero no quería hacerlas públicas.
Contrasta con la velocidad que fue publicado el diario de Bolivia, a menos de un año de su muerte y revisado por tu propia madre…
Claro, es que en aquél momento los cubanos necesitaban conocer ese diario. (se formaban cuadras de cola para conseguirlo) Estos son documentos que quedaron en Cuba guardados, cuidados por mi mamá. No había necesidad ni estábamos preparados para publicarlos, pero desde que abrimos el Centro de Estudios Che Guevara, empezamos a trabajar en todos sus textos. Y todavía nos quedan dos o tres por publicar.
Sorprendente, ¿qué es lo que queda?
Un diccionario filosófico que papi comenzó a los 17 años, pero que siguió durante toda su vida. Otro libro sobre sus viajes por Africa, por Medio Oriente. Y podría haber también una recopilación de discursos y de cartas que fue dando y enviando durante sus viajes. Todo está allí.
El libro ya desde el prólogo se propone trascender al mito, la imagen crística del Che, las fotos de Korda. Dicen allí que eso es el mito, y que el mito es el olvido… ¿qué influencia pueden tener en ese sentido?
Desgraciadamente su imagen aparece en muchos lugares pero vacía. La usan comercialmente, o simplemente sin saber de quién se trata. Porque es una moda o porque es un hombre de un rostro hermoso. Y el trabajo que estamos haciendo desde el Centro es para cambiar esa imagen, para que jóvenes de todo el mundo puedan conocer realmente al Che.
Vos tenías apenas siete años cuando el murió, ¿qué recordás de ese último encuentro con él, cuando estaba caracterizado como el viejo Ramón, ya dispuesto a partir a Bolivia?
Una noche, mi mamá nos dijo que íbamos a conocer a un amigo de mi papá. Llegamos con mis hermanos y él empezó a hablar con nosotros. Y cuando empezó a hablar yo le dije que no parecía español. Todos se quedaron mirando. El me peguntó por qué decía eso, y ya seguimos hablando. Esa noche cenamos juntos. Mi mamá le había advertido que yo conocía muy bien sus gustos y que los defendía mucho. En un momento, él se sirvió el vino tinto puro y yo salté como un resorte. Le dije que no era amigo de mi papá porque papá tomaba el vino tinto con agua, que así es rico, me levante y le eché agua. Luego me contó mamá que estuvo muy orgulloso de aquello. Más tarde, jugando con mis hermanos me caí y me golpeé la cabeza, entonces me tomó en sus brazos, me palpó y de alguna manera me transmitió algo, porque al rato yo dije: “Mamá, yo pienso que este hombre está enamorado de mí”. Fue muy simpático pero a la vez muy duro, él no podía explicarme porque me amaba. Y me amaba de una manera intensa. Esa noche terminó así y yo no supe que él era mi papá hasta que murió en Bolivia. Entonces mi mamá me contó la historia del viejo Ramón, y me mostró una foto. Me pidió que no contara nada, y no lo hice, hasta muchos años después en que ya empezamos a hablar de eso.
¿Cómo te fuiste haciendo a la idea de quién había sido él, a manejar su ausencia a tomar conciencia de esta familia que te tocó?
Yo leí cosas de él siendo adolescente. A Notas de viaje (Diarios de motocilcleta), mi mamá me lo había dado como a un manuscrito, no me había dicho quién lo había escrito. Me dijo toma, léelo. Tenía 16 años y empecé a leerlo. Y enseguida le dije: Oye, este tipo me encanta. ¿Cómo vas a decir eso? Es tu papá, me dijo. Yo no lo sabía. Qué feliz me hizo, me sentí todavía más orgullosa de ser su hija. Me identifiqué más con él, incluso desde el punto de vista de la edad, fue fantástico. Después fui leyendo cosas más difíciles y profundas, que también me ayudaron mucho, pero yo creo que la más importante fue ella misma, mamá. A pesar de que nunca quiso contar intimidades, ella siempre hizo que mi papá estuviera presente. Hasta que yo fui una adolescente, jamás había sentido la ausencia de mi papá. Y luego, también contribuyó mucho, años después, en el ministerio de industrias, conocer las historias que allí contaban sobre él. Hacíamos el trabajo voluntario el 8 de octubre, en su homenaje, y se reunía medio ministerio, el grupo más viejo. Y al final del día, entre charla y charla, nos contaban anécdotas de mi papá. Muchos años después de que papá desapareciera físicamente, sus amigos lo seguían recordando con mucha ternura. Eso empezó a marcarme, me preguntaba por qué lo recordaban así, por qué para todos ellos seguía siendo un jefe especial. Allí empecé a tener consciencia real de quién era mi papá.
Habrá sido difícil equilibrar esa presencia política tan fuerte con la ausencia de tu papá en casa…
Y sí, es muy difícil explicar esa sensación. Pero es como si él hubiera estado con nosotros siempre, porque mamá hablaba de él de una manera que tú lo sentías en lo cotidiano. Y nunca lo usó para regañarnos, para marcarnos algo. La mala era ella, él era nuestro cómplice, siempre el bueno de la película…
¿Y vos, alguna vez cuestionaste las reivindicaciones que le hacía el Partido, con esa imagen impoluta que siempre se mostró del Che?
Todo lo que se dijo fue verdad. Una de las cosas más lindas que tiene la revolución cubana es su honestidad y su claridad para decir las cosas. Nunca hubo diferencias.
Supongo que no opinarás lo mismo sobre la cantidad de biografías e historias que se han ido tejiendo alrededor de él.
Y no. Allí si que me enojé. Y con algunos cubanos también. Yo respeto a los que conocieron a mi papá, están en su derecho de contar lo que quieran, aunque exageren, pero algunos que ni estuvieron cerca, que no lo conocieron, escriben y dicen cosas, evalúan, juzgan sin saber. Eso me enoja y me molesta. Pero de algunos aprendo.
Ustedes han leído su propia historia familiar en decenas de biografías ¿la buscan mucho a tu mamá, a ustedes para seguir contando todo esto?
A mi madre sí, pero ella no da entrevistas a nadie, nunca le gustó hablar de mi papá. Y nosotros éramos muy chiquitos…
En el libro de John Lee Anderson, ¿no aparece tu madre?
A él le permitió entrar en los archivos del Centro de Estudios Che Guevara, pero no en su vida personal.
Bueno, para eso está este libro… que incluye un manuscrito del Che en el Congo, La piedra… Allí él habla de lo que quiere para sus hijos, y pide que sean hombres, que no necesariamente sigan su ejemplo, algo que si pide Cuba a través de sus pioneros, niños que prometen el famoso “Seremos como el che”…
Eso fue lo que Fidel nos pidió. No él, el Che no. Fidel, cuando hace el famoso discurso de despedida y se pregunta cómo queremos que sean nuestros hijos, responde que debemos decir con seguridad absoluta queremos que sean como el Che. Y explica por qué. Porque es el ejemplo más completo, Fidel lo realza a más no poder.
Pero el Che no pedía tanto…
Mi papá era un hombre que nunca tuvo falsa modestia. Mi papá sabía lo que él podía dar como ser humano y lo hacía con todo el amor del mundo, se entregaba con todo el amor del mundo. Nunca quiso ser recordado como algo distante. Como todo ser humano, imagino que le gustaría ser recordado por sus hijos, por la gente que lo tuvo cerca, por sus compañeros, por la mujer que amó. Julio Antonio Mella, uno de los artífices de la revolución cubana dijo: Aún después de muertos somos útiles. Y es verdad, papá se ha convertido en una bandera de lucha, de resistencia, de soberanía. Siendo así, viendo todo esto, él no podría negarse.
El mundo hoy es otro, distinto al del 67. Ha caído la URSS, han sobrevivido al período especial, aunque sufren el bloqueo, hay una América latina que vuelve a vincularse con Cuba…
El período especial no ha sido superado totalmente. Era muy distinto este tiempo a cuando vivíamos con la comunidad socialista. Había un intercambio mucho más profundo, todavía nos falta eso en América latina. Nos falta comunicación con Argentina y Brasil, que no son parte del ALBA. Allí sí, la Alternativa Bolivariana para nuestra América es una unidad mucho más fuerte entre los pueblos que la conforman, Nicaragua, Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y dos islitas del Caribe. Brasil y Argentina, los gigantes latinoamericanos, no están dentro de esa organización.
¿Por qué?
Sus gobiernos no son los suficientemente radicales para entrar en este tipo de unión. Imagino que tienen muchas presiones, todavía, por parte de los Estados Unidos. Tal vez no sea el momento todavía, pero para nosotros sí, y estamos en el camino de la unidad latinoamericana.
Hubo un buen revuelo cuando Celia, tu hermana menor, optó hace unos años por la ciudadanía argentina, ¿cómo se entiende aquello?, ¿vos lo harías?
Celia es cubana. Los cubanos no aceptamos doble nacionalidad, los argentinos sí. Ella optó por una nacionalidad más porque se casó con un chileno y ella quiso contar con una nacionalidad más para poder proteger a su familia en el caso de que fuera necesario.
Tu papá se consideraba latinoamericano, pero tenía también nacionalidad argentina…
El era latinoamericano, yo soy latinoamericana también… Y según Fidel somos afrolatinoamericanas.
Me gustaría hablar de los cambios que estamos viendo en Cuba, ¿cómo lo ves?
No usaría la palabra cambio, tal vez lo entenderíamos mejor si pensáramos en soluciones a problemas que se van presentando en nuestra sociedad socialista. Es lo que estamos haciendo, buscar soluciones a cosas que, hemos visto, no funcionan bien. Además, estamos rectificando errores que hemos cometido con la agricultura. Es inadmisible que un país eminentemente agrícola no tenga frutas y verduras suficientes. Es absurdo que en una isla no comamos suficiente pescado. Además, Raúl ahora está quitando los intermediarios, que son los que encarecen todo. Incluso con los hoteles, ahora un campesino cubano puede venderle directamente a los hoteles.
Eso es un cambio, como la venta de inmuebles habilitada hace poco…
También es una solución a problemas del socialismo. Por qué, si yo tengo una vivienda, no te la voy a poder vender, si es mía. No vendo la tierra, vendo la casa. La propiedad de la tierra sigue siendo común, y resuelve un problema de algo que ya existía y ahora se hace legalmente, ya no hay necesidad de mentir para hacer una venta.
En el ámbito cultural, también están circulando libros escritos en Cuba que se permiten un espacio de crítica, cito el caso de Leonardo Padura, por ejemplo. ¿Qué opinas?
De Padura me gustaban sus libros anteriores, los policiales. Pero este rollo en el que se ha metido, no se, tiene cosas que no me convencen. (Nota: Se refiere a El hombre que amaba a los perros, un libro que indaga el asesinato de Trotsky a través de la víctima y su victimario, Ramón Mercader).
A mí me gustó, es un libro muy crítico de la URSS stalinista, y de algunas decisiones cubanas, pero escrito desde adentro…
Es muy fácil hablar de eso ahora, criticar a la Unión Soviética cuando ya no existe.
El Che también fue crítico, incluso se ve algo de eso en el libro de tu madre…
Sí, pero justamente lo hacía de frente. El anunció temprano que en esa dirección, la Unión Soviética terminaba en el capitalismo…
Pero en Cuba no lo escucharon… Salvo tras la crisis de los misiles, cuando la URSS y los EE.UU. resolvieron todo entre ellos sin consultar a Cuba…
Fidel hizo un discurso muy crítico de aquello
Volviendo al libro, quiero preguntarte de dónde salió la fama de mujeriego que le hicieron a tu papá. Tu mamá, por lo visto, era celosa, habla de Hilda Gadea, su primera mujer, pero ni siquiera menciona a Tania, por ejemplo, una relación de la que se ha hablado mucho…
Es eso, pura fama la que le hicieron. Mi papá fue un hombre íntegro, sumamente honesto. Y en relación a Tania, él la consideraba como guerrillera, la prueba está en su diario de Bolivia, cada vez que la nombra es en relación a los compañeros. Si hubiera tenido otra relación, la hubiera escrito, él escribía todo, y era muy severo con él mismo, no se hubiera permitido mentir.
La escritura de tu mamá también tiene un tono feminista, reivindica a la mujer guerrillera, y al único que le permite cierto machismo es al Che, supongo que porque es el Che…
Mi mamá es una mujer que siempre ha defendido sus derechos como mujer, pero entiende que él es más importante para el proceso revolucionario. Mi tía tenía un dicho: La tierra es mejor que yo y sin embargo la piso. Es correcta la observación, porque ella siempre lucho por las mujeres, pero al ser una mujer revolucionaria antepone lo que es más importante para el pueblo, para el proceso revolucionario. Y mi papá era más importante, más necesario, más útil. Y no le importa por lo tanto quedar en un segundo plano, siempre lo ayuda.
El otro punto fuerte, es la reivindicación de la guerrilla urbana, de la lucha clandestina…
Esa es una de las críticas que le hago a ella: tendría que haber profundizado más en ese aspecto, porque ella fue una combatiente desde la clandestinidad, pero el libro tenía otro objetivo, contar toda esa historia de la convivencia con mi papá. Ahora, a lo mejor logramos que haga algo más profundo sobre la clandestinidad, porque es muy necesario para las nuevas generaciones. Es una historia poco conocida, y es necesario reivindicar a esos jóvenes que tuvieron un papel extraordinario, a veces más difícil que el de la guerrilla, porque en la guerrilla tu sabes quién es el enemigo. Es muy importante que se conozca bien esa historia.
Para darles un lugar junto a los barbudos…
Claro. Porque lo tienen ganado. Y para mi gusto se ha hablado poco de esto, y todavía tenemos mucha gente que puede contarlo, como el caso de una mujer que perdió a su hijo en la clandestinidad y sin embargo siguió adelante. Tenemos que reivindicarlos.
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