Estatua de Platero en la Casa-museo de JRJ en Moguer.
"La irracionalidad humana destruye lo que la racionalidad crea".
Platero era pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos... Así lo pintó de forma inolvidable Juan Ramón Jiménez. Al leer Platero y yo despertó nuestra imaginación, nuestra ternura, nos llenó de gozo el alma. Y hablando de alma, aunque por la religión los animales no la tienen, no podemos privarnos de pensarlos en un lugar idílico, alojados allí una vez muertos.Si tenemos el derecho y hasta la obligación de crear un dios, podemos otorgarles el privilegio a un cielo propio.. Su alma alada se alojó allí. Donde la de otros animales, víctimas sufrientes de la impiedad humana, ya gozaban su estadía.
Una profunda tristeza se había apoderado de él al llegarle noticias que por la crisis desatada muchos burros andaban deambulando, perdidos y enfermos al ser abandonados por sus míseros dueños incapaces de mantenerlos. Mientras pastaba entre nubes, su algodón, pelo mezclado y confundido con el otro algodón nube, un terrible estremecimiento lo sacudió. Sus orejas se movieron hacia atrás, su cola se agitó nerviosamente, sus patas rascaron el lugar donde estaban apoyadas. Hubo un estruendo sobrenatural, que llegó hasta allí, como si la lógica hubiera estallado y en consecuencia producido ese estruendo desconocido e irreconocible. Luego llegarían fragmentos insignificantes del alma de un asno. Platero tardó en darse cuenta de lo sucedido hasta que por fin se enteró de la tragedia.
Los burros además de ser usados como bestias de carga; procreadores en cruce artificial de mulas; juguetes de los niños, o para mil formas de explotación y uso. La tristeza lo invadió todo al extremo, luego se supo que cuentos de Nasrudín perdieron su alegría.
La explosión, los fragmentos fueron el resultado de la detonación de un burro bomba. Había sembrado la desolación y la muerte. Nada de carga útil, de cargas perfumadas, de maderas indispensables. Nada de serpentear entre callejones de bazares y medinas, abriéndose forzado paso. Nada de ser un burrito serrano lleno su lomo de hierbas autóctonas. Nada de nada. Una bomba, una explosión y el asno se convirtió en un arma de destrucción incontrolada, ciega, absurda.
Y Platero lloró.
Chau y hasta la próxima.
GARGIULO,"elVeji"
No hay comentarios:
Publicar un comentario