Astaná y el complicado ajedrez sirio
La quinta
ronda de conversaciones en Astaná entre dirigentes de grupos armados de
la llamada oposición moderada y el gobierno sirio ocurre en medio de un
complicado tablero en el estado levantino, donde Rusia y Estados Unidos
acentúan sus discrepancias.
La
diferencia de las pláticas que se iniciaron en enero de este año con las
de esta semana son evidentes. Por un lado, Rusia avanzó en sus acciones
conjuntas con el gobierno sirio para imponer la paz o la reconciliación
en gran parte del territorio de la citada nación mesoriental.
Pero,
ahora, los propósitos iniciales de Washington y Occidente, iniciadores
de los disturbios en Damasco que derivaron en una acción armada para
sacar del poder al legítimo presidente Bashar Al Assad, se dificultan
con el proceder de Moscú.
El
pretexto de fondo de Occidente para intervenir a su favor en el
conflicto, es decir, el anunciado propósito de combatir el terrorrismo,
se hace cada vez menos creíble, sobre todo, en esta última etapa, cuando
sin consenso o mandato de nadie, Estados Unidos establece bases
militares en el norte de Siria.
A la Casa
Blanca parece preocuparle muy poco que la mencionada acción pueda ser
vista como un acto de agresión contra un estado soberano, a fin de
cuenta esa acusación la maneja la prensa rusa y algún que otro medio
alternativo. Esa la realidad.
Pero en
nombre del antiterrorismo, la coalición occidental se ‘equivoca’ cada
vez más seguido y ataca posiciones del ejército sirio.
De hecho,
la Casa Blanca ya prepara el terreno mediático para un nuevo ataque
masivo contra las fuerzas armadas sirias, bajo el pretexto de
contrarrestar un supuesto uso de sustancias tóxicas contra la población.
Rusia aún
espera por una investigación de la Organización para la Prohibición de
Armas Químicas (OPAQ), tanto en la localidad de Jan-Shoijun, en la
provincia siria de Homs, como en la base aérea del Al Shaira, atacada
con misiles Tomahawks estadounidenses el pasado 7 de abril.
Washington
presionó para que la OPAQ evitara el envío de sus especialistas a
indagar sobre la existencia de armas químicas en ambos casos, pero dio
por sentado que su pretexto era válido.
Todos esos hechos se registraron, coincidentemente, con avances registrados en las pláticas de Astaná.
Así, para
la ronda de abril pasado, cuando se preparaban condiciones para la
posible discusión de un proceso político, incluido el proyecto de
Constitución propuesto por Moscú, se produjo el ataque ordenado por
Donald Trump contra la base aérea siria.
En estos
momentos, cuando se discuten los detalles de cuatro zonas de distensión
en Siria, anunciadas por Rusia, Turquía e Irán, se recrudecen las
acciones contra las fuerzas armadas del país levantino por parte de
Occidente.
Casi dos
millares de poblados sirios y más de cinco mil renegados hicieron
dejación de sus armas en los últimos meses como parte del proceso de
reconciliación promovido en Astaná.
La tregua
vigente para toda Siria desde el pasado 30 de diciembre, que deja fuera
a los movimientos terroristas Estado Islámico y Jabhat an Nusra, para
nada parece compartir los propósitos de potencias occidentales y
monarquías del Golfo de derrocar Al Assad.
Tampoco
conviene que se multiplique el ejemplo de procesos como los ocurridos en
las ciudades de Alepo y Homs, donde fueron evacuados miles de renegados
armados junto a sus familiares, para evitar un mayor derramamiento de
sangre, con mediación rusa.
De otro
lado, la insistencia de Washington en imponer sus condiciones en un país
al que nunca fue llamado por Damasco, parece poner la situación con
Rusia, al menos en el plano militar, ante el peligro de una mayor
confrontación.
Moscú
debió suspender temporalmente un memorando pactado en octubre de 2015
con el Pentágono para evitar incidentes en el espacio aéreo sirio,
después que la aviación de la coalición occidental derribó un caza sirio
SU-22, en un área donde también operaban aparatos rusos.
Estados
Unidos está invitado a la nueva ronda de negociaciones en Astaná, donde
de seguro escuchara sobre el carácter ilegal, tanto de la actuación de
su fuerza aérea como de la instalación de bases militares, cuyas
acciones parecen más interesadas en controlar áreas con yacimientos
petroleros que en combatir el terrorismo.
A ello su
suma la actuación de Israel, cuya aviación atacó posiciones del
ejército sirio, bajo el pretexto de que en el territorio ocupado de las
Alturas del Golán, cayeron proyectiles.
El
ejército sirio efectuó varias operaciones contra grupos armados que
campean en el mencionado territorio ocupado, para preparar acciones
contra el país levantino.
Las
pláticas en Astaná, por tanto, poseen un difícil escenario de fondo,
impuesto desde afuera que en parte no depende ahora de quienes asisten a
las pláticas, pero que, sin dudas, influirá en el tono y resultados de
este nuevo intento de una solución pacífica al conflicto sirio.
Fuente: Prensa Latina
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