viernes, 3 de febrero de 2017

SON LOS RUSOS EL DIABLO?

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Bogdan Herzog
Las principales teorías que explican la razón de la invasión de Siria patrocinada por extranjeros, falsamente etiquetada como una “guerra civil” incluyen:
  • El desmantelamiento del “creciente chií” como fue descrito por Seymour Hersh en su excelente artículo de 2007, “La redirección”.
  • La ruptura a lo largo de líneas religiosas de todos los Estados de oriente medio opuestos a la alianza occidental, siguiendo los proyectos expuestos por Oded Yinon, en la estrategia para Israel en la década de 1980.
  • Los factores económicos mencionados una y otra vez: Corredores de conductos energéticos, etc.
Cualquiera de las razones tras los eventos iniciales, en este momento del tiempo, parece que el plan fue al menos, temporalmente bloqueado por una combinación de factores: La resolución del ejército sirio, la intervención de sus aliados musulmanes (principalmente Hezbolá e Irán) y la participación decisiva de las fuerzas militares rusas.
Aunque exitosa, la presencia importante de las fuerzas armadas rusas sobre el teatro de batallas en el país musulmán, tiene en sí mismo un escenario muy arriesgado: Una repetición de Afganistán. Los beneficios obtenidos de bloquear el asalto occidental en Siria, ha de ser sopesado con el riesgo de espolear sentimientos anti-rusos en el mundo suní y el riesgo político interno asociado con las pérdidas de personal militar ruso.
Crear una crisis interna en Rusia, el “Corazón de la Tierra” (“Heartland”) mundial que resiste al mundo unipolar, basada tanto en las pérdidas humanas significativas en Siria o mediante el aumento de tensiones con las minorías étnicas dentro del país, sería un precio mucho más grande para la alianza occidental que el desmantelamiento de un jugador regional.
La estrategia ha sido claramente delineada por Graham Fueller, ex-vicepresidente del Consejo de Inteligencia Nacional y un arquitecto de la guerra de Afganistán junto con Zbignew Brzezinski: “La política de guiar la evolución del islam y de ayudarlos contra nuestros adversarios, funcionó maravillosamente bien en Afganistán contra los rusos. Las mismas doctrinas pueden ser usadas todavía para desestabilizar lo que queda de poder ruso, y especialmente para contrarrestar la influencia china en Asia Central”.
Por supuesto, no hay nada nuevo en los párrafos anteriores. Todos los datos han sido conocidos y tomados en cuenta por los tomadores de decisiones rusos largo tiempo antes de decidir el envío de los primeros aviones a Siria. Así que, ¿Cuáles son los objetivos estratégicos, merece la pena arriesgarse a una crisis importante, posiblemente la desintegración del mismo “Corazón de la Tierra” (“Heartland”)? ¿Son los objetivos declarados al principio del artículo merecedores de arriesgarse a semejante crisis, o está algo incluso más importante en juego?
La continua expansión de la OTAN hacia el este, y especialmente las nuevas instalaciones de misiles defensivos en Polonia y Rumanía, ha puesto a Moscú, “el corazón del Corazón de la Tierra” (“Heartland”), literalmente a minutos de un posible ataque nuclear, y simplemente a cientos de kilómetros de unas poderosas formaciones de tanques. Dado el aislamiento geográfico de los EEUU, el “corazón” de la isla mundial, Moscú, no puede hacer algo recíproco. Uno no puede imaginar a tanques rusos o chinos a unos simples 600 kilómetros de Nueva York o Washington. Tampoco uno puede imaginar instalaciones de radar rusas duplicadas por sistemas anti-misiles en la vecindad inmediata de los EEUU, a menos que uno se prepare para una repetición de la crisis de misiles cubanos. Y nadie quiere estar de nuevo a unos minutos de una guerra nuclear como estuvimos en 1962…
Así pues, ¿Cómo puede Moscú mantener el equilibrio y responder a las amenazas incrementadas en sus fronteras?
Bien, si damos valor al investigador de la BBC, Peter Hounam, resulta que el mundo no estuvo al borde de la guerra nuclear durante la crisis de los misiles cubanos. Ocurrió en al menos otra ocasión, el 8 de junio de 1967, durante la guerra de los 7 días. En ese día, un barco de la NSA, el USS Liberty, fue golpeado por aviones de guerra y lanchas torpederas. Mucha gente murió en lo que fue inicialmente percibido como un acto de guerra por parte de Egipto. Aviones portando bombas nucleares despegaron de los portaaviones de la Sexta Flota, el USS América y el USS Saratoga. Según los testimonios, los bombarderos estuvieron solamente a 3 minutos de atacar nuclearmente El Cairo, entonces, se les ordenó regresar, ¿por qué?
Por supuesto, algunos de los hechos son claramente verificados. Los atacantes no fueron egipcios. Un “error de buena fe” que ocurrió en una zona de guerra, dijeron ambos gobiernos implicados. Del ataque sostenido y deliberado sobrevivieron algunos miembros de la tripulación del Liberty, su capitán, William McGonagle, e incluso Dean Rusk, el entonces Secretario de Estado de EEUU. Hubo un complot entre ramas del gobierno, para justificar una represalia estadounidense masiva, con el objetivo final siendo la eliminación total de la influencia soviética en oriente medio, afirmó Peter Hounam. Pero si realmente fue un complot y el caso fue hecho para justificar las represalias estadounidenses, ¿por qué detener los aviones?
¿Quién y por qué detuvo el ataque nuclear sobre El Cairo el 8 de junio de 1967? Si podemos descubrir qué jugó el papel ‘Katejónico’ hace 50 años, puede que seamos capaces de entender los actuales riesgos.
Fuente: Katehon

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