En octubre de 1936, un mínimo de 128 personas fueron fusiladas por las tropas franquistas en Gipuzkoa y enterradas en el cementerio de Hernani. Entre ellas, sacerdotes, afiliados a partidos y sindicatos, mujeres embarazadas y hasta una joven de 17 años. Prácticamente ninguna había tenido responsabilidades políticas de importancia durante la República, pero eso no frenó a los militares franquistas, requetés y falangistas, que buscaron con saña el escarmiento y la venganza contra la población.
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