martes, 2 de agosto de 2016

OTRO GRAN LATINOAMERICANO

Omar Torrijos fue el artífice del retorno de la llamada Zona del Canal de Panamá a manos nacionales. Foto:Archivo
PANAMÁ.—El monumento más bello está en el corazón de los panameños que agradecen tanto a ese hombre a quien admiro, expresó el párroco Vicente Moreno al referirse veladamente al intencional olvido del General Omar Torrijos Herrera.
Pocos lugares del país exhiben al menos un recuerdo de quien fue el artífice del retorno de la llamada Zona del Canal de Panamá a ma­nos nacionales y junto al presidente estadounidense James Carter, enfrentara a los escép­ticos y enemigos de tal acción, para en paz firmar los acuerdos Torrijos-Carter en el 1977.
Un amplio parque capitalino con áreas verdes y lugares de esparcimiento lo llaman Omar, a secas, aunque un pequeño busto disimulado en una de sus entradas, recuerde al líder más popular del país en el último me­dio siglo, según algunos consideran.
El deteriorado hospital infantil América, remozó por estos días un pequeño tramo de la fachada para exhibir su nombre de Omar To­rrijos Herrera, como homenaje póstumo a quien el 31 de julio de 1981 pereciera en lo que la versión oficial consideró accidente aéreo, mientras otros se inclinan por el atentado.
Con dolor algunos refieren el desdén con que las autoridades actuales tomaron la propuesta de la Fundación que lleva su nombre, para que las nuevas esclusas se bautizaran co­mo Torrijos-Carter; y no falta quien especu­la que tal vez la ausencia del expresidente estadounidense al acto inaugural guarde relación con este hecho.
Una avenida anexa al Canal lleva ese nombre y de forma aislada alguna escuela o en humildes comunidades, imágenes o inscripciones recuerdan al también llamado “el Vie­jo”, por sus más cercanos colaboradores.
Tras la muerte del General en 1981, el ae­ro­puerto internacional capitalino recibió su nom­bre, pero lo retiraron desde la invasión estadounidense de diciembre de 1989, sin que se hablara más del tema, ni siquiera en gobiernos liderados por el Partido Revolucionario De­mo­crático que él creó, recordó su secretaria personal Celia Gasnell.
“Mi corazón llora todavía la pérdida del amigo”, dijo recientemente un emocionado Ricardo de La Espriella, el octogenario ex­presidente (1982-1984) quien reiteró su re­chazo a la hipótesis del accidente y aseveró: “a Omar nos lo quitaron hace 35 años. ¿Quié­nes exactamente fueron? Es todavía una in­cógnita”.
El hecho causó “mucha alegría en sus enemigos y mucho dolor a quienes lo queríamos”, sentenció y coincidió con esta apreciación Gasnell, quien afirmó a Prensa Latina que llegó a una casa por aquellos días, donde estaban “celebrando y brindando algunos personajes que aún andan por ahí”.
En la doctrina de la “era democrática” en el tiempo transcurrido desde el golpe militar del 11 de octubre de 1968 hasta la invasión de 1989, Panamá estuvo sometida a la “dicta­dura” y atacan con énfasis al mismo nivel a las figuras de Torrijos y Manuel Antonio No­riega.
Según versiones de historiadores locales, la asonada castrense contra el presidente recién electo Arnulfo Arias, la encabezaron el ma­yor Boris Martínez y el teniente coronel José Humberto Ramos, quienes crearon una Jun­ta Provisional de Gobierno dirigida por los coroneles José María Pinilla y Bolívar Urrutia.
Pero en una revisión posterior de la historia, desde un inicio involucraron al entonces teniente coronel Torrijos como co-líder de la cúpula golpista, aunque disputas internas lo llevaron después a la cabeza del gobierno castrense.
Criterios minoritarios de investigadores se­ñalan que la participación de los militares en la política panameña después de 1968 debe ser dividida en tres partes cronológicas: la era to­rrijista del proceso revolucionario, el veranillo democrático del general Rubén Darío Pa­redes y la etapa norieguista.
Tal vez la historia se escriba con rigor investigativo algún día y Omar Torrijos ocupe en­tonces el lugar al parecer negado hasta el mo­mento, cuando en posiciones extremas lo califican unos de dictador y otros de promotor de los cambios necesarios, e interrumpidos in­ten­cionalmente con su muerte.
“Sentí que hubo dos explosiones; vimos un avión en llamas en el aire y luego el ruido al caer”, fue el testimonio entonces de un testigo presencial de la tragedia, según el colega René Hernández, el primer reportero en llegar a la escena, quien hoy se suma a la hipótesis del complot.
No pocos tienen la aprehensión de que fue un atentado, sospecha incrementada tras la desaparición del expediente después de la in­vasión de 1989, y la genialidad de Gabriel Gar­cía Márquez resumió las especulaciones: “Siempre tuve la impresión de que Torrijos corría muchos más riesgos de los que podía permitirse un hombre acechado con tantas amenazas”. (Corresponsal de Prensa Latina en Panamá)

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