lunes, 18 de mayo de 2015

LOS VASCOS NO ABANDONAN LA LUCHA

Gasteiz arma un «histórico» muro popular para proteger a los perseguidos
 
Aiala Zaldibar, Igarki Robles e Ibon Esteban siguen libres en el Aske Gune de la plaza de la Virgen Blanca de Gasteiz. La marcha contra los juicios políticos cerró con un llamamiento a proteger a los jóvenes a través de un «muro popular». Cerca de 500 personas se comprometieron a pernoctar en la céntrica plaza junto a los perseguidos.

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«Estamos haciendo algo histórico». Aiala Zaldibar, una de las tres jóvenes condenadas por la Audiencia Nacional española a seis años de cárcel por su actividad política puso en valor la importancia de Aske Gunea levantado en la plaza de la Virgen Blanca de Gasteiz. Junto a ella, Igarki Robles e Ibon Esteban, también sentenciados, se quitaban las máscaras y las pelucas para aparecer frente a las numerosas personas que abarrotaban ese enclave de la capital alavesa. Emocionada y serena, mostró su agradecimiento por el apoyo recibido y recordó a sus compañeros Xabat Moran, Marina Sagastizabal, Ainhoa Villaverde y Bergoi Madernaz. Ellos también querrían estar en la capital alavesa pero fueron arrestados antes de recibir la sentencia, una decisión que su defensa ha calificado de «ilegal». Tras las palabras de Zaldibar, los tres represaliados recuperaron el anonimato al confundirse entre los asistentes al muro popular. Por el momento la Ertzaintza no había hecho acto de presencia. Al cierre de esta edición no se detectaban movimientos y cerca de 500 personas se comprometían a pasar la noche junto a los jóvenes que aguardaban al raso.
Después de las experiencias que arrancaron en Gasteiz, y siguieron en Baiona, Donostia, Ondarroa, Iruñea, Gernika y Loiola, ayer volvía a tocar Gasteiz. La plaza de la Virgen Blanca se convirtió en el epicentro de una protesta desobediente y un minicampamento organizado hasta el más mínimo detalle: desde las asambleas para preparar el momento en el que la Ertzaintza haga acto de presencia hasta los turnos de comida, pasando por la limpieza del lugar.
Ánimos desde la prisión
«Nosotros somos vosotras y vosotros sois nosotras». Irati Tobar, una de las personas absueltas en el juicio contra los 28 jóvenes, puso en evidencia el caracter colectivo de la sentencia hecha pública hace dos semanas. Asimismo, quiso mandar un abrazo a las prisiones de Zaballa y Basauri, donde se encuentran Xabat Moran, Marina Sagastizabal, Ainhoa Villaverde y Bergoi Madernaz, los cuatro compañeros detenidos el pasado 6 de mayo. Los ánimos llegaban de vuelta mediante los familiares de los arrestados, así como los de Ekaitz Samaniego que siguió todo lo que ocurría en el centro de Gasteiz desde la prisión de Topas donde se encuentra a más de 450 kilómetros de Euskal Herria.
Nada más anunciarse que Zaldibar, Robles y Esteban (que es originario de Iruñea y que ha sido insistentemente buscado por la Policía española desde que se hizo pública la sentencia) se encontraban en Gasteiz, la plaza se convirtió en un aplauso colectivo. No era necesario recordar la motivación política del proceso ni las torturas padecidas. Sin embargo, Txerra Bolinaga, portavoz de Eleak, hizo hincapié en Hamaika Telebista en que no se trata de un juicio ni de una sentencia aislada. «Hace unos meses absolvieron a 40 jóvenes, pero en este caso han dado por buenas unas declaraciones realizadas en depencias policiales bajo tortura». Unos malos tratos denunciados por los jóvenes en distintos momentos del proceso pero que la sentencia trataba insistentemente de deslegitimar.
Con la Ertzaintza casi ausente desde que varias furgonetas abandonaron las inmediaciones de la Virgen Blanca nada más concluir la manifestación, los congregados ensayaban sus posiciones para cuando la Policía autonómica se presente definitivamente. Sentados de espaldas al andamio en el que se había instalado la megafonía, los participantes en el muro popular tomaban posiciones como si los agentes estuviesen ya allí. Como nexo de unión, una amplia red que servirá para poner las cosas más difíciles a los policías que acudan a detener a los jóvenes. También la labor en el exterior es importante. Desde allí, quien prefiere no formar parte del muro puede apoyar a los concentrados. Un trabajo en equipo que ponían en valor los organizadores haciendo del eslogan «de la solidaridad al comprimiso» un hecho.
Derecho a la disidencia
«Somos la única garantía para poner fin a los juicios políticos y las leyes de excepción», había señalado previamente Igarki Robles, nada más darse por constituido el Aske Gunea. El joven lanzó varios mensajes a la sociedad vasca, a la que instó a liderar la lucha por los derechos civiles y políticos y al Gobierno de Lakua, al que exigió que se comprometa con las soluciones y «tenga una actitud firme y coherente» frente a los juicios políticos. Por último, dirigió sus palabras hacia el Gobierno español. «¡Estamos hartas! No consentimos que sigan deteniendo, torturando y encarceladno a ciudadanas vascas. Seguiremos siendo disidentes. ¡Derecho a la disidencia política!», proclamó.
La tensión se simbolizaba a través de dos preguntas. Cuándo acudirá la Ertzaintza a la plaza y cuál será su actitud, teniendo en cuenta los violentos precendentes de otros muros populares. Sin embargo, también se intentaba pasar el tiempo con música (con actuación de Vendetta, bertsos, acordes de Fermín Balencia e incluso una interpretación de la madre de Igarki Robles), generando una extraña sensación festiva previa a la tormenta.
Con la plaza de la Virgen Blanca convertida en un espacio liberado, el Aske Gunea se autoorganizaba como una micro- ciudad con sus propias reglas. En una pequeña carpa se cocinaba para los 500 que pernoctarían allí mismo. En otra se atendía a la prensa internacional. Y desde el megáfono se anunciaba que tocaba prepararse para el plan nocturno. Cambio de posición y nuevo ensayo para la reubicación mientras se ultimaban los detalles para afrontar el frío de la noche.
Los congregados en la plaza y los miles de ciudadanos y ciudadanas que siguieron la jornada de ayer mediante los medios de comunicación y redes sociales abrieron los sacos de dormir pendientes de una sirena que anunciase la llegada de los uniformados. Al cierre de este número, Ibon Esteban, Aiala Zaldibar e Igarki Robles eran libres en el centro de Gasteiz.

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