domingo, 15 de septiembre de 2013

LUMUMBA SIGUE VIVO EN SU PUEBLO

Las crímenes sin cerrar del colonialismo


Una comisión pide investigar la muerte del exsecretario general de Naciones Unidas Dag Hammarskjold. Su fallecimiento se enmarca en uno de los periodos más convulsos contra las figuras independentistas en África

Sin embargo, Hammarskjold, quien se dirigía al Congo en misión de paz, ya había mostrado su apoyo a las autoridades centrales del país y al fallecido primer ministro, el pro-soviético Patrice Lumumba. Su avión se estrellaría antes de llegar al destino.El independentista  congoleño minutos antes de ser asesinado por belgas y yanquis ,mira firme a sus asesinos,no tiene miedo,como no lo tuvo Allende  ni el Che
Apenas han pasado unos minutos de la medianoche del 17 al 18 de septiembre de 1961 y en un bosque cercano a la localidad de Ndola, Rhodesia del Norte (actual Zambia), una maraña de metales fundidos rompe el silencio. En su interior, inerte, Dag Hammarskjold, secretario general de Naciones Unidas.
Esta semana, una comisión judicial exigía reabrir uno de los casos que mayor pie ha dado, en el último medio siglo, a teorías conspiratorias: la muerte del ex secretario general Dag Hammarskjold. Y, sobre todo, sus intereses ocultos.
«Hay pruebas convincentes de que su avión fue sometido a algún tipo de ataque o amenaza», asegura el informe de 63 páginas publicado por la comisión que encabeza el juez británico Sir Stephen Sedley.
La historia arranca un tiempo antes. Por aquel entonces, la antigua potencia colonial, Bélgica, junto Reino Unido y EE.UU, respaldaba un movimiento secesionista en la provincia congoleña de Katanga, rica en cobre, uranio y estaño, dirigido por Moise Tshombe.
«Nuestra respuesta a la pregunta planteada -si la ONU estaría justificada en reabrir su propia investigación a la luz de las evidencia disponibles- es firme: sí», reconoce la investigación, quien exige, además, a la agencia de seguridad nacional de Estados Unidos, NSA, que revele las comunicaciones interceptadas entre los aviones que en aquel momento se encontraban en el espacio aéreo de Zambia.
Las implicaciones no son menores. Con la muerte de Hammarskjold, se desencadenó uno de los periodos más convulsos en la región: en apenas 13 años, seis líderes independentistas africanos fueron asesinados por sus ex gobernantes coloniales.
Valga el caso paralelo de Patrice Lumumba como representación.
Elegido primer ministro del Congo en 1960 tras lograr el país africano la independencia de Bélgica, Lumumba sería ejecutado tan solo un año después de su toma de poder. Una muerte, sobre la que pendían numerosos intereses internacionales, y que todavía continúa rodeada de misterio. El pasado abril, en una carta dirigida al «London Review of Books», el laborista David Edward Lea revelaba que la entonces jefa del MI6 británico en Congo, Daphne Park, le confesó unos meses antes de morir, en marzo de 2010, que planeó la muerte de Lumumba por las sospechas de que acabaría dando su apoyo a la Unión Soviética.

De Marruecos a Mozambique

No fue el primer caso. En 1960, Felix Moumie, líder opositor de Camerún ya había sido envenenado en Ginebra, presuntamente, por los servicios secretos franceses. Tres años después, Sylvanus Olympio, líder de Togo, sería liquidado durante un pronunciamiento militar que contó con la participación de soldados galos.
Y abierta la veda, los crímenes no cesaron. A la muerte de Olympio, le siguieron, en 1965, la desaparición del opositor marroquí Mehdi Ben Barka, de quien nunca se encontró su cadáver; el asesinato del mozambiqueño Eduardo Mondlane mediante un libro-bomba (1969); así como la ejecución (1973) de Amílcar Cabral, líder independentista de Guinea Bissau y Cabo Verde.
Las heridas, no obstante, luchan por ser cerradas.
En mayo, el Gobierno de la República Democrática del Congo anunciaba que el próximo año emprenderá la edificación de una nueva ciudad en honor al símbolo de la independencia Patrice Lumumba. La localidad –de nombre Lumumbaville- se situará en la provincia central de Kassai-Oriental y será posible (al menos esa es la intención de Kinshasa) gracias a la financiación de donantes occidentales.
«Lumumbaville va a honrar la memoria de un gran hombre de Estado congoleño», reconoce el Gobierno de Kinshasa.
Dag Hammarskjold, mientras, espera.

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