La dirección del PC: unos luchan, otros se arrinconan
    
           
       
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     Escrito por Colectivo Acción Directa 
   
        
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 Y se dio lo esperable: 
el PC apoyará a Bachelet en las primarias del 30 de junio próximo y como
 de seguro vencerá, la avalarán en las presidenciales del 17/11. Así 
acordaron en reunión de su CC éste 25 de junio, cometiendo la 
inexcusable torpeza de apoyar a una candidata sin mediar un programa 
político.
   No
 fue un acuerdo fácil. Han ido en aumento las voces críticas a la 
política de seguidismo y de concesiones a la Concertación que hace rato 
impulsa la dirección comunista: “La línea que nos separa de ser comunistas o dejar de serlo es muy delgada”,
 había sentenciado, agorero y certero, un dirigente de las JJCC en 
reciente encuentro de ésta instancia. De hecho, en las últimas semanas 
varias células y militantes aislados, en Chile y el exterior, han 
comenzado a realizar trabajo político de base con organizaciones de la 
izquierda más allá de su tienda.  (Uno de los tantos ejemplos, lo 
constituye la valerosa actitud de la Militancia Comunista en Paine, el 
domingo 19 de Mayo en una actividad avalada por la concertación y la 
derecha con relación a los Compañeros Ejecutados Políticos tras el golpe
 cívico-militar, cuando ellos no ingresaron al Acto Oficial.  Por 
Facebook, igualmente se puede leer abiertas críticas de las bases del 
PC).  Inclusive, han surgido agrupaciones de desencantados que levantan 
una línea alternativa y autonómica de clase,[1]
 tratando de alejarse de aquellas reaccionarias prácticas que denunciara
 hace un siglo Recabarren y que hoy encarnan los próceres de la 
Concertación: “Es
 viejo en el mundo el sistema o táctica de servir a la clase 
capitalista, vestido de obrero y con lenguaje que parece destinado a 
servir a las clases obreras, pero que en realidad sólo sirven a los 
explotadores del pueblo” (“Buen Servidor de la Burguesía”, LER; 1914).  
 Con
 su apoyo a la candidatura que mejor representa a los partidos 
mantenedores de actual modelo de explotación y dominación, la dirección 
del PC culminó un proceso de entreguismo ideológico que comenzara en las
 presidenciales 2005. Entonces, fueron capaces de desconocer el acuerdo 
previo con sus socios del Juntos Podemos, de anular en la 2ª vuelta, 
decidiendo por sí solos secundar a la candidata (hoy pre-candidata) de 
la Concertación a cambio de la promesa de 5 puntos y cuyo gobierno jamás
 llegó a cumplir.
   La
 Concertación, en un doble y exitoso juego, logra sentar a la mesa del 
poder prestado y formal a un domesticado PC (a través de su actual 
Direccón), a la vez que se refocila con una renovada bocanada de apoyo 
electoral, que le ayuda a recuperar la hemorragia de votos que padece 
hace un lustro. Con esta integración, se termina de erigir un nuevo 
Bloque Político de Estado (BPE), el que ni siquiera se les pasó por la 
cabeza a quienes, a mediados de los “80, diseñaron el actual modelo 
político. Desde la derecha hasta las candidaturas más allá del PC, es 
casi completo el cuadro de jugadores que aceptan las reglas del juego de
 la Democracia de Baja Intensidad –‘Gorila’ se le decía antes- 
que heredáramos de la dictadura, que corona y blinda al sistema 
económico de extrema concentración y exclusión impuesto por el capital 
monopólico-financiero. 
  Concordamos
 con el viejo Moulian, cuando asegura que con la corrida del PC hacia la
 Concertación se crea un vacío en la izquierda en su conjunto, el que ya
 están llenando nuevos partidos y grupos, todos los cuales juegan el rol
 del reformismo de los actuales tiempos.[2]
 Lo que el famoso sociólogo no alcanza a avizorar es que los nuevos 
habitantes del locus dejado por el PC, a su vez, también dejan un 
espacio y este, asimismo, pasa a ser llenado por otros contingentes. 
Todo ello, en un desarrollo desigual y combinado, que de no ser 
adecuadamente manejado por los sectores consecuentes de la izquierda 
revolucionaria, de la izquierda anticapitalista, podría hacer aparecer a
 estos cada vez más aislados de sus bases sociales y políticas, 
apareciendo como portadores de un ultrismo relativo, proclamando una 
indeseable y calamitosa utopía, sí se les compara con todo lo positivo y
 ‘pragmático’ que promete la izquierda reformista y vacilante, cuyos 
abanderados aspiran hoy a ser parte de un gobierno, en nombre del 
pueblo.
 A
 fin de evitar lo anterior, aquellos que estamos por el cambio profundo 
de nuestra formación social, aquellos y aquellas que despliegan todos 
los colores, todas las texturas, todos los sueños, todos los estilos, 
todos los formatos, todos los saberes, todas las luchas, todas las 
Demandas, nos vemos más que nunca obligados a doblegar los esfuerzos por
 fundirnos y extendernos más profundamente en el Movimiento Popular, en 
todas sus expresiones y sectores: estudiantil, pueblos indígenas, 
trabajadores, pobladores, DDHH, en lo ideológico-cultural; a aferrarnos a
 las instancias de unidad y organización alternativas al sistema, 
evitando en la práctica la dispersión de los activos democráticos; a 
apoyar todas las demandas básicas y aquellas generales más sentidas por 
las masas, politizándolas y apoyándonos en ellas para levantar la 
organización con un contenido de clase proletario y autonómicamente de 
la influencia de las fuerzas del Bloque Político de Estado; a desplegar 
toda la fuerza posible en las coyunturas tradicionales populares y en 
aquellas que levanten conjuntamente las fuerzas de izquierda a fin de 
crear hechos políticos; a levantar en la lucha misma la organización del
 contrapoder del pueblo, el Poder Popular, y el programa que aseguren el
 avance a la revolución socialista en Chile.
 Nuestros
 candidatos, por decirlo de alguna manera, son LA ORGANIZACIÓN Y LA 
MOVILIZACIÓN DEL PUEBLO Y LOS TRABAJADORES DE CHILE; en una palabra, son
 LA UNIDAD Y LA LUCHA.
          Y, como se decía en los ’80: ¡EN LA LUCHA HAY VACANTE!
  Mayo 26 de 2013
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