La verdad para un diplomático
Fue secuestrado el 9 de agosto de 1976 junto con su
compatriota Crescencio Nicomedes Galañena Hernández, que fue
identificado hace nueve meses. Sus restos fueron hallados en un barril
relleno de cemento en un predio de San Fernando.
Los
restos del diplomático cubano Jesús Cejas Arias, secuestrado en Buenos
Aires durante la última dictadura y visto por última vez en cautiverio
en el centro clandestino Automotores Orletti, fueron identificados por
el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El cadáver fue
hallado hace un mes dentro de un tambor metálico de 200 litros,
rellenado con cemento, abandonado en un predio de la localidad de
Virreyes, partido de San Fernando. La identificación fue informada
oficialmente desde el juzgado de Daniel Rafecas, a cargo de la megacausa
que investiga delitos de lesa humanidad en jurisdicción del Primer
Cuerpo de Ejército.
Cejas Arias, de 22 años, fue secuestrado el 9 de agosto de 1976
junto con su compatriota Crescencio Nicomedes Galañena Hernández, que
tenía 27 años. Ambos acababan de salir de la embajada de Cuba donde
trabajaban. El secuestro se produjo en Barrancas de Belgrano, frente al
señorial club homónimo. El 13 de agosto, el diario La Opinión publicó
que “la embajada cubana en Buenos Aires está trabajando en estrecho
contacto con el gobierno argentino en la búsqueda de dos miembros de la
representación, acerca de quienes se presume que habrían sido
secuestrados”. El 16, la agencia Associated Press recibió un sobre, por
correo simple y con estampilla argentina, que contenía las credenciales
de ambos desaparecidos. Adentro había un texto en letra manuscrita,
despareja, que decía: “Nosotros (Jesús Cejas Arias y Crescencio
Galañena), ambos cubanos, nos dirijimos a usted para por este medio
comunicar que hemos desertado de la embajada para gozar de la libertad
del mundo occidental”. El texto no tenía firmas y la Cancillería
certificó la autenticidad de las credenciales, informó al día siguiente
La Opinión.Cejas Arias y Galañena Hernández estaban por entonces secuestrados en el centro clandestino Automotores Orletti, instalado por la SIDE en el barrio de Flores. Orletti, comandado por Aníbal Gordon y otros ex miembros de la Triple A, fue la sede local del Plan Cóndor, como se conoce la coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur.
El represor chileno Manuel Contreras Sepúlveda, ex jefe de la DINA, actualmente condenado en su país, habría admitido ante la jueza María Servini de Cubría que Michael Townley –a quien se atribuye ser miembro de la DINA de Pinochet y de la CIA– y el cubano-estadounidense Guillermo Novo Sampoll habrían viajado especialmente a la Argentina para interrogar en el centro clandestino a Cejas Arias y Galañena Hernández. “Ellos cooperaron en la tortura y el asesinato de los dos diplomáticos cubanos”, dijo Contreras.
Los restos de Galañena Hernández fueron encontrados en junio del año pasado, en el mismo predio en el que se concretó el hallazgo de Cejas Arias, cuando un grupo de chicos que jugaba se topó con un barril de metal oxidado del que sobresalían algunos huesos. En septiembre también se encontraron los restos de los argentinos María Rosa Clementi de Cancere –empleada de la embajada de Cuba en nuestro país– y de Ricardo Manuel González, también secuestrados durante agosto de 1976 y hasta ese momento desaparecidos. Los hallazgos se produjeron en un lugar donde se realizaban movimientos de tierra para aparentemente construir viviendas y donde había una tosquera. Los tambores estaban numerados y rellenos de concreto.
En todos los casos, los restos se hallaron en tambores de doscientos litros rellenados con cemento, la que constituyó una práctica sistemática y exclusiva de los represores que actuaron en Orletti para el ocultamiento de las víctimas asesinadas. Ese mismo año, 1976, fueron hallados siete tambores similares en un canal de San Fernando que contenían cadáveres de desaparecidos cubiertos de cemento. Los cuerpos fueron enterrados como NN en el cementario de San Fernando y tiempo después pudieron ser identificados. En 1989, se supo que uno de ellos era Marcelo Gelman, hijo del poeta y periodista Juan Gelman.
Según el comunicado difundido ayer desde el juzgado de Rafecas, en las tareas de remoción de suelos y búsqueda de restos encabezada por los antropólogos del EAAF intervienen también con maquinarias y personal técnico la Dirección Nacional de Vialidad, profesionales del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, con la colaboración logística de la municipalidad de San Fernando y la custodia de Gendarmería Nacional. En el caso participa la embajada de Cuba, y ya han arribado a Buenos Aires autoridades de ese país debido a la enorme trascendencia del hallazgo en términos de reparación histórica y para realizar los trámites tendientes a la entrega de los restos, para poder repatriarlos y llevarlos cerca de sus familiares residentes en Cuba. En una vereda de Barrancas de Belgrano, en el cruce entre La Pampa y Arribeños, una baldosa de color ocre colocada en 2011 los seguirá recordando en el lugar exacto donde fueron secuestrados.
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