martes, 5 de marzo de 2013

SIN EL ,EL PLANETA HUBIERA SIDO NAZI

Dictador o súperestrella, Stalin "vive" 60 años después de su muerte

Homenajes e indignación se suceden en Rusia al cumplirse el 5 de marzo un nuevo aniversario de su muerte. El presidente Putin encargó se escriba un libro de historia común a todo el país que no contenga contradicciones.

Retratos en autobuses, en imágenes religiosas o pósters de héroes: 60 años después de la muerte del dictador soviético Josef Stalin, Rusia revive el culto del histórico personaje. Nacido en 1879 como Josef Yugashvili, murió el 5 de marzo de 1953 a los 73 años. Mañana martes, cuando se cumplen 60 años de su desaparición, películas en la televisión estatal y conferencias recordarán al hombre que no sólo controló la Unión Soviética, sino todo el bloque europeo oriental.

Pero muchos se preguntan por qué se añora ahora en Rusia a un personaje represor, lo que ha desatado un fuerte debate en le país. "Stalin es celebrado por algunos como si se tratara de una superestrella", dijo el publicista Nikolai Svanidze en declaraciones al diario sensacionalista MK. "Ya no es el sangriento dictador, sino casi Jesucristo", escribe provocador. Svanidze critica que hoy en día se vuelva a "apretar las tuercas" a la población: "El pueblo no cuida la libertad y la democracia (...) y aprueba indiferente todo, está de acuerdo en todo. Y vuelve a odiar a América".

Activistas de los derechos humanos e historiadores denuncian desde hace años que tras una fase de apertura y cambio (Glasnost y Perestroika) muchos archivos siguen reservados. El esclarecimiento de los crímenes de Stalin sigue siendo difícil. Y a debate público no salen cuestiones como los campos de la muerte, el fusilamiento de eclesiásticos y otros inocentes, la hambruna de los tiempos soviéticos, o toda esa brutal inhumanidad de la época estaliniana, señalan.

La televisión pública presenta comprensivamente a Stalin como un hombre que tuvo que tomar decisiones difíciles en momentos difíciles. Los políticos defienden por ejemplo que la ciudad de Volgogrado vuelva a llamarse Stalingrado, y no sólo para las celebraciones. Opinan que el nombre retirado en 1961 en el marco de la "desestalinización" podría quizá recordar más duraderamente la victoria contra la Alemania de Hitler. E incluso un grafiti borrado y reescrito en el metro de Moscú vuelve a recordar hoy al dirigente soviético: "Stalin nos inculcó la fidelidad a la nación".

Muchos padres están indignados porque en las escuelas se enseñe a sus hijos que Stalin fue un "gestor efectivo" y fundador de una gran potencia mundial. La muerte de millones de personas y las represiones son cuestiones que quedan en un segundo plano. El historiador Alexander Vatlin, de la Universidad Lomonossov de Moscú, ve el peligro de que Stalin gane popularidad entre los jóvenes como "símbolo del valor y autoridad".

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha encargado la elaboración de un libro de historia unitario en el país que no contenga contradicciones. Y los analistas advierten que la figura de Stalin volverá a utilizarse para dividir a la sociedad y desviar la atención de cuestiones importantes. "Se habla tanto de Stalin porque falta una política real", comentó el escritor Michail Weller en una mesa redonda con motivo del aniversario. Rusia sigue sufriendo hoy en día las consecuencias de la economía estalinista, aseguró el economista Mijail Alexeyev durante un debate en Moscú. El mantenimiento de la propiedad estatal en algunas zonas da quebraderos de cabeza al país. Historiadores y politólogos toman la palabra, pero no hay una postura unitaria.

Según las encuestas, cada vez más rusos vuelven a ver al ex dictador de forma positiva. En torno al 48 por ciento de los encuestados considera que su papel fue bueno para la historia, según el instituto de sondeos Levada. Hace 15 años, el 60 por ciento de los rusos lo veían de forma negativa, un porcentaje que se reduce hoy al 22 por ciento. Y sobre todo los comunistas vuelven a poner claveles rojos en la tumba de su héroe en los muros del Kremlin.




Uno ya se ha hecho mayorcito,ha vivido mucho,en medio de un cambio de siglo,y no creo que pueda ver otro cambio,ni lo deseo.
Hoy,visto lo visto,la URSS y Stalin ,además de derrotar al nazismo y bajarle el orgullo a la raza "aria " de rubios,altos y de ojos celestes que viven en una pequeña península del continente euroasiatico y se creen con derecho a ser superiores.
El pueblo soviético,expandio la igualdad por el mundo y,claro tenían defectos,pero les frenaron las patas a los colonialistas y capitalistas.
Para ver lo que significó la caída de la URSS solo hace falta ver lo que tenemos ahora.
El neoliberalismo salvaje campeando por Europa,donde nacio y donde el comunismo le puso freno.
La criminalizacion de Stalin,con todos los argumentos del neoliberalismo actual,y con los "horrores"que se le conocen,es el mismo argumento que utilizan las derechas de todo el mundo  al dia de hoy,cuando ya no existe.
Stalin los derroto y los burgueses le siguen temiendo a ese comunismo y cuentan con los aliados de siempre,la socialdemocracia,los anticomunistas,los cobardes,los timoratos.
Stalin haría falta de vuelta,aunque sea para echar a patadas a la Merkel y los alemanes puros y superiores.  
  
 

El mapa del horror nazi se ensancha

Un estudio del Museo del Holocausto de Washington cifra en 42.500 los campos de la muerte, centros de trabajos forzados y guetos judíos implantados por Hitler

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Impresionante muro de víctimas, en el Museo del Holocausto de EE UU, en Washington.

Existen los grandes e infames nombres que siempre conformaron la cartografía del horror: Auschwitz, Dachau, Treblinka, Varsovia. Y luego viene el vasto e interminable universo de grandes, medianos o pequeños campos de concentración y guetos que formaron el corazón del régimen nazi. Ahora, un estudio elaborado por investigadores del Museo del Holocausto de Estados Unidos en Washington ha cifrado en 42.500 los centros de la tortura, el sufrimiento y la muerte pensados y puestos en marcha por los nazis.
El total es tan inmensamente superior al que se creía hasta ahora que puede que la historia del Holocausto esté a punto de ser reescrita. De hecho, el hallazgo realizado por Geoffrey Megargee y Martin Dean —principales responsables del proyecto— es de tal envergadura en los números que aporta que ha caído como una auténtica bomba entre los especialistas del horror nazi y la solución final.
Según Megargee y Dean, entre 15 y 20 millones de personas murieron o fueron prisioneras en algunas de las instalaciones que el régimen nazi creó en Alemania o en sus países ocupados desde Francia a Rumanía, y que ahora se identifican en una gran enciclopedia cuyo último volumen está previsto que vea la luz en 2025. Los lugares ahora documentados no solo incluyen centros de la muerte, sino también 30.000 campos de trabajo forzado, 1.150 guetos judíos, 980 campos de concentración, 1.000 campos de prisioneros de guerra, 500 burdeles repletos de esclavas sexuales para los militares alemanes y miles de otros campos cuyo uso era practicar la eutanasia en los ancianos y enfermos, practicar abortos y germanizar a los prisioneros.
Hartmut Berghoff, director del Instituto Histórico Alemán en Washington, explica que cuando el Museo del Holocausto comenzó esta meticulosa investigación, “se creía que el número de campos y guetos estaba en los 7.000”. Partes enteras de la Europa en guerra se convirtieron en agujeros negros de muerte, tortura y esclavismo con la creación de campos y guetos durante el reinado de brutalidad de Hitler entre 1933 y 1945. “Ahora sabemos cómo de densa fue esa red, a pesar de que muchos campos fueran pequeños y tuvieran una vida corta”, explica.
Partes enteras de la Europa en guerra se convirtieron en agujeros negros de muerte, tortura y esclavismo con la creación de campos y guetos durante el reinado de brutalidad de Hitler entre 1933 y 1945
En un principio, los campos se construyeron para encerrar a los oponentes políticos del régimen, pero a medida que el nazismo se extendía como un cáncer por Europa, no solo se dio caza a los judíos sino también a gitanos, homosexuales, polacos, rusos, comunistas, republicanos españoles… Dependiendo de las necesidades de los nazis, los campos y los guetos variaban de tamaño y de organización, concluye el estudio.
El mayor gueto de triste fama es el de Varsovia, que durante su mayor ocupación albergó a 500.000 personas. El campo más pequeño identificado ahora por los investigadores del Museo del Holocausto tenía a una docena de personas realizando trabajos forzados en München-Schwabing (Alemania).
La investigación se ha alargado 13 años, a lo largo de los cuales las cifras del horror fueron creciendo sin parar a manos de los especialistas... hasta llegar a esos 42.500. El mapa que dibujan estos números ofrece una fotografía en la que literalmente no se podía ir a ningún lugar de Alemania sin encontrarse con un campo de trabajo o de concentración.
Durante años, muchos investigadores han centrado su trabajo en sacar a la luz a todas las víctimas del Holocausto, que muchos consideraban que era muy superior a la que se cita en los libros de texto. El número de judíos víctimas del nazismo se cifra en seis millones.
El hallazgo es un argumento más para combatir a los revisionistas y negacionistas del Holocausto
La investigación no solo abre la puerta a un nuevo capítulo de lo que la terminología nazi denominó la solución final, sino que posibilitará a los supervivientes del Holocausto presentar demandas o recuperar propiedades que les fueron robadas. Hasta la fecha, muchas peticiones a las compañías de seguro eran rechazadas porque las víctimas decían haber estado en un campo del que no se tenía registro. Eso acaba de cambiar. Aunque en opinión del profesor Berghoff, decir que la historia se va a reescribir sería “una exageración”. “La historia del Holocausto y su dimensión ya se conoce de sobra. Pero estamos sabiendo nuevos detalles, lo que es muy importante y deja los contornos mucho más claros”, apunta.
El trabajo ha recopilado documentación aportada por más de 400 investigadores e incluye también relatos de primera mano de las víctimas que describen con precisión cómo funcionaba el sistema y cuál era su propósito. Para algunos analistas, el hallazgo no solo es una herramienta fundamental para estudiosos y supervivientes sino un argumento más para combatir a los revisionistas y negacionistas del Holocausto.
El caso personal de Henry Greenbaum, superviviente del Holocausto, de 84 años y que vive a las afueras de Washington, queda recogido en la investigación del Museo. Es un claro ejemplo de la amplia variedad de sitios que los nazis utilizaron para aniquilar a los que consideraban enemigos de su doctrina. Greenbaum pasa hoy sus días mostrando el Museo del Holocausto a los visitantes. En su brazo está tatuado el número que el régimen le asignó: A188991. Su primera reclusión fue en el gueto de Starachowice (en su Polonia natal), donde los alemanes le encerraron a él y a su familia junto a otros habitantes judíos en 1940. Greenbaum tenía entonces 12 años.
Su familia fue enviada a morir en el campo de Treblinka, mientras él y su hermana fueron destinados a un campo de trabajos forzados. Su siguiente destino fue Auschwitz, de donde fue sacado para trabajar en una fábrica —también en Polonia— y después enviado a otro campo de trabajo en Flossenbürg, cerca de la frontera checa. Con 17 años, Henry Greenbaum había pasado por cinco encierros distintos e iba camino del sexto campo cuando fue liberado por los soldados norteamericanos en 1945.

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