Mujeres favorables al velo islámico se manifiestan Túnez
Por
ahora no son la mayoría, pero el activismo de estas mujeres a favor del
derecho a usar el "niqab"-velo integral que las cubre de pies a cabeza-
plantea un conflicto político entre los que defienden un Túnez laico y
quienes apoyan un proyecto de islamización de la sociedad.
En el Chile de Allende las mujeres eran las principales opositoras,en las mesas femeninas de Argentina,ganaban siempre los opositores al peronismo que les había dado el voto femenino,en España ,el 65 % de las mujeres vota a la derecha e inclusive son fascistas ...
En el Chile de Allende las mujeres eran las principales opositoras,en las mesas femeninas de Argentina,ganaban siempre los opositores al peronismo que les había dado el voto femenino,en España ,el 65 % de las mujeres vota a la derecha e inclusive son fascistas ...
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Enviada especial
Aprovechando el Foro Social Mundial (FSM), que tiene lugar en el Campus El Manar de Túnez, un grupo de jóvenes universitarias reivindicó su derecho a estar cubiertas completamente con una vestimenta que sólo deja sus ojos a la vista y que de cara al mundo occidental es símbolo del islamismo radical.
Quieren que las dejen presentarse vestidas así a dar examen en la universidad, algo que desde hace décadas está prohibido en este país árabe -considerado el más secular del magreb- y que ahora mismo depende casi en exclusivo de la voluntad de cada centro de estudio.
“Es mi libertad, y tengo derecho a estar vestida así, de acuerdo con mi religión”, dijo a Télam Aya Bonchimila, estudiante de ingeniería, cubierta con un “niqab” color chocolate.
“Me siento bien así, es mi elección, pero la Universidad no lo respeta y dice que no puedo estudiar”, añadió esta joven de 21 años, sentada delante de carteles reivindicatorio.
El argumento que utilizan los centros es la dificultad de comunicación e identificación de los alumnos, pero en el fondo el debate pasa por no dejar que el islamismo avance en un ámbito laico como la universidad.
Para Aya llevar niqab es una “obligación” como musulmana, pero su amiga Tayssir Trabaelsi, de su misma religión, no está de acuerdo: “No comparto su opinión aunque apoyo que tenga la libertad de utilizar el velo”, sostuvo.
De hecho, esta joven de 22 años que estudia para traductora, y que lleva un “hijab” con tonos rojos -el pañuelo en la cabeza que es más una tradición cultural-, señaló que no se siente “menos musulmana por no llevar el velo integral”.
El 99 % de los seguidoros del papa son mujeres.
Después del estallido de la revuelta que inició la llamada Primavera Arabe y con la llegada al poder del partido islamista Ennahda (Partido del Renacimiento), el “hijab” regresó con fuerza a las calles tunecinas y a la universidad.
Meses antes ya se había convertido en un símbolo de la libertad y la rebelión que derrocó en enero de 2011 al régimen de Zine el Abidine Ben Ali, quien había vetado su uso en todos los edificios públicos desde escuelas hasta ministerios, lo que llevó también a muchas empresas a seguir el ejemplo.
La medida era parte de una política de represión más amplia contra los movimientos islamistas en ascenso y que habían ganado terreno en el campo social.
Pero la prohibición del "hijab" –el "niqab" no era usado en Túnez como vestimenta tradicional- regía ya desde que el presidente Habib Bourguiba promulgó en 1956 el Código de Estatuto Personal que instauró la igualdad de los sexos en amplios sectores, otorgando a la mujer tunecina un estatus único en la región.
La nueva etapa de transición democrática se presentó ahora como terreno de batalla entre los grupos seculares e islamistas y generó temor en muchas mujeres a perder las conquistas conseguidas.
En ese sentido, la militancia a favor del “niqab” aparece como un imposición de los grupos salafistas (islamistas norafricanos) que ejercen cada vez más presión sobre el gobierno.
Algunos jóvenes universitarios no se oponen a que sus compañeras utilicen el velo integral y de hecho han protestado ya en los últimos meses apoyando este reclamo. Otros, en cambio, creen que se trata de algo “peligroso” para el secularismo universitario.
“El tema es delicado, requiere un debate, pero igualmente no creo que se deba permitir una vestimenta que no es segura para muchas actividades y que generalmente es una imposición, aunque digan lo contrario”, sostiene Asma Smadlhi, estudiante de inglés, de 21 años.
Según Asma, tampoco contribuye al debate el otro extremo al niqab, el caso de la joven tunecina Amina, de 19 años, que difundió en las redes sociales una foto suya en topless con una frase en árabe en defensa de los derechos de la mujer y recibió una condena a muerte por parte de un clérigo musulmán.
“Es muy naif salir en una foto sin tener en cuenta el contexto y sin poder responder después con argumentos firmes a una sociedad como la nuestra”, añade Issrar Chameka, otra estudiante, que igualmente aclara que es una barbaridad que se diga que será lapidada.
“Nada de todo esto es bueno para las que nos consideramos feministas”, sentenció esta joven.
En el FSM, la cita anual del movimiento anticapitalista, hay lugar para todos, aunque el rol de la mujer en el mundo árabe está teniendo un espacio destacado en los múltiples talleres y debates organizados hasta el próximo sábado.
Aprovechando el Foro Social Mundial (FSM), que tiene lugar en el Campus El Manar de Túnez, un grupo de jóvenes universitarias reivindicó su derecho a estar cubiertas completamente con una vestimenta que sólo deja sus ojos a la vista y que de cara al mundo occidental es símbolo del islamismo radical.
Quieren que las dejen presentarse vestidas así a dar examen en la universidad, algo que desde hace décadas está prohibido en este país árabe -considerado el más secular del magreb- y que ahora mismo depende casi en exclusivo de la voluntad de cada centro de estudio.
“Es mi libertad, y tengo derecho a estar vestida así, de acuerdo con mi religión”, dijo a Télam Aya Bonchimila, estudiante de ingeniería, cubierta con un “niqab” color chocolate.
“Me siento bien así, es mi elección, pero la Universidad no lo respeta y dice que no puedo estudiar”, añadió esta joven de 21 años, sentada delante de carteles reivindicatorio.
El argumento que utilizan los centros es la dificultad de comunicación e identificación de los alumnos, pero en el fondo el debate pasa por no dejar que el islamismo avance en un ámbito laico como la universidad.
Para Aya llevar niqab es una “obligación” como musulmana, pero su amiga Tayssir Trabaelsi, de su misma religión, no está de acuerdo: “No comparto su opinión aunque apoyo que tenga la libertad de utilizar el velo”, sostuvo.
De hecho, esta joven de 22 años que estudia para traductora, y que lleva un “hijab” con tonos rojos -el pañuelo en la cabeza que es más una tradición cultural-, señaló que no se siente “menos musulmana por no llevar el velo integral”.
La nueva etapa de transición democrática se presentó ahora como terreno de batalla entre los grupos seculares e islamistas
El 99 % de los seguidoros del papa son mujeres.Después del estallido de la revuelta que inició la llamada Primavera Arabe y con la llegada al poder del partido islamista Ennahda (Partido del Renacimiento), el “hijab” regresó con fuerza a las calles tunecinas y a la universidad.
Meses antes ya se había convertido en un símbolo de la libertad y la rebelión que derrocó en enero de 2011 al régimen de Zine el Abidine Ben Ali, quien había vetado su uso en todos los edificios públicos desde escuelas hasta ministerios, lo que llevó también a muchas empresas a seguir el ejemplo.
La medida era parte de una política de represión más amplia contra los movimientos islamistas en ascenso y que habían ganado terreno en el campo social.
Pero la prohibición del "hijab" –el "niqab" no era usado en Túnez como vestimenta tradicional- regía ya desde que el presidente Habib Bourguiba promulgó en 1956 el Código de Estatuto Personal que instauró la igualdad de los sexos en amplios sectores, otorgando a la mujer tunecina un estatus único en la región.
La nueva etapa de transición democrática se presentó ahora como terreno de batalla entre los grupos seculares e islamistas y generó temor en muchas mujeres a perder las conquistas conseguidas.
En ese sentido, la militancia a favor del “niqab” aparece como un imposición de los grupos salafistas (islamistas norafricanos) que ejercen cada vez más presión sobre el gobierno.
Algunos jóvenes universitarios no se oponen a que sus compañeras utilicen el velo integral y de hecho han protestado ya en los últimos meses apoyando este reclamo. Otros, en cambio, creen que se trata de algo “peligroso” para el secularismo universitario.
“El tema es delicado, requiere un debate, pero igualmente no creo que se deba permitir una vestimenta que no es segura para muchas actividades y que generalmente es una imposición, aunque digan lo contrario”, sostiene Asma Smadlhi, estudiante de inglés, de 21 años.
Según Asma, tampoco contribuye al debate el otro extremo al niqab, el caso de la joven tunecina Amina, de 19 años, que difundió en las redes sociales una foto suya en topless con una frase en árabe en defensa de los derechos de la mujer y recibió una condena a muerte por parte de un clérigo musulmán.
“Es muy naif salir en una foto sin tener en cuenta el contexto y sin poder responder después con argumentos firmes a una sociedad como la nuestra”, añade Issrar Chameka, otra estudiante, que igualmente aclara que es una barbaridad que se diga que será lapidada.
“Nada de todo esto es bueno para las que nos consideramos feministas”, sentenció esta joven.
En el FSM, la cita anual del movimiento anticapitalista, hay lugar para todos, aunque el rol de la mujer en el mundo árabe está teniendo un espacio destacado en los múltiples talleres y debates organizados hasta el próximo sábado.
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