Je me souviens
Por eso, porque Felipe era un lagarto y Zapatero un vendido, hay que entregarle todo al PP: hasta nuestra inteligencia.
Pues sí, je me souviens, como
Georges Pérec, estuve allí, aún no tenía ni veinte años cuando el PSOE
ganó las elecciones en 1982, y recuerdo el entusiasmo incluso de quienes
habíamos depositado un voto inútil (es decir, a la izquierda), claro
que me acuerdo y por eso mismo, porque je me souviens, j’accuse, como Émile Zola: el PSOE es el creador del 15-M.
Pocos partidos en la historia de España obtuvieron un apoyo tan masivo
al llegar al poder como aquel PSOE de hace treinta años. ¿Qué hicieron
con aquel capital de entusiasmo? Defraudar y derrocharlo en cuartos de
baño (Boyer), en defender el Estado de Derecho desde las cloacas (el
GAL), en menospreciar en público a los estudiantes que se oponían a la
LOGSE (Rubalcaba), en bombardear Yugoslavia (Solana) o en cultivar
bonsáis enanos como emblema de la reducción de cabezas a la que se
consagraron con fanático empeño de jíbaros. La derecha jamás decepcionó a
nadie, pero el PSOE lleva sobre sus hombros la responsabilidad de haber
defraudado a toda una generación hasta expulsarla de la política (y de
paso hasta del empleo). Quien convenció a los españoles de que la
democracia era una filfa fue aquel Felipe González al que Sánchez
Ferlosio definió con acierto: “gatazo blanquinegro y tontiastuto,
castrado, gordinflón y satisfecho", el mismo que hablaba de la
“desmovilización” y del “sosiego” (su palabra favorita, llegó a decir).
Todos aquellos tipos, a los que la victoria electoral sólo les sirvió
para ponerse en astillero y repartirse consejos de administración (con
Juan Luis Cebrián a la cabeza) son los culpables del “desprestigio de
las instituciones”, del que ahora se escandalizan con gazmoñería monjil.
Tenían un apoyo unánime y ni por vergüenza torera fueron capaces de
arrimarse: convencieron a todo el mundo de que los políticos eran todos
iguales y certificaron la inutilidad del parlamento. El 15-M, tomar la
calle, acampar en Sol, no es más que una respuesta al impudor del PSOE.
Porque aquel PSOE es el mismo de ahora: la última decisión de Zapatero,
antes de despedirse, con el Gobierno ya en funciones, fue el indulto
para el consejero delegado del Santander. ¿Cuántos años lleva ya el PSOE
convertido en mal menor? ¿Cuántas veces seguirá aún pidiendo el voto
“para no ceder ante la derecha”?
Estoy hasta la
coronilla del argumento del mal menor y de acuerdo con mi amigo Antonio
Orejudo, señor Saint-Exupery. Lo único que quizá ayudaría un poco sería
que el PSOE entero pidiera el alta en el PP, donde iban a estar la mar
de a gusto y tanto tienen que aportar: así podríamos barajar y volver a
repartir cartas que no estén marcadas.
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