miércoles, 21 de noviembre de 2012

INDEPENDENTISMO CATALAN Y VASCO

Cuando Mas es menos

Tras el anuncio del adelanto de las elecciones autonómicas en el Principat de Catalunya hemos visto cómo Artur Mas, presidente de la Generalitat, en una mediatizada puesta en escena, ha presentado una supuesta hoja de ruta hacia la independencia del Principat. 30 años de gestión regionalista, continuos pactos a nivel estatal con el partido del gobierno de turno en la Moncloa, el pacto fiscal como bandera y la defensa de «políticas españolistas» (tal y como expresaba su histórico expresidente Jordi Pujol en una reciente charla junto con un ex secretario general de la OTAN) han sido los ejes centrales del accionar político de Convergència i Unió.
Pero hoy vemos cómo tras una histórica manifestación en Barcelona CiU dice haber cambiado sus anhelos de encaje en España por un supuesto rupturismo. Cambio este, promulgado y aplaudido por el totum revolutum representado en la Asamblea Nacional Catalana.
Tras una legislatura marcada por un recorte sistemático y brutal de los servicios sociales, mediante una estrategia compartida con el gobierno central y auspiciada por la burguesía catalana, ahora observamos cómo CiU dice hacer suya una reivindicación expresada popularmente. Es decir, lo radicalmente opuesto a la actitud represiva que mantiene para con ese mismo pueblo en las centenares de manifestaciones, encierros, protestas o huelgas contra los recortes.
Una delegación de Askapena estuvo recientemente en los Països Catalans, pudiendo participar en la Diada de Barcelona y tomar el pulso al momento político. Nos gustaría aclarar determinados conceptos que se esconden tras este juego político teniendo en cuenta, además, la gran repercusión mediática que en Euskal Herria está teniendo por razones más que obvias. Una repercusión que en muchos de sus casos, a nuestro entender, no ha reflejado este proceso en su totalidad.
Primeramente hay que señalar la compenetración casi carnal entre la Generalitat y el Gobierno español a la hora de aplicar los recortes. Afable relación solo algo más incómoda para los regionalistas en el momento que el PP ha propuesto medidas de recentralización.
Tras intentos desesperados y fallidos por introducir el pacto fiscal como bandera en las crecientes movilizaciones soberanistas la burguesía catalana ha adoptado el difícil camino de intentar nuevamente el encaje dentro de la España que por razones económicas y políticas necesita.
Con La Caixa, Abertis, Gas Natural Fenosa, Freixenet o el Grupo Godó a la cabeza, esta alta burguesía dependiente del Estado español ha resituado, en esta nueva coyuntura, a su principal representante político, Convergència i Unió. De esta manera se entiende el adelanto de las elecciones, en busca de una mayoría absoluta que les proporcione libertad de acción. Libertad principalmente para continuar con los recortes mientras se desarrolla la supuesta hoja de ruta hacia una consulta que pudiera acabar en la creación de un estado propio.
Estado Propio es precisamente el primer concepto que queremos desgranar. CiU habla de la necesidad de Catalunya a tener estructuras y voz propias, obviando utilizar el concepto de independencia. Esta ambigüedad intencionada deja más que abierta la puerta a la posibilidad de un escenario similar al vivido en Quebec durante su referéndum de 1980, cuestión en boca de más de un miembro de CiU estos días. Es decir, un escenario donde se hable de la facultad de crear leyes, de cobrar impuestos, de gestionar las relaciones internacionales, de tener una gestión cultural propia... Pero también un escenario de asociación económica entre iguales, de embajadas y ejército compartidos y diversos organismos comunes... Lo que en Euskal Herria alguno, mediante una pirueta lingüística, se atrevió a definir como soberanía compartida. Un cambio en las estructuras de gestión lo suficientemente novedoso como para calmar el auge de un independentismo huérfano de proyecto político, sin cambiar la caracterización de las estructuras de dominación perpetuando de esta manera a los mismos actores en la gestión del verdadero timón político: el poder económico y financiero.
El principal actor a nivel social de este movimiento por la independencia es la Asamblea Nacional Catalana. Organismo que reúne a la mayoría del espectro político catalanista del Principat teniendo como único punto en su agenda la reclamación de la independencia del Principat. Detrás de ese común denominador independentista se esconde un requisito consensuado por los representantes de este independentismo transversal: «estado propio sí pero dentro de la Unión Europea», tal y como rezaba la pancarta de la manifestación en la Diada «Catalunya, nou estat d'Europa». Algo tan sensible como la pertenencia a una supraestructura capitalista marcada ideológicamente desde su nacimiento no ha sido objeto de debate y se impone como condición para esta acumulación de fuerzas.
No nos extenderemos explicando lo evidente y lo resumiremos diciendo que la independencia y esta Unión Europea en manos del FMI, del Banco Mundial, de la OTAN, del control autárquico de Alemania... son conceptos antónimos per se.
En la definición del sujeto político, del respeto o no a la territorialidad, a excepción de la Esquerra Independentista, los partidos políticos del Principat representados en la ANC han declinado crear una estrategia nacional y han decidido dirigir sus reclamas políticas, en un ejercicio de pragmatismo político, a una parte del territorio.
Por un lado, tenemos la renuncia histórica de la derecha regionalista al marco nacional. Posición esta basada en meros intereses de partido ya que CiU es consciente de que su hegemonía en el Principat se diluye dentro el marco político nacional. Accionar político muy conocido por nuestros lares y que seguramente vivió su máxima expresión con la ruptura del acuerdo de Lizarra-Garazi por el PNV.
Para otras fuerzas, en cambio, el argumento para la renuncia al marco nacional es «la política de ritmos diferentes». O dicho de otra manera, estas fuerzas plantean la unidad del territorio como una utopía inalcanzable y esgrimen la supuesta llegada de un momento histórico que no permite «esperar» más. Para maquillar esta renuncia, a este discurso se le suele añadir el siguiente argumento: «desde un estado independiente daríamos al resto del territorio el ejemplo a seguir, hasta conseguir la reunificación». Ahora bien, ya sabemos cuál será el ejemplo a seguir que nos ofrecerán los que lideran este proceso: la creación, en el mejor de los casos, de un estado supeditado a las tesis del mayor asesino de culturas y pueblos sin estado que hemos conocido: el capitalismo. Podríamos afirmar irónicamente que de ser así, el único espacio realmente independiente dentro del territorio sería Eurovegas.
La historia nos ha dado diversos ejemplos (no hace falta traer a colación el más que conocido y cercano caso de Irlanda) de cómo la creación de nuevas fronteras internas trae consigo una profundización en la diferencias creadas por las fronteras impuestas, el aumento de la represión en el resto del territorio y un alargamiento del conflicto político.
Compañeras de Askapena pudimos ver in situ la cantidad y la diversidad de la gente que salió a la calle en la Diada. Personas cansadas de la histórica negación del Estado español para con su tierra. Catalanas que han dicho prou!, ¡basta ya! a ser meras espectadoras del futuro. Y es este hecho el que aplaudimos y valoramos. El hecho de que una gran parte de la sociedad se pregunte cómo se quiere organizar y lo debata superando la barrera ideológica de la legalidad española impuesta. Le damos la bienvenida al igual que gran parte del movimiento popular catalán y el conjunto de la Esquerra Independentista de los Països Catalans. Sabemos que el movimiento de izquierdas independentista catalán sabrá adecuarse a esta coyuntura para seguir fortaleciendo el proyecto de unidad popular. Lucha no exenta de dificultades pero que sigue dando frutos; tales como el nacimiento de la organización juvenil unitaria ARRAN o la paulatina expansión de las CUP, que tras una larga reflexión ha decidido presentarse por primera vez a las elecciones autonomicas.
Unidad popular de todos y todas las que al gritar independencia ven más allá de un cambio de bandera y luchan por la autogestión, sin injerencias, de todos y cada uno de los aspectos que conforman el pueblo que habla una misma lengua y vive una misma cultura desde Salses a Guardamar y desde Fraga a Maó.

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