miércoles, 19 de septiembre de 2012

UNA PERSONA MUY REALISTA

De luchar por la república a acatar la monarquía

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Fallecido ayer en su domicilio de Madrid, a lo largo de su casi un siglo de vida, Santiago Carrillo, ha sido protagonista desde la guerra civil hasta la denominada «transición» del posfranquismo, y a la que contribuyó de forma esencial. Nacido en el seno de una familia ligada al PSOE, él mismo inició su vida política en ese partido, que en 1936 abandona por el PCE, donde rápidamente se integra en las estructuras dirigentes. En la guerra participa en la defensa de Madrid y tras la derrota de las fuerzas republicanas inicia su vida en el exilio y se encarga de la organización del PCE en el interior del Estado español. Desde 1946 su influencia aumenta, aliado a la entonces secretaria general, Dolores Ibarruri «Pasionaria». En 1960 la sustituye en el cargo, que ocupará durante 22 años. Desde la invasión de Checoslovaquia por parte de la URSS empieza acercarse a las tendencias del italiano Enrico Berlinguer y el francés Georges Marchais, tejiendo lo que se conocerá como «eurocomunismo» en la década siguiente.
En 1977 pactó con Adolfo Suárez las condiciones de la legalización del partido, que se concretaría el «Sábado Santo Rojo» de 1977. Según el análisis de Carrillo, el acuerdo -que supuso acatar la monarquía y la bandera rojigualda- rompió en dos el bloque franquista. Pero, al mismo tiempo, desconcertó a la militancia comunista tras décadas de clandestinidad y supuso que la que había sido la fuerza política española hegemónica contra el franquismo comenzara su decadencia.
La decepción de los resultados electorales y la estrategia de acuerdos con el régimen, como los Pactos de la Moncloa, intensificó las pugnas internas. Con el partido sumido en una crisis permanente, en 1982 renuncia a la secretaría general en favor de Gerardo Iglesias, en un proceso que acabaría con su expulsión. Apartado de la política activa, participaba, con el inseparable cigarrillo, en conferencias y tertulias radiofónicas.

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