lunes, 12 de marzo de 2012

NO ROMPAN MAS LAS B+++++EVITA HAY UNA SOLA

La impronta Evita

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Por Andrés Fidanza

En la autobiografía que firmó, pero que aparentemente no escribió del todo, María Eva Duarte de Perón contaba dramáticamente: "Recuerdo muy bien que estuve muchos días triste cuando me enteré de que en el mundo había pobres y había ricos; y lo extraño es que no me doliese tanto la existencia de los pobres como el saber que al mismo tiempo había ricos". El libro "La razón de mi vida" —más un manifiesto de sensibilidad social y lealtad política hacia Perón que un texto con detalles de la propia vida— fue escrito y publicado cuando ya estaba avanzado el cáncer de útero que mató a Eva a los 33 años. Lo que hoy se diría, una joven de 33 años. Ahora, en el año evitista en que se cumplen 60 años de su muerte, el legado de su rabia interclase perdió impacto y algo de novedad. Y mucho más se apagó el odio y la indignación que despertaba entre "los oligarcas", con sus acciones y frases arrebatadas. La Eva Perón que, desde el mural del Ministerio de Acción Social y por iniciativa arquitectónica de Cristina Kirchner, mira con gesto combativo hacia el norte de la Capital ya no causa el enojo visceral que en los primeros cinco años de peronismo. Y la Eva dulce que, desde la otra cara del edificio plantado en plena Avenida 9 de Julio, regala una mirada compasiva hacia el sur de la Ciudad —"hacia las fábricas, hacia esos puentes donde miles de trabajadores cruzaban un 17 de octubre para liberar a Perón", según describió CFK durante la inauguración del mural— tampoco genera las mismas adhesiones fanáticas que en la época dorada del justicialismo, cuando Eva era una madre simbólica que, si se hacía el suficiente tiempo de cola, escuchaba necesidades y aportaba soluciones concretas para sus "grasitas". Pero aunque ya no sea una imagen obligada en las casas de los más pobres, Evita mantiene su estatus de figura histórica querible; a la vez que el peronismo sostiene y multiplica su récord electoral de sello político ganador. Un récord actualmente encarnado por CFK, quien citó afectuosamente a Eva en dos de sus últimos tres discursos, incluido el de la maratónica apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. La presidente, además, con su abrumadora reelección de octubre pasado, con su orgullo y su personalismo, con su retórica conceptual, con sus formas de ama de casa y también con su coquetería, representa la marca evitista más vigente y premonitoria: la legitimación social de la ambición femenina por el poder.

Tal como escribe esta semana Lizzie Crocker en Newsweek de Estados Unidos, "es difícil dejar de ver la influencia de Evita en el surgimiento de mujeres líderes en la actualidad". Y es precisamente en Broadway, Manhattan, donde se reestrenará Evita, el famoso musical de Andrew Lloyd Webber (más famoso en Broadway que en Buenos Aires, donde la versión espectacular de la biografía de Evita nunca prendió del todo), esta vez protagonizada por la actriz y cantante argentina Elena Roger.

Sobre esa fascinación for export que genera Eva, reflexionó CFK en una de las sucesivas notas al pie que verbalizó durante la apertura de la sesión número 130 del Congreso Nacional. No rebajó la tendencia turística y, por el contrario, se lamentó de que Cindy Crawford, "una modelo muy importante norteamericana", pidiera ir a conocer la tumba de Eva en el cementerio de la Recoleta, en pleno contraste con la supuesta indiferencia de "otros" argentinos, quienes "sí deberían agradecerle por lo menos haber construido conceptos como el de la justicia social y la equidad social".

La evocación presidencial de Evita no es un recurso clásico de su oratoria pública. Entre 2011 y lo que va de 2012, Cristina Kirchner acumuló 128 discursos, en los que citó a Eva (a veces como "Evita", otras como "Eva Perón" y hasta por completo y con apellido de soltera incluido: "Eva Duarte de Perón") en 16 oportunidades, seis veces menos de las que mencionó a Juan Domingo Perón o a su gobierno. Conclusión: apenas en uno de cada diez discursos homenajeó al matrimonio de los intocables, los próceres y socios fundadores del PJ.

Pero ni siquiera tan intocables, porque CFK también se animó al desafío y la competencia justicialista histórica, tanto con él como con ella. Durante su reasunción presidencial y en el contexto de la puja política con la CGT moyanista, a Perón le dedicó un irónico "Ah, no había conflictos con Perón..."; y comentó calculadamente que la Constitución de 1949 (la de Arturo Sampay) no incluía "el derecho de huelga".

Durante el reciente anuncio de que habrá un plus por presentismo y productividad en el reparto de planes sociales, desde el atril del Salón de las Mujeres de la Casa Rosada y junto a su cuñada Alicia Kirchner, Cristina Kirchner invocó un hit de las frases evitistas: la de "donde hay una necesidad hay un derecho". La citó, pero también la criticó y la completó: "Cuando uno tiene el derecho también nace la otra parte, que muchas veces –me van a ‘matar’ después de esto, pero yo lo voy a decir porque es lo que pienso– nos faltó al peronismo: que además de los derechos también están las obligaciones, porque con cada derecho tenemos que tener obligaciones".

La socióloga Dora Barrancos, profesora de la UBA, investigadora del CONICET y autora del libro "Mujeres en la sociedad argentina", dice a Newsweek que "la relación que entabló Cristina con Eva es tangencial, porque a la presidenta le ha costado identificarse con Evita". Para Barrancos, el "fuerte carácter autodeterminado" de CFK, más la enorme distancia en términos de trayectoria y formación política de una y otra, explica el hecho de que CFK eluda el camino de la obsecuencia para referirse a Evita.

La autora de la que es considerada la mejor biografía de Evita y también profesora del Dartmouth College, la historiadora española Marysa Navarro, coincide y agrega diferencias entre la actriz y la abogada: "Cristina es una mujer profesional, de otra generación, con otra formación, que desarrolló su propia trayectoria".

Durante la campaña presidencial de 2007, en un reportaje cedido al diario español El País, la propia CFK estableció una autocomparación con Evita que funcionó como acercamiento respetuoso y como movimiento autonomista al mismo tiempo. "Me siento identificada con la Eva Perón del rodete y el puño crispado frente al micrófono. No con la Eva milagrosa, con la que sí se identificaba más mi madre, la Eva del Teatro Colón, el hada buena que había llegado con Perón a repartir el trabajo y el derecho al voto".

Por aquellos días preelectorales, la evidencia del triunfo cristinista –¡una mujer presidente en el país de Evita!— empujaba a los paralelos más simplificadores y efectistas. En especial, los difundidos por la prensa extranjera. En estos días, el diario británico The Telegraph retomó el vicio y emparejó a Cristina Kirchner con Evita por ser, ambas, figuras "frágiles, autoritarias, seductoras y abruptas". Y desde la oposición más ensañada, con especial énfasis en el spam anónimo, todavía se sobreactúa las diferencias socarronas del tipo "una promovió el voto femenino y la otra usa botox".

Para el historiador Alejandro Horowicz, autor del recomendable ensayo "Los cuatro peronismos", la equiparación "es poco feliz" y "hace poco honor a Cristina, porque Eva llega al poder por el capital político de su marido".

En el ítem en que sí hay continuidad —según aporta Barrancos—
es en el feminismo; en su falta de feminismo, más bien, porque ninguna de las dos líderes se siente afectada por el feminismo. Tal como cuenta a Newsweek el ensayista e historiador revisionista Norberto Galasso, "paradójicamente Evita no era feminista, ni se despegaba de concepciones conservadores sobre la mujer, aunque en los hechos impulsara banderas liberadoras".

Porque la propuesta evitista de "dar la vida por Perón", en lugar de ofrendarla por el marido, era todo un avance en el camino hacia la ocupación femenina del espacio público. Y de la actual presidente, pese a algunos comentarios antimachistas o solidarios con la militancia de género, ya se conoce su rechazo a la legalización del aborto, basado en aparentes motivos religiosos.

"Seis décadas atrás, Evita era la divisoria de la sociedad en dos sectores, en cambio hoy es un fenómeno político y social comprendido, valorado y reinterpretado por casi todos", opina ante Newsweek el analista y consultor político Rosendo Fraga.

Tantas relecturas permite la figura de Evita que, desde la muerte de Néstor Kirchner, CFK espejó políticamente y en clave sacrificial la muerte de Kirchner y la de Eva Perón. "Defender a los humildes cuesta caro, y ella pagó con su vida gustosa el precio", dijo durante la inauguración del doble mural de Evita. Cinco meses después, en su reasunción, aseguró que "él", o sea Kirchner, "dejó la vida por no dejar sus convicciones".

La maleabilidad propia del PJ, sumada a sus alentadoras perspectivas electorales, promete nuevas y coloridas interpretaciones de los íconos argentinos y peronistas. Pero a la fecha, a 60 años de la muerte de Eva Perón, la historiadora Ema Cibotti, autora del libro "Sin espejismos. Versiones, rumores y controversias de la historia argentina", señala que "la voluntad de poder que mostró Evita, para nada asociada a lo femenino, habilitó a todas las mujeres a pelear por lo mismo; y la presidente Cristina Kirchner es hija directa de esa situación".

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