viernes, 30 de marzo de 2012

NO LLEGAN A GORILAS,SON MACACOS

Los “dinosaurios” brasileños celebraron el golpe de 1964

Ex militares y de fuerzas derechistas que acompañaron a la dictadura recordaron la fecha como una “revolución contra el comunismo”. Fue un acto contra la Comisión de la Verdad.

Tiempo Argentino

Desde Río de Janeiro/ Brasil

Tal como ordenaba la invitación, los “dinosaurios” brasileños se camuflaron bajo finas ropas para conmemorar el 48º aniversario del Golpe de Estado. El festejo ocurrió ayer en el Club Militar de Río de Janeiro, que congrega a la “familia castrense” y los civiles que acompañan su flema antidemocrática. El evento desafió la prohibición de Dilma Rousseff de festejar la dictadura, que comenzó el 31 de marzo de 1964. Por eso, los militares, en su mayoría retirados, se dieron cita dos días antes. Si pretendían titulares destacados, el tiro les salió por la culata. Porque, también ayer, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) anunció que investigará uno de los miles de crímenes que la ley de amnistía mantiene impune: la tortura y asesinato del periodista Vladimir Herzogen en 1975.
El anunció de la fiesta desató duras reacciones entre los movimientos de Derechos Humanos, algunas fuerzas políticas y las redes sociales. A las 15, la misma hora en que empezaba un debate sobre la “revolución”, como los golpistas llaman a dictadura cívico-militar que retuvo el poder hasta 1985, manifestantes rechazaban las presiones castrenses contra las futuras investigaciones de la Comisión de la Verdad y el inminente fallo del Supremo Tribunal Federal, que decidirá si el secuestro, en el caso de personas que jamás aparecieron, es delito de lesa humanidad y, por lo tanto, fuera del alcance del “auto perdón” militar de 1979. Hubo momentos de tensión y violencia frente al Club Militar, ubicado en pleno centro carioca.
Los círculos castrenses, apañados por sectores políticos y económicos con enorme poder de lobby en el Congreso, vienen bombardeando la política de Memoria que quiere inaugurar Dilma con la Comisión de la Verdad. Ni siquiera la versión “pasteurizada” de los parlamentarios, que le asigna escasos recursos y sólo dos años para investigar, logró ser puesta en marcha hasta ahora. Pero lo que más despierta el encono militar son las causas judiciales que víctimas, organizaciones de abogados y algunos fiscales tratan de que tengan eco en la justicia. Y aquellas que podrían abrirse si logra ser corrido el velo del silencio de las últimas décadas.
Echar leña al fuego es la consigna del Club Militar carioca y de los sectores conservadores de otras ciudades brasileñas. Se vanagloriaron de “haber impedido (la instauración de) una república comunista” y calificaron de “terroristas” a los jóvenes militantes de Derechos Humanos que en Porto Alegre, São Paulo, Río, Belo Horizonte, Curitiba y otras capitales estaduales, escracharon con pintadas las casas donde viven presuntos criminales de la dictadura. Es la primera vez que acontecen este tipo de protestas, inspiradas en la agrupación Hijos, de la Argentina.
Hasta el momento, y pese a la presión que sumó la OEA a través de la CIDH, fueron infructuosos los intentos de llevar a la justicia las torturas, desapariciones y asesinatos de la dictadura. El último en ser rechazado fue el del coronel Sebastião Curió, sobre el que pesa denuncias por el secuestro de cinco militantes en la selva de Araguaia. Se trata de uno de los casos de horror más emblemáticos. <

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