A 18 años del levantamiento Zapatista, el conflicto sigue
Por Patricio Feldman.
Se cumplieron 18 años del levantamiento zapatista. Sucedió el 1 de enero de 1994 en Chiapas, al mismo tiempo en que entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio de las Américas del Norte.
A casi dos décadas, las comunidades indígenas zapatistas aún reclaman que se cumplan las demandas que los sucesivos cuatro gobiernos federales y seis administraciones estatales se han negado a atender. El reconocimiento de la autonomía de los territorios rebeldes, los derechos colectivos negados históricamente y la lucha por democracia, libertad y justicia, constituyen las principales demandas de las comunidades indígenas de Chiapas, nucleadas alrededor del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En 1996 ambas partes firmaron los acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena, en ese municipio del estado de Chiapas. Estos reconocían los derechos indígenas a la autonomía y el autogobierno, una demanda que el movimiento zapatista logró arrebatar al Estado a partir del alzamiento en armas. Sin embargo, en la práctica, nunca se cumplieron y a principios del siglo XXI los tres principales partidos políticos mexicanos (PRI, PAN y PRD) aprobaron la conocida contrarreforma indígena, desconociendo la propiedad colectiva de la tierra y violando los derechos y la cultura indígena.
Lejos del respeto a los acuerdos de San Andrés, las comunidades en rebeldía han sufrido una prolongada estrategia contrainsurgente por parte del ejército mexicano y de grupos paramilitares impulsados inicialmente por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari a partir de la insurrección de 1994. Según un cable enviado el 4 de Mayo de 1999 por la Agregaduría de Defensa de Estados Unidos en México a la jefatura de la Agencia Central de Inteligencia de EEUU (CIA), el ejército mexicano contaba con la autorización para instruir a equipos militares encargados de promover grupos armados en las zonas de conflicto. El objetivo era conformar grupos paramilitares, integrados por indígenas de la región, para frenar el avance insurgente del EZLN. A pesar de esto, las comunidades en resistencia han logrado desarrollar una experiencia pacífica de autonomía en oposición a la extrema militarización de la región y el hostigamiento constante que sufren los miembros de las comunidades en resistencia.
Un recorrido histórico de la lucha zapatista
El levantamiento zapatista se inició en la madrugada del 31 de Diciembre de 1993, en pleno festejo de fin de año. Miles de indígenas tzoziles, tzeltales, tojolabales y choles bajaron de las montañas a los barrios periféricos de la Ciudad de San Cristóbal. En poco tiempo rodearon la ciudad, desde la entrada, viniendo de los Altos de Chiapas hasta la salida, a Comitan, por el sur. Al mismo tiempo, otros cientos de rebeldes ocuparon los municipios de Ocosingo, Las Margaritas, Altamirano y Huixtán, expandiendo el levantamiento a todo el territorio indígena de Chiapas.
A partir de ese momento, el movimiento zapatista, encabezado por el Subcomandante Marcos, se constituyó en un actor clave del escenario político mexicano. Si bien 12 días después de los enfrentamientos se firmó una tregua, hasta el día de hoy el estado mexicano y grupos paramilitares despliegan una “guerra de baja intensidad” contra las comunidades organizadas en torno al EZLN. A la luz del conflicto y de la “guerra encubierta” que denuncian las comunidades en resistencia, se sucedieron en territorio insurgente transformaciones profundas que dieron forma a la lucha política. A partir del alzamiento, se crearon 40 municipios autónomos y posteriormente, a partir del 2003, se conformaron los “caracoles” y las cinco “Juntas del Buen Gobierno”, una estructura política, territorial y económica que permitió gobernar legítimamente las regiones rebeldes.
Paralelamente, se inició un proceso de acercamiento y solidaridad con organizaciones de la sociedad civil del resto de México, América y Europa. El vínculo con esta resultó imprescindible a la hora de difundir las demandas a toda la sociedad mexicana y del mundo para dar a conocer lo que sucede en los municipios autónomos.
En junio de 2005, la comandancia general del EZLN lanzó la “Sexta declaración de la Selva Lacandona”, donde señala la necesidad de entablar relaciones con otras experiencias autonómicas de México y del mundo para articular y actuar en conjunto frente a la creciente oleada de violencia que sacudía al país. Con este objetivo, en el marco de la campaña presidencial del 2006, el EZLN lanzó la “Otra Campaña”, promoviendo la construcción de una red que articule a todos los actores políticos que actúan por fuera de los partidos. Desde el 2010, los zapatistas se llamaron al silencio, sin dejar de denunciar los ataques, hostigamientos y persecuciones a los que se ven expuestos diariamente en las montañas del sudeste mexicano.
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