sábado, 4 de junio de 2011

NUEVA MILITANCIA JUVENIL EN ARGENTINA

Entre la utopía y la estructura

Dos hechos relanzaron la militancia kirchnerista: el conflicto con el campo, en 2008, y la muerte de Néstor Kirchner, en octubre de 2010. En este informe, datos, testimonios y opiniones reflejan un fenómeno complejo y analizan las tensiones que existen entre la militancia de base y la que asciende rápidamente en la estructura de poder.

POR HECTOR PAVON

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Era una noche fría de julio de 2009 y llegaban multitudes espontáneas o convocadas o movilizadas para saludar la asunción del nuevo secretario de Cultura Jorge Coscia, un militante. “Bueno, vamos, cantemos un, dos, tres, ‘somos la gloriosa juventud peronista, somos los herederos de Perón y Evita...’ vamos sigan, ¿cómo era?” se preguntaba con inocencia un veinteañero que quería movilizar a sus jóvenes compañeros kirchneristas. Los mayores sonreían. El cántico, de los setenta; el entusiasmo, del nuevo siglo. La memoria de esos años se desparrama aún entre quienes no habían nacido entonces. Ese joven kirchnerista hoy se multiplica por miles en numerosas agrupaciones políticas repartidas por todo el país donde surgen de acuerdo con las necesidades sociales del lugar y con las políticas del Frente para la Victoria o de los gobernantes de turno.

El fenómeno de una militancia nueva y renovada que atraviesa varias generaciones hace tiempo que dejó de ser una mala palabra y que también genera envidia desde las delgadas filas de los partidos de izquierda y de derecha hacia la enorme organización kirchnerista donde el gobierno nacional no es para nada ajeno en el mantenimiento de esa fuerza de aliento. Es más, muchos funcionarios y parlamentarios estimulan la militancia y, al mismo tiempo, algunos cuadros ascienden y alcanzan un cargo importante en la jerarquía burocrática estatal. Al espíritu arrollador genuino y legítimo de la militancia K se contraponen ciertas formas comprobadas, y otras sospechadas, de financiamiento desde el aparato kirchnerista, lo cual es un motivo de recurrente ataque de todo el arco opositor. De todos modos, es necesario aclarar que la financiación de la actividad política siempre ha tenido diversos matices y fuentes. “Comparando la militancia kirchnerista de hoy con la juventud peronista de los setenta, hay diferencias importantes. Pero las hay en toda la política. Esta se ha profesionalizado más, los militantes suelen tomar la política como un trabajo y las estructuras políticas requieren en consecuencia más apoyo económico y financiamiento que en el pasado, como sucede con toda la actividad política. La semejanza está en que la Juventud Peronista de los setenta había captado a jóvenes cuyas familias no eran peronistas y esto vuelve a suceder ahora con la militancia juvenil kirchnerista. Décadas atrás, la militancia juvenil estaba mucho más volcada hacia la acción social, hoy en cambio, se buscan más las estructuras de poder”, define el politólogo Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. Fraga enfoca la tensión que existe entre la militancia de base y aquella que asciende rápidamente en la estructura de gobierno y que además suele ostentar un alto nivel de vida.

También es cierto que se vive un momento en particular. No toda la militancia es kirchnerista, la repolitización de la sociedad, la participación partidaria y en movimientos, no viene sólo de la mano del kirchnerismo, sino que lo trasciende tanto en partidos afines como en sus opositores.

Pero en los barrios de clase media y los más humildes, la militancia tomó y recuperó formas integradoras socialmente. De este modo surgieron y resurgieron diferentes agrupaciones. Por un lado permanecen las más clásicas como el Movimiento Evita con décadas de trabajo de base que le garantizó el armado de una red nacional bajo el liderazgo carismático de Emilio Pérsico. O las diferentes juventudes peronistas o sindicales. La Oesterheld es otro caso, una agrupación con aroma setentista que se reúne semanalmente en una peña multitudinaria en el centro cultural Torcuato Tasso donde siempre hay un invitado estrella como “el hijo” de Scalabrini Ortiz; Daniel Filmus, Carlos Tomada, luego de ser designados candidatos a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad o militantes históricos o Facundo Moyano. También se ha renovado la militancia en el área de los derechos humanos y muchos jóvenes se acercan a la ESMA por primera vez y continúan su hoja de ruta en alguna organización de derechos humanos. Muchos de los militantes asisten a los estrados donde se juzga a los ex militares acusados de crímenes de lesa humanidad. Existen numerosas versiones de agrupaciones militantes como Jóvenes K; JP Evita; Los guardianes de la Democracia; Frente Joven; 25 de Mayo; Martín Fierro; Perukas; Los Pibes; Movimiento Peronista Revolucionario; Oktubres; el frente Transversal; el Encuentro de la Militancia Kirchnerista; la Corrientes Peronista; 8 de Octubre; entre muchas otras.

Pero hay una división clara entre aquellas organizaciones que surgen desde las bases y las que son impulsadas desde el gobierno. Entre las últimas se destaca La Cámpora, la agrupación creada por Máximo Kirchner que, tal vez, presente mayor nivel de conflictividad hacia afuera dado que es un grupo joven y que rápidamente se instaló en puestos clave del Estado. Es mirada con recelo, incluso, por militantes más tradicionales que hace años que trabajan en los barrios y que poco han obtenido como premio a su sacrificio.

Por otro lado, se encuentra la experiencia de la Corriente de Liberación e Integración Nacional (Colina). En este caso, el objetivo fue captar a los militantes que estaban desarrollando trabajo social en los sectores más desprotegidos y brindarles recursos y formación para que continuaran trabajando. La corriente fue creada por Alicia Kirchner desde el Ministerio de Desarrollo Social. Susana, una militante de la Colina (también escrita como Kolina) de José C. Paz explica que la corriente agrupa a militantes de todas las edades y extracciones: hay jóvenes, universitarios, ex montoneros, de la Fede, de la militancia social de la Iglesia; y las edades oscilan entre los 30 y los 60 largos, sostiene y aclara que allí no hay un límite de edad como en La Cámpora donde “a los 35 ya sos viejo”. Concluye que la Colina es un marco para la gente que hace trabajo social y todo, por supuesto, dentro del “proyecto”, el del Frente para la Victoria. Su pareja, Luis, un militante de la agrupación John William Cooke de la zona, dice que en la Colina no hay una disputa generacional entre jóvenes y viejos ni tampoco entre estilos de políticas: “No preguntamos cuál es tu discurso, sino cuál es tu práctica”.

Marcelo, un peronista que estuvo en la JP desde 1982 hasta la llegada de Menem, dice que hoy la militancia tiene menos odio, resentimiento y que es más propositiva, más alegre. Antes era más violenta. En la marcha del 24 de marzo, en la 9 de Julio se cruzaron La Cámpora y toda la columna de la izquierda “y no pasó nada; en el 83 se hubieran agarrado a las piñas porque había más violencia, mucha agresión verbal. Esa es la línea que bajó Kirchner, cuando dijo lo del amor, algo que al principio me parecía impostado, pero realmente él lo sentía así”. Algo parecido está haciendo la Corriente Agraria Nacional y Popular (CANPO) organizada desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca e incentivada por el ministro Julián Domínguez. Contactan movimientos de campesinos y trabajadores agrícolas desperdigados a lo largo del país y fortalecen la militancia agraria. Este es un territorio especialmente sensible para el gobierno después de los debates por la “125”. Conquistar el campo es una tarea pendiente.

El sociólogo y coautor de 678, la creación de otra realidad Pablo Alabarces explica que: “la ‘nueva’ militancia se construye en espejo con la tradicional. Espejo, claro, no significa la metáfora fácil del reflejo, sino con la carga de las inversiones que todo espejo produce. Es decir: no se trata de una reproducción fiel al original, sino pasada por una infinidad de filtros, históricos y políticos; pero que siempre mira una ‘historia de la militancia’ con interés y hasta deseo. Interés crítico, a veces: aunque no se formule de esa manera –falta conciencia histórica y conocimiento adecuado, reemplazado por consignas fáciles y sencillas–, porque los vericuetos de la militancia entre la transición y los noventa son un espanto (comenzando con la transformación gerencial que inventan los radicales y consolida el menemismo). Deseo: porque por ahora es consignismo, pero no es de masas. Las nuevas militancias, a pesar de las posibilidades de Facebook, no han podido movilizar tanto como Blumberg, para poner un ejemplo odioso.” No es posible pensar la militancia k abstrayéndose de lo que ocurrió con el peronismo en los años 70, con lo que pasó con el radicalismo del 83 al 87 o lo que generó el desastre de 2001 cuando se multiplicaron las actitudes militantes. De todas ellas aprendieron los militantes de esta era. De allí extrajeron herramientas clave como la valoración del partido, la utilización de la comunicación y de allí los combates virtuales. Y, por encima de eso, el valor de crear redes que unan a la militancia más allá de cada particularidad.

En el siglo XXI las redes virtuales políticas se hicieron muy populares pero nadie puede corroborar su penetración y su eficacia. La presencia k en blogs, Facebook, Twitter, foros emparentados con el televidente fan de 678 redundaron en una presencia muy importante en la Web. “Todo suma, pero ninguno de esos militantes virtuales metió las patas en La Matanza. Y por otro lado, ¿ 678 y Facebook van a evitar que Aldo Rico sea intendente en San Miguel?”, pregunta enojado Mario, un antiguo militante de base.

Federico, un joven militante sostiene que estas agrupaciones nuevas no se estructuran bajo cadena de mandos sino a través de vínculos más bien afectivos y emocionales. “Si hay que poner un antagonista al cual estamos enfrentados no es un partido ni la ‘derecha destituyente’ sino la cultura antipolítica. Estos espacios, además, se inventaron de la nada, en poco tiempo, y sin las recetas clásicas, sin actas fundaciones ni juntas orgánicas: que son ‘gaseosas’ y volátiles. El clima de agitación cultural, humor, politización y entusiasmo es uno de los principales actractivos, que genera admiración incluso desde otras áreas de la política”.

Para la militancia kirchnerista hubo dos hechos que la fortalecieron y relanzaron. Uno fue el conflicto con el campo en 2008 que generó entre otras expresiones la conformación de Carta Abierta, el colectivo de intelectuales que se reúne en la Biblioteca Nacional y que se convirtió en un grupo productor de ideas y documentos que llegan hasta la Casa Rosada. Allí también confluyen militantes de otras ramas y hasta contó con la presencia de Kirchner una semana después de la derrota electoral de 2009. El enfrentamiento con las principales organizaciones del agro llevó al gobierno a sostener que se estaba ante un poder que podía dar un golpe institucional, al que Carta Abierta llamó “poder destituyente” y que convocó a muchos simpatizantes k a transformarse en militantes de distintas formas ante lo que leían como un inminente movimiento desestabilizador, por lo menos. El otro hecho clave fue la muerte de Kirchner, el 27 de octubre de 2010. El día del velatorio se vieron en las calles multitudes de jóvenes, básicamente, que adhirieron y reforzaron su apoyo al “proyecto”.

La universidad es probablemente uno de los escenarios más rebeldes para la militancia que se considera “oficialista”. Después de la experiencia, larga y complicada de Franja Morada, desde las épocas del alfonsinismo y hasta fines de los 90, ser la pata universitaria de un gobierno nunca gozó de prestigio. Desde entonces, las facultades de la UBA oscilaron entre las agrupaciones de izquierda y de los independientes. Sin embargo, en los últimos dos años, el kirchnerismo comenzó a exhibirse como una presencia importante en las principales universidades públicas como la UBA, la de Rosario, La Matanza, General Sarmiento, entre muchas otras. En las elecciones de 2010 en la facultad de Ciencias Sociales de la UBA dos agrupaciones kirchneristas, por separado, obtuvieron el segundo y el tercer puesto; y un poco más abajo se ubicaba Nuevo Encuentro con el que podían haber armado una alianza y entonces sí obtener un resonante triunfo. “Hay nuevos procesos de militancia juvenil, muy amplios, que abarcan diferentes sectores políticos. Hay una voluntad, hay ganas de meterse en política. En las universidades públicas en los últimos años hubo agrupaciones estudiantiles independientes que se acercaron a los partidos y lo más probable es que en los próximos años haya más. Ese es un dato fuerte de que esta militancia que surge se articula, va hacia los partidos, a diferencia de lo que sucedió hace diez años”, dice el antropólogo e investigador del Conicet Alejandro Grimson.

“La quinquenal en la Cámpora”, brazo universitario k en la facultad de Ciencias Económicas de la UBA, organizó un debate el lunes a la noche donde Juan Manuel Abal Medina, secretario de Comunicación Pública del gobierno nacional, le habló a la militancia universitaria y le explicaba la clave y la necesidad política: “Tenemos que entender que para poder profundizar este modelo y sostener este rumbo de país, necesitamos militancia y organización, necesitamos cuadros capaces de ir convenciendo, que salgan a gritar esto a lo largo y a lo ancho del país porque es fácil profundizar el rumbo, tener cuadros, tomar de otros lugares. Todo lo que logramos hacer hasta ahora lo logramos hacer con mucho de nuestro material dirigencial que había en cada lugar, imagínense lo que podemos hacer en cada lugar con militantes de verdad convencidos del proyecto, que se juegan la vida y van para adelante, ese es el enorme desafío que tenemos para adelante: ser cada vez más, discutir más, crear más, profundizar más, trabajar más, militar más, para darle sustento a un cambio en un rumbo de país que hemos hecho. Estamos como dice Cristina en el borde de poder crear un verdadero cambio de rumbo, una verdadera bisagra que significa ser capaces de que esto que estamos construyendo se quede para el futuro.” Ovacionado, como una estrella de rock, Abal Medina finalizó su discurso durante el panel que compartió con Ivan Heyn (representante del gobierno en Aluar e integrante de La Cámpora) bajo el nombre de “Los herederos del proyecto nacional”.

Pero el militante no necesariamente es bien visto en la sociedad. Algunos sospechan de sus intenciones y deseos de poder y dinero, otros de su inescrupulosidad para conseguir lo que sea gracias a supuestos privilegios. La televisión lo registra en sus peores formas en el programa “El puntero”, protagonizada por Julio Chávez, donde el militante puede ser narcotraficante, ladrón, estafador, pirómano, machista, homofóbico y poseer muchas otras “virtudes” más. Un exceso de caracterización.

“En el caso del kirchnerismo sucede algo inevitable a cualquier partido de gobierno: hay militancia de base que no está ligada a la gestión pública, pero también hay muchos militantes y dirigentes que ocupan lugares importantes en el Estado. La militancia de Sabatella, por ejemplo, no integra sectores importantes del Estado y eso genera una dinámica específica, distinta de aquellos más involucrados en la gestión”, distingue Alejandro Grimson.

Por su parte concluye el escritor Martín Kohan: “Como cualidad notable de la militancia kirchnerista, sobre todo en los jóvenes, veo la fuerte recuperación de un imaginario de hace cuarenta años: el recuerdo (no biográfico) de otra clase de empuje y otra clase de ilusión. Por supuesto que en todo eso pesa mucho lo imaginario, pero no veo por qué debería desestimarse lo imaginario; sobre todo cuando demuestra tener el poder de movilizar acciones.”

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