No hay socialismo sin democracia
El anuncio por parte del Gobierno cubano de toda una serie de profundos cambios en las esferas económica, laboral-salarial –incluidos cientos de miles de despidos de empleados públicos– y fiscal del Estado, en un contexto de declaraciones públicas de Fidel Castro donde se reconocen los límites del modelo, evidencia la crisis del sistema socialista cubano. ¿Qué ocurre con uno de los grandes referentes mundiales para buena parte de las izquierdas ‘de toda la vida’? Abrimos el debate.
J.M. MARTÍN MEDEM / EX PERIODISTA DE RTVE
- Ilustración: Isa.
Cuba necesita democratizar su proyecto de socialismo para que garantice su independencia. La Revolución cubana puede hacer compatibles la defensa de la soberanía nacional y el derecho a la autodeterminación personal. La indiscutible agresión del imperialismo no justifica el aplazamiento permanente de la democratización.
La reclaman desde hace veinte años los mejores representantes del pensamiento marxista en la isla que forman parte de la auténtica izquierda del Partido Comunista de Cuba. Recomiendo, para comprobarlo, la lectura de un libro publicado en La Habana que recupera la insumisión crítica de Ernesto Che Guevara, pero cuyo contenido ocultan los medios de comunicación cubanos que, por su carácter de propiedad estatal, deberían ser un servicio público. El siglo XXI: posibilidades y desafíos para la revolución cubana, de Luis Suárez Salazar –publicado en el año 2000 por la Editorial de Ciencias Sociales–, proponía con diez años de anticipación las reformas económicas que ahora impone el presidente Raúl Castro pero añadiendo una apertura política para la democratización del proyecto cubano de socialismo.
Suárez dirigió el Centro de Estudios sobre América que fue desmantelado después de haber abastecido al Comité Central del PCC con la mejor corriente del pensamiento revolucionario latinoamericano. Recomendaba ya entonces “transformaciones radicales con un gran aliento libertario para edificar una democracia popular, representativa y, sobre todo, participativa”.
¿Por qué en Bolivia se puede rebajar la edad de jubilación de los 65 a los 58 años y en Cuba la han elevado de los 60 a los 65? El próximo Congreso del PCC –convocado con nueve años de retraso– aprobará por aclamación lo que ha decidido y ya está aplicando Raúl en negociación con Fidel y con las Fuerzas Armadas Revolucionarias como corazón del Gobierno. Se le impone al PCC –que, según la Constitución, “es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”– dedicarse sólo a la “actualización del modelo económico” sin el imprescindible debate político. Y quedan al margen –sin acceso a los medios de comunicación– los que desde la izquierda del PCC reclaman la democratización y proponen –en palabras de Suárez– “el perfeccionamiento del Estado de Derecho, del sistema legislativo, del sistema electoral y de la distribución de justicia para la construcción de una fuerte institucionalidad popular, democrática, representativa y participativa, acatada y respetada por todos”.
Francisco López Segrera, profesor en La Habana del Instituto Superior de Relaciones Internacionales y autor del libro La revolución cubana: propuestas, escenarios y alternativas, publicado en España por El Viejo Topo, propone incluso una reforma constitucional y la amnistía para los presos políticos. Para este debate en DIAGONAL sobre Cuba –que no se podría realizar en la isla– vuelvo a citar a Suárez cuando advertía que “las solidaridades incondicionales cada vez son más escasas y, casi siempre, menos eficaces”.
Raúl caza ratones
Carlos Alzugaray, diplomático y profesor de la Universidad de La Habana, que casi siempre escribe sabiendo lo que dice, asegura que Raúl Castro “facilitará la transformación de la forma de hacer política y de gobernar en Cuba” y anuncia “un proceso de transición dentro de la continuidad”.
Lo que pone los pelos de punta es que sugiere a China como modelo. “Hay varios aspectos del proceso de reformas implantado en China –nos indica Alzugaray– que tienen vigencia para Cuba. La priorización del desarrollo de las fuerzas productivas para alcanzar los propósitos socialistas, la adopción del principio de que el socialismo se construye sobre la base de las características específicas de cada país y el énfasis en los resultados como criterio para definir la política económica a partir de la famosa frase confuciana de Deng Xiaoping: “da igual que el gato sea blanco o negro, lo que importa es que cace ratones”.
¿Y si Chávez pierde?
Raúl Castro convocó el VI Congreso del PCC en presencia de Hugo Chávez al celebrar en La Habana, hace tres meses, que cumplía 10 años el Convenio Integral de Cooperación entre Cuba y Venezuela. Y anunció que “el único tema del Congreso será la actualización del modelo económico” y que el desarrollo de la isla dependerá de “la unión económica entre Cuba y Venezuela”.
En las elecciones legislativas del pasado septiembre, la oposición consiguió una pequeña ventaja en votos sobre el chavismo. Las presidenciales serán el año que viene y la Administración Obama concentra todos sus esfuerzos para derrotar a Chávez. Que gane es imprescindible para que en América Latina se mantenga la dignidad frente a EE UU en el triple objetivo de defender la soberanía nacional, reducir las desigualdades y construir una auténtica integración regional. Eran los tres ingredientes del programa original de la Revolución cubana. Ahora los Gobiernos progresistas latinoamericanos le añaden la democratización a la soberanía, el reparto y la integración.
Probablemente de la democratización de su liderazgo dependerá el resultado de la candidatura presidencial de Hugo Chávez. Si pierde, ¿qué hará Cuba sin Chávez y sin democratización?
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