La “traición” de Roberto Quieto: Treinta años de silencio
Por Lila Pastoriza
[Mario Firmenich y Roberto Quieto (1973), secuestrado el 28 de diciembre de 1975 por fuerzas de seguridad]
Desaparecido en los centros clandestinos donde el terror exterminó a gran parte de una generación, acusado de delación por la conducción montonera, fijada su imagen en ese salto del heroísmo a la traición, poco o nada se ha sabido sobre el Negro que contribuya a conocer y entender su historia en su singularidad de su época.
¿Quién era Roberto Quieto? ¿Qué fue lo que pasó con él?
No faltan versiones, mas bien sobran. Quieto es una víctima más de la represión, pero como fue dirigente montonero su historia suele ser pasto de los dos demonios (jefes guerrilleros “arreglados” con los milicos, montoneros que se “cantan” entre ellos, etc.) y del setentismo marquetinero actualmente en auge.
Aquí hablamos de otra cosa: Quieto, además de desaparecido cuyos desaparecedores deberán rendir cuentas a la justicia, está doblemente ausente: el rótulo de traidor con el que lo caracterizó Montoneros, nunca revisado, lo confinó en un vacío sin memoria.
La trayectoria pública de Quieto recorre los hitos de la militancia setentista: el Ché, la lucha antidictatorial, la fuga de Rawson, la primavera de 1973, la masacre de Ezeiza, el terror de la Triple A, la clandestinidad y el frenesí militarista, el aislamiento político, la escalada represiva, el golpe, el exterminio. Pero hay un silencio nunca roto, el impuesto por el estigma lapidario de la traición. De eso no se habla.
Los que conocimos a Roberto Quieto o compartimos algo de su vida y militancia debemos hacernos cargo de esa ausencia. Los desaparecidos no tienen mas tumba que la memoria. Reconstruyamos su historia, su militancia y su caída. Ya es tiempo de entender, de debatir, de hacer un balance, de poder explicar y explicarnos, de sacar conclusiones. Es tiempo de que, quienes fuimos sus compañeros, podamos contarles a sus hijos una historia que no esté fracturada por el abismo del silencio y que les ayude a recuperar a su padre.
Sin dudas las miradas sobre Quieto difieren mucho entre sí y se hacen desde distintos lugares y experiencias. Pero todas aportan y se modifican mutuamente. Las de quienes lo admiraron o lo vieron con recelo, las de los decepcionados, las de aquellos que lo repudiaron, las de los que lo quisieron, de los que le tenían bronca, de los desconcertados. Cada una puede alumbrar verdades parciales que se complementen o generen otras nuevas.
Esta nota no es ajena a la inquietud de gente que conoció y quiso al Negro Quieto, lo valoró como la persona que fue, íntegra y consecuente, que nunca compartió la imagen de “Quieto traidor” y que siempre mantuvo la indagación de lo ocurrido como una asignatura pendiente. Creo que bien vale que esto se explicite, como así también el sostenido esfuerzo por tomar distancia que implica escribir sobre este tema.
Indagué, hablé con gente, leí documentos y testimonios, registré recuerdos, suposiciones, imágenes borrosas, extrapolaciones del presente, voces contrapuestas.
Lo logrado hasta ahora es reunir información que no ha circulado demasiado y aporta elementos valiosos, intercambiar impresiones y, sobre todo, constatar una vez más la importancia de abrirse a temas vedados: abarcan mucho más que un caso puntual, abren otras historias obturadas.
También he intentado esbozar algunas aproximaciones a hipótesis básicas que siguen siendo provisorias. La mía es una tarea inconclusa y abierta que espero poder continuar. Publicarla quizá promueva otras iniciativas o intercambios sobre el tema que la amplíen, la complementen y ratifiquen o rebatan sus conclusiones. Sólo en tal carácter tienen sentido los apuntes y desarrollos que conforman esta nota.
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Fui compañero del "negro "en el Liceo Militar Gral.San Martín,después compañero de militancia en la "Fede",la juventud comunista en la UBA.
Se integró en la columna argentina de lo que sería una hipotética columna argentina de la guerrilla del Ché.
Allí,fue mandado para hacer los entrenamientos en el PETI 1 en Pinar del Rio(Cuba).
Pasamos a vernos con frecuencia y un par de meses antes de su desaparición me pidió que le prestara mi "departamentito "de 2x2 donde viví clandesta con mi mujer y mis hijas.
El único testimonio que puedo dar es decir que conocía la dirección,que un par de noches se le hizo tarde y se quedó a dormir en el saloncito.
Cuando cayó,confié en él y su entereza personal e ideológica.
No me defraudó y seguí varios meses en esa casa,tomando medidas extremas,pero nunca me delató.Su hermano,a quien llamabamos "el Maida" me contó como lo detuvieron y solo dijo....""no debió haber venido,pero quería vernos a todos""....
Hacía una semana que se había reunido con el ultimo ministro de interior del gobierno de Isabel.Me dijo su ultimo día en casa que había negociaciones avanzadas para firmar un acuerdo de "tregua y paz"porque él no creía en "cuanto peor mejor"como Firmenich.
Cuando se iba,en la puerta le dije:
¿No tenés seguridad?,al verlo solo.
Me contestó que Pepe se la había quitado después de una discusión.
Es mi testimonio por si le sirve a Lia.
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