En el interior de la Villa 31 se teje una idea que muy pronto tomará la forma concreta de una más que significativa obra de arte.
Al comienzo, la idea fue impulsada por la pintora y artista plástica Cynthia Cohen. Pero, al poco tiempo, comenzó a ser debatida y rebatida por los vecinos del lugar. Todos coincidieron, marcar un horizonte de interacción y participación fue el elemento esencial del trabajo. Una ida y vuelta que le imprimiese una impronta identitaria.
Más concretamente, una vez finalizado, el proyecto será visible desde la Ciudad. Desde ese “afuera” con el que la Villa 31 siempre pugna por integrarse.
“Mi propuesta inicial fue hacer un número 31, grande, en acero inoxidable o en una chapa galvanizada color rojo, que sobresaliera desde adentro de la villa y se viera desde la Ciudad”, explica Cohen, en diálogo con Debate.
Según la artista, lo que la impulsó a dejar su solitario taller para adentrarse en la poblada villa de Retiro fue, específicamente, el “querer problematizar el tema de la integración del barrio con el afuera. Lo veo como una suerte de grito interno, de interpelación hacia la comunicación, al debate sobre esta cuestión”.
La artista describe de qué modo se fueron dando los comienzos del proceso: “Primero, nos contactamos con Julián Wolf, quien armó El Campito dentro de la villa, que es un lugar donde los chicos hacen deporte, donde hay atención médica y apoyo escolar, entre otras cosas. Luego, presentamos el proyecto en cada uno de los seis barrios que integran la villa y comenzamos a hacer reuniones abiertas”.
Mano a mano con los vecinos, se analizó la manera de conseguir visibilidad y presencia para la iniciativa, por lo cual, finalmente, se decidió colocar la obra sobre uno de los pilares de la Autopista Illia que quedó sin construir. Sin duda, una vez instalada, atraerá la mirada de todo aquel que transite por la zona, como si se tratara de un gran cartel.
Mientras tanto, el financiamiento vendrá por el sector privado, al tiempo que la Secretaría de Cultura de Nación prestará el apoyo logístico y los auspicios.
Las palabras de Cohen hacen hincapié en el hecho de que el trabajo artístico que encabeza apunta a convertirse en un elemento más que se integra a la lucha histórica por la urbanización de la villa.
“Que la gente que vive ahí tenga, por fin, una vivienda digna. Es importante crear desde el arte conciencia sobre este punto”, afirma la artista, quien está secundada por Geraldine Oniszczuk, desde la dirección política del proyecto.
De esta manera, y desde un comienzo, la iniciativa fue bien recibida por los vecinos de uno de los primeros asentamientos informales de la Ciudad de Buenos Aires.
Enseguida, entre sus propuestas, apareció una demanda que hizo honor a una figura ineludible y emblemática en la memoria política y social de sus habitantes. Casi sin resistencias, se acordó agregarle al proyecto, junto al número 31, el nombre del padre Carlos Mugica, asesinado el 11 de mayo de 1974 por la Triple A.
“Con la gente con la que hablamos, sobre todo la que participa en la Mesa por la Radicación, se insiste en no olvidar lo que pasó. Mugica aparece como un referente y los vecinos quieren reivindicarlo. Muchos dicen que los chicos jóvenes del barrio ya no saben quién es”, cuenta Cohen.
El proyecto de la obra, además, cayó en un momento particular. Una vez más, son tiempos movidos para los habitantes de la Villa 31, ya que, finalmente, se encuentran en medio de un proceso hacia la radicación y la urbanización. Un verdadero sueño que se concreta luego de una lucha de años, y que tiene en la figura de Mugica a uno de sus más grandes exponentes.
De esta manera, una vez sancionada la Ley 3343, en diciembre de 2009, que estableció la radicación de los habitantes de ese barrio, comenzó a potenciarse la participación vecinal, de por sí ya muy activa. El fin primordial es que se cumpla con la nueva normativa, pero algunos escollos comenzaron a hacerse presentes en el camino. Y en eso estaban los pobladores cuando surgió la propuesta de hacer esta suerte de cartel que, de alguna manera, le diera cierto reconocimiento al barrio.
“El clima que se vive en el barrio, en este momento, le dio más contenido y valor a la obra, porque la incertidumbre nunca se termina. La lucha de ellos sigue, porque siempre estuvieron a punto de encontrar una solución, pero realmente nunca pasó de ahí. Se supone que en febrero podrían empezar las obras, si se aprueba el presupuesto, pero el miedo de que no se concrete está latente”, explica la artista plástica y pintora.
En sus ochenta años de historia, la Villa 31 vivió, en repetidas ocasiones, el temor de un desalojo generalizado y compulsivo. Entre las imágenes más duras que asedian la memoria histórica del barrio se encuentra la del brigadier Osvaldo Cacciatore, quien asumió su poder de facto, en 1976, con el plan de erradicar las villas de los barrios porteños.
Por ese motivo, como especifica Cohen, el proyecto artístico resulta ser una “manera más de plantarse” y de unirse para trabajar en conjunto. Asimismo, el propio proceso de diálogo que se requirió para llevar a cabo la propuesta generó frutos paralelos. Uno de los más significativos fue la idea de hacer el documental Una casa para siempre, dirigido por el cineasta Guillermo Costanzo, del que ya se puede ver un avance en YouTube (http://tinyurl.com/2c4z5ej). El audiovisual registrará todo el camino que recorrerán los vecinos hasta la finalización de la obra. Además, tal como afirma Cohen, éste “contará con entrevistas a vecinos, tanto de quienes están participando en la obra como de aquellos personajes emblemáticos del barrio que, incluso, trabajaron junto a Carlos Mugica”.
En definitiva, el conjunto del esfuerzo tiene como objetivo convertirse en un paso más hacia la obtención del preciado reconocimiento por parte de la sociedad.
El cura de los pobres
Cuando la Villa 31 se convierta en un barrio más de la Ciudad de Buenos Aires pasará a llamarse Carlos Mugica. Ese es el deseo de sus vecinos. Del mismo modo, decidieron que la obra de arte que hará para ellos Cynthia Cohen lleve también el nombre del sacerdote asesinado.
Mugica nació en 1930. Precisamente, en tiempos en que los primeros habitantes de la actual Villa 31 comenzaban a instalarse en el lugar. En cambio, en las antípodas de ese mundo de precariedad y pobreza, Mugica creció en el seno de una familia acomodada y de signo político conservador.
De joven, descubrió su vocación religiosa y, a raíz de su brillantez intelectual, se perfiló rápidamente como candidato de una carrera eclesiástica prometedora. Aunque, a poco de andar, el sacerdote rompió con la cúpula de la Iglesia de entonces, especialmente, cuando reivindicó públicamente al peronismo y se vinculó con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
Su gran labor y compromiso social lo llevó a cabo en la Villa 31, al frente de la Iglesia Cristo Obrero, desde donde ejerció un compromiso inclaudicable al servicio de los pobres, hasta su muerte. Fue asesinado a sangre fría por la
Triple A, en 1974. | |
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