Entrevista a Perla Álvarez “Paraguay es un centro de experimentación de formas de control social y persecución popular”
La activista Perla Álvarez, presidenta de la
Coordinadora Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas, tilda
de “narcopolítica” la situación del país latinoamericano. El actual
presidente, Horacio Cartes, y el destituido Fernando Lugo, supuestos
oponentes ideológicos, comparten hoy intereses
Un termo de agua caliente y un
vaso con yerba mate le acompañan cada una de sus palabras y silencios.
En Paraguay el tereré es la bebida por excelencia, pero el fresquito que
hace en julio en el País Vasco invita a ingerir algo más caliente.
Termina de teclear unas cosas, da un trago, ofrece, sonríe. Tras un
saludo inicial y una pregunta de cortesía, ¿cómo va todo por Paraguay?,
Perla Álvarez, presidenta de Conamuri (Coordinadora Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas), no duda ni un instante.
“Paraguay es un centro de experimentación de nuevas
formas de control social, a través de mecanismos de persecución a la
lucha popular y a las personas defensoras de derechos humanos”. La
respuesta obliga a una conversación larga y sosegada sobre este país en
el corazón de América Latina, uno de los más desiguales, pero de los que más crece en términos macroeconómicos.
El agronegocio para la exportación así como la generación de energía eléctrica arrojan unos dinámicos ratios de Producto Interior Bruto (PIB),
que ha engordado una media del cinco por ciento en la última década.
Mientras tanto, la mayor parte de la población vive muy empobrecida: más
del 30 por ciento están en situación de pobreza o pobreza extrema.A la
sombra de Argentina y Brasil, poco se habla de lo que aquí sucede. Cinco
años del golpe de Estado parlamentario al expresidente Fernando Lugo,
las noticias sobre Paraguay apenas llegan en cuentagotas a la prensa
internacional. Apenas el conato del actual presidente, Horacio Cartes,
de modificar la Constitución para poder así ser reelegido resquebrajó
levemente ese silencio mediático, al originar duras protestas e incluso
la quema el Parlamento hace unos meses.
"Nuestros medios de comunicación
masivos dicen que el agronegocio aporta a la economía nacional, pero es
una propaganda falsa porque la gente en el campo está pasando hambre"
¿A
qué se refiere al afirmar que Paraguay es un centro de experimentación?
“Perfeccionado, el golpe de Honduras se reproduce en Paraguay, y éste
se aplica, aún de manera más perfeccionada, en Brasil. El sistema capitalista está ejerciendo nuevos métodos y formas de opresión y dominación sobre el territorio,
que es de interés del capital, y también sobre las personas, para
mantener un dominio ideológico”. Así arranca una larga conversación,
interrumpida solo por el ir y venir de la gente que pasa alrededor, y
por pautados tragos al mate.
“Paraguay es un país eminentemente agroexportador de
granos de soja [el cuarto del mundo] y de otras semillas transgénicas,
como el trigo o el maíz. Todo lo que se produce en el agronegocio no es
para consumo interno, incluso la ganadería extensiva [es el sexto
exportador mundial de carne de vacuno] también es para la exportación.
Es la parte sobrante, casi la peor parte, la que queda para el mercado
interno. Nuestros medios de comunicación masivos dicen que el
agronegocio aporta a la economía nacional, pero es una propaganda falsa
porque la gente en el campo está pasando hambre. Hay una pobreza
extraordinaria”.
Perla Álvarez ha viajado hasta Derio (Vizcaya) para participar en la VII Conferencia Internacional de la Vía Campesina,
uno de los movimientos sociales más dinámicos. Desde más de 70 países y
de más 400 organizaciones llegaron medio millar de personas. Siete de
ellas, de Paraguay, una región dedicada eminentemente al sector primario
pero con una distribución muy desigual de la tierra. El 90 por ciento
está en manos de un 5 por ciento de propietarios (unos 12.000), mientras
que el restante 10 por ciento se reparte entre 280.000 pequeños y
medianos productores, recoge un reciente informe de Oxfam titulado ‘Yvy jára. Los dueños de la tierra en Paraguay’.
Además de aportar datos y estadísticas que explican que
“Paraguay presenta la distribución de la tierra más desigual del
mundo”, el informe de Oxfam también dedica espacio a ‘los dueños’, de
los que destaca 15 grandes propietarios. Entre ellos, aparece el nombre
del presidente y su conglomerado empresarial, el Grupo Cartes, que
engloba a más de una veintena de empresas de diferentes sectores.
Narcopolítica
“Tenemos en este momento un Gobierno de corte fascista
que proviene de la narcopolítica”. Perla Álvarez habla de cárteles
brasileños como el Primer Comando Capital y Comando Vermelho,
también del asesinato “a luz pública”, en junio de 2016, de Jorge
Rafaat, un narcotraficante “al que la prensa duda cómo presentarlo, si
empresario, narcotraficante o líder de una banda criminal”; de la
“disputa de poder intraoligárquico” de una mafia que, dice, está
empotrada en el Estado”. Y añade: “Tenemos intendentes, concejales,
gobernadores, diputados, senadores y hasta la propia Presidencia de la
República vinculada el narcotráfico. La narcopolítica es la que tiene el
control casi absoluto en nuestro territorio, vinculada a las empresas
multinacionales, para seguir avanzando en el modelo del agronegocio”.
Los informes de la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay (Codehupy) confirman, con términos similares, la visión de la activista paraguaya.
Horacio Cartes, del Partido Colorado, una de las
formaciones tradicionales, llegó al poder en 2013, en las primeras
elecciones tras la caída de Lugo. Sin pasado político, sólo era conocido
por su faceta empresarial y por su relación con el contrabando. Incluso
su nombre apareció en Wikileaks: “Fue investigado por encabezar una
organización criminal dedicada al lavado de dinero procedente del
narcotráfico a través de su empresa Banco Amambay (…), así como por la
introducción ilegal de tabaco desde Paraguay a Estados Unidos”, recoge
el informe de Oxfam.
Antecedentes, aventuras y desventuras, de sobra
conocidos en el país. “Tenemos un Gobierno que representa los intereses
de la oligarquía y la burguesía, que es la misma gente que acapara toda
la tierra, que está aliada con las multinacionales para la producción de
soja, que tiene los medios de comunicación, que tienen las cadenas de
supermercados… El control de todos los medios de producción se reduce a
poquísimas familias, entre ellas, el propio Cartes. Es un nuevo
personaje que entra en ese escenario después de acumular riquezas a
través del contrabando de cigarrillos y el narcotráfico. Estar en la
presidencia de la República le da una impunidad mucho mayor y desde
entonces ha ido incursionando en nuevas áreas de la economía, entrando
en competencia con otros poderosos, como el grupo Zucolillo y el grupo
Vierci”.
Curuguaty, un punto de inflexión
En junio de 2012 cambió la reciente historia de
Paraguay. Entre los habituales desalojos de campesinos y campesinas, por
su violencia desmedida, uno acaparó todo el interés desde el primer
momento: once campesinos y seis policías murieron en Curuguaty. Sólo se
juzgó a los primeros, a quienes se culpabilizó en un proceso que ha
durado años. El conflicto que provocaron estos hechos se tradujo en un
juicio político a Lugo, en un golpe de Estado parlamentario que
descabezó a la izquierda y fragmentó a los movimientos sociales, en
pleno proceso de empoderamiento.
"Tenemos ahora una izquierda muy fragilizada. Con el golpe todas nuestras organizaciones terminaron fragmentándose"
“Curuguaty
marca una inflexión en nuestra historia política. Es una certeza para
nosotros que fue una masacre montada. Se buscaba generar un conflicto
social de tal envergadura que desestabilizara políticamente al Gobierno,
para poder justificar el juicio político que le hicieron a Lugo. Ése
era el plan. Y les salió redondito. Porque no solamente sacaron a Lugo,
fue un golpe preventivo ante la posibilidad del ascenso social que se
podía venir. La gente estaba empezando a entender, mínimamente, cómo
funciona la cosa pública, cómo se administra, cómo se corrompe allí
dentro. Y también entendió que en el Estado hay muchísimos recursos que
se generan con nuestro trabajo y que están garantizando
infraestructuras, servicios e incluso disponibilidad económica para el
agronegocio, que es el que nos está matando y es por el que se dio la
masacre”.
El Gobierno de Lugo, el exsacerdote que encabezó una
coalición de izquierdas (Frente Guasú), generó algunos entusiasmos en
la ciudadanía tras romper 60 años de gobierno del Partido Colorado.
Pero, como recuerda Perla Álvarez, abrió grietas ahora dilatadas. “En el
periodo de Lugo se legaliza la primera semilla transgénica, y
[Federico] Franco, que cubre el periodo de la transición, legaliza por
lo menos otras 13. Ya con Cartes, otras 20”. Lugo es ahora senador y
presidente del Parlamento, tras un acuerdo con Cartes: “Tenemos ahora
una izquierda muy fragilizada. Con el golpe todas nuestras
organizaciones terminaron fragmentándose. Fue un golpe certero porque no
fue contra Lugo, que está vivito y coleando”.
Los movimientos de sillas, los apoyos y gestos de
cara a las elecciones del próximo año son evidentes. Sin ir más lejos,
Lugo apoyó a Cartes para modificar la Constitución y poder así resultar
reelegido. “No entra en la cabeza cómo puede negociar con sus verdugos,
con quienes le echaron del poder”. Álvarez, profesora de guaraní, lengua
originaria oficial en Paraguay, cree que las organizaciones sociales
deben hacer otras apuestas a la vez que reclaman cambios en el sistema
electoral: “Nosotras hablamos de no entrar en esta cuestión electoral
por ahora, sino de seguir apostando por construir poder popular desde el
territorio. Sigamos apostando por fortalecimiento de nuestras
organizaciones y trabajando con nuestras propuestas de soberanía
alimentaria, agroecología y que lo que hagamos sea lo que nos avale la
necesidad de cambiar el sistema electoral, de manera que nos posibilite
una participación más equitativa, transparente y con alguna garantía”.
Rostro televisivo
"La gente pobre está siendo criminalizada por ser pobre o porque se organizó siendo pobre. No hay un líder con claridad política que no esté imputado o preso"
‘Tembi’u rape’
el programa de televisión que dirigió y presentó hace años hablando, en
guaraní, de la cocina paraguaya, de los productos locales, del consumo
de cercanía y de la agricultura ecológica sigue reponiéndose en la
pequeña pantalla por sus elevados datos de audiencia: “Es la primera vez
que el campesinado paraguayo tiene un rol positivo, un rol que les da
autoestima, en la televisión”.
Considera que las transformaciones estructurales no
se logran con un cambio de presidencia, sino que deben ir más allá y
afectar al sistema judicial, cuya última táctica ha sido, apunta, la
criminalización y judicialización de las personas defensoras de derechos
humanos y de las organizaciones, a las que se persigue administrativa y
burocráticamente. Por ejemplo, la sede de Conamuri ha sido allanada y
dos integrantes están imputadas: “Hay una persecución. Es la respuesta a nuestro nivel de lucha. La confrontación es brutal.
La gente pobre está siendo criminalizada por ser pobre o porque se
organizó siendo pobre. No hay un líder con claridad política que no esté
imputado o preso. Incluso gente que hizo resistencia a las
fumigaciones. En 2015, 200 personas fueron imputadas por presentar
resistencia a los agrotóxicos, que es una cuestión de sobrevivencia,
porque la gente está muriendo con las fumigaciones”.
Y vuelve el tema de la tierra, el sempiterno yugo en
Paraguay desde la guerra de la Triple Alianza del siglo XIX, cuando
Argentina, Brasil y Uruguay le arrancaron miles de kilómetros. Como
recuerda Oxfam, sigue sin dejarse atrás la venta de tierras, a precios
irrisorios, a compañías extranjeras para afrontar los pagos de deudas:
una treintena de firmas de capital extranjero se hicieron con el 40 por
ciento del territorio paraguayo.
“Hay una concentración cada vez mayor de la tierra en pocas manos, sobre todo, en empresarios del agronegocio"
El
expolio continúa hoy. ‘Contrarreforma agraria’ es el concepto que
utiliza Perla Álvarez para denunciar la situación: “Hay una
concentración cada vez mayor de la tierra en pocas manos, sobre todo, en
empresarios del agronegocio, tanto sojeros como ganaderos. Y para poder
expandir este modelo se necesita desalojar a la gente, despoblar el
campo, porque somos una molestia. Y el Estado interviene con las fuerzas
del orden, con recursos públicos, para hacer esa limpieza. No sólo te
quitan del territorio, sino que siembran un terror en el entorno de la
comunidad, te aíslan”. Y describe las tácticas: desde endeudamientos en
los que la tierra es el aval, a amedrentamientos, imputaciones, bajos
precios para las producciones, fumigaciones o faltas de recursos como
escuelas… La población indígena, muy significativa en Paraguay, no es
ajena a estas dolorosas jugarretas. Son varias las ocasiones en las que
la Corte Interamericana de Derechos Humanos les ha dado la razón.
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