Breve diccionario de las izquierdas argentinas
El
año 2015 es un año que tiene una importancia sustancial en la
política argentina ya que se realizan las PASO (elecciones
primarias) y luego las elecciones generales presidenciales, además
de las provinciales donde se renuevan (o no) el cargo de gobernador
entre otros. La encrucijada nacional gira en torno al rumbo que puede
llegar a tomar el denominado “modelo” elaborado durante las tres
gestiones kirchneristas entre el 2003 y este 2015. La mezcla de
fórmulas progresistas, políticas sociales ampliadas y un Estado más
activo con un modelo económico que persistió en la
desnacionalización, el extractivismo y la dependencia de exportación
de materias primas abre el debate sobre hacia donde se encaminará el
país con cualquiera de los posibles sucesores a la presidente, sean
de cualquiera de los signos políticos.
A
mas de una década de la crisis del 2001-2002, cuando el modelo
neoliberal marcó un límite en los efectos sociales y el pueblo hizo
saltar por los aires en las calles del país un proyecto que había
expulsado del sistema a millones de argentinos, las fuerzas de
izquierda y del campo popular vieron la oportunidad de avanzar en la
sociedad argentina con sus propuestas y vislumbraron la posibilidad
de disputar el poder político. De hecho, si bien no es una
originalidad en la izquierda, pronosticaron el fin irreversible del
capitalismo en Argentina. De todos modos las señales provenientes
del todavía incipiente cambio en el contexto latinoamericano,
marcaban un giro hacia la izquierda o por lo menos hacia algo
distinto y despegado del neoliberalismo.
Se
inicia lo que se conocerá como crisis de representación,
crisis que afectará a los partidos mayoritarios (PJ y UCR) pero
arrastrará al conjunto de las representaciones políticas expresada
en la consigna “que se vayan todos”. Las clases populares, las
mas afectadas en esa década, también sintieron el vacío, pero
desde mucho antes. Quizás mas que vacío, la fragmentación y la
dispersión que evitó conformar un bloque que se opusiera con cierta
fuerza al modelo. Entonces a partir del 2001 se expresaron con mayor
presencia y visibilidad poniendo en discusión las nuevas realidades
e identidades de los sectores populares y las estrategias frente a un
sistema que demostró su poder en su más alta capacidad de
dominación y hegemonía.
La
izquierda, el campo popular se atomizó para repensarse y
reelaborarse a la luz de la nueva etapa. Reflexión, crítica y
autocrítica, nuevas prácticas, formas y estrategias surgieron,
desde allí nuevos rótulos y categorías, que vivificaron desde la
actualización teórica y la comprensión de la nueva realidad a un
sector político que había tenido serios problemas de interacción
con la sociedad y especialmente con su supuesta y anhelada base
social: la clase trabajadora. Hagamos un repaso a algunas de esas
nuevas, o no tanto, categorías, sus concepciones y su inserción en
la sociedad argentina.
IZQUIERDA
TRADICIONAL: o también denominada “vieja izquierda” por los
críticos encuadrados en la “nueva izquierda”. Este concepto no
es nuevo y se remonta a la década del sesenta. Se encuentran allí
los partidos “legales” de la izquierda como el Partido Comunista,
el Partido Socialista (aunque establecerlo como de izquierda es ya
todo un desafío de imaginación), lo tradicional encaja con la
opción de haber priorizado la participación electoral por encima de
la construcción social, llevándolos a tácticas de dudosa eficacia
aun en lo estrictamente electoral, la opción reformista por sobre el
cambio revolucionario (viejo debate). El otro elemento es la crítica
al “aparato” y el verticalismo que despoja de sentido democrático
y creativo a los partidos sometiéndolos a los dictados y la palabra
única de las dirigencias. Estas a su vez son las portadoras del
saber ideológico basado principalmente en la doctrina marxista en su
variante más ortodoxa, que a su vez se convierte en un dogma
irrefutable e indiscutido. Esto abarca también a los partidos
trotskistas aunque estos tienen características propias (ver mas
adelante). No obstante, la suerte de estas fuerzas fue variada y con
sentidos opuestos: el Partido Socialista devenido en fuerza de
centroderecha gobierna Santa Fe, el trotskismo ha logrado ganar
espacios políticos en varias provincias y en el congreso nacional.
IZQUIERDA
TROTSKISTA: claramente por su permanencia en la historia política
argentina forma parte de las fuerzas tradicionales, encaja en la
descripción del perfil anterior pero agrega cualidades que la hace
excepcional frente a otras fuerzas. La adhesión fanática a los
postulados teóricos y doctrinarios de León Trotsky llevó a
conformar partidos blindados cerrados a miradas que salgan de lo
establecido en dogmas indiscutidos. Sostienen certezas absolutas y
una fe ciega en “la clase obrera”, si esta no ha logrado derribar
al capitalismo es a causa y culpa de la maldita burocracia (sindical
y partidaria) y el reformismo burgués que habita en los “falsos
partidos de izquierda”. Autoproclamados poseedores de la verdad
revolucionaria sus acciones y discursos siempre tienen el mismo
tenor: ubicar al enemigo dentro del mismo campo social y político en
detrimento de la propia burguesía y luego lanzar sus proclamas de
unidad (desde, por y para si mismos) de los luchadores. El paradigma
en Argentina es el Partido Obrero (PO) pero se extiende a otros como
el MAS, PTS, IS, MST, etc., que a su vez es el mayor instalación
social logró y cierta inserción en algunos núcleos obreros. El
trotskismo lee la realidad desde un puñado de conceptos y categorías
congelados en el tiempo y en el espacio: el vaivén histórico, las
peculiaridades sociales y culturales no entran en sus análisis cuyo
eje casi único es el de “clase”. Permanecen inconmovibles ante
experiencias de reformas (no reformistas) y cambio como las de
Bolivia o Venezuela. Ante la menor crisis o atisbo de desviación del
rumbo revolucionario corren a denunciar lo que ya habían
pronosticado/ denunciado desde un principio: la traición al conjunto
del pueblo (categoría repudiable para ellos) por parte de la
burocracia. Tienen sus méritos: la persistencia y ese mismo discurso
rígido a la larga les valió el reconocimiento social en las urnas.
Muy válido sobre todo en provincias como Mendoza y Salta, sobre todo
en esta última donde lograron mantener y ampliar su representación
desde el mismo 2001.
IZQUIERDA
INDEPENDIENTE: Esta categoría de entrada plantea un dilema
¿independientes respecto a que o quienes? Son la resultante de la
crisis del 2001 aunque sus antecedentes se remontan a periodos
anteriores. Los “independientes” son una expresión típica de la
militancia universitaria, una clara expresión del inconformismo
clasemediero que ingresa a la participación política renegando de
la misma. Sus postulados apuntan a resolver situaciones y demandas
particulares, o sea practican un gremialismo obtuso o “amarillo”
según la vieja concepción. De hecho las agrupaciones
“independientes” se caracterizan por denunciar “la política”
y las agrupaciones “políticas”, rechazan cualquier identidad
política o postulados ideológicos. No obstante, la “izquierda
independiente” nacida al calor de la crisis social se asentó en
los barrios donde la desocupación y la pobreza hacían estragos, en
los asentamientos y en el espacio donde los movimientos sociales se
desarrollaban al margen del Estado y los partidos. Este espacio nace
con la impronta de la devastación neoliberal, en realidad no existía
margen par acciones políticas en términos de organizar fuerzas que
disputen poder, sino apenas resistir, sobrevivir. Acto político
básico se podrá argumentar, mas se trataba de reagrupar, rearmar
lazos comunitarios y solidarios. La izquierda independiente se planta
en la construcción de base, desde abajo, articulando necesidades e
intereses con la elaboración de mecanismos de autogestión,
autonomía y autoorganización; así lo comunitario toma una
relevancia que se proyecta en los diversos espacios de acción:
mujeres, pueblos originarios, ambientalistas, campesinos, etc.. Aquí
se entronca con algunas concepciones de movimientos sociales y las
perspectivas y propuestas de ONG’S que reivindican su no
dependencia del Estado y de los partidos. En un sentido contrario
otras corrientes fueron abrevando en la búsqueda de nuevos
paradigmas teóricos de la mano del debate sobre el Estado, el poder,
la sociedad civil, etc. y retomando intelectuales y teorías
contrahegemónicas. En este plano se encuentran experiencias como los
MTD (movimiento de trabajadores desocupados) que confluirán en el
Frente Popular Darío Santillán (FPDS) que se escindirá, no
casualmente, en el debate sobre las estrategias políticas frente a
la coyuntura, el poder y la participación electoral. En el mismo
sentido va a ocurrir con diversas corrientes universitarias que
optarán ya por mantener la prescindencia política, o la adscripción
al kirchnerismo o a nuevas construcciones políticas similares.
IZQUIERDA
SOCIAL: contiene mucho de lo anterior, tanto que suele usarse ambas
categorías de manera indistinta. Aquí vamos a efectuar algunas
consideraciones en torno a sus perfiles. Definimos a la izquierda
social como las fuerzas y corrientes que no renegaron ni de su perfil
político ni de la acción o participación electoral. Si marcaron
etapas y objetivos que implicaban postergar transitoriamente esas
tácticas. Es decir, reconocen su identidad social (popular,
trabajadora, etc.) y su horizonte alternativo, expresan metodologías
basadas en la construcción de base, horizontal como estrategia de
acumulación de poder, articulan contras fuerzas y partidos (no
formulan prejuicios en esto) pero reivindican su autonomía. Se
definen como parte del movimiento popular, y reivindican el
movimientismo, esto es la interrelación de sus prácticas, sus
luchas e intereses en la búsqueda de un proyecto común, nunca
homogéneo y desprendido de postulados ideológicos rígidos o
unívocos, recuperan el factor cultural como eje de acción. El
contexto de su desarrollo más una mirada plural en lo político
social acerca del sujeto histórico de cambio limitaron fuertemente
su capacidad de inserción en los sectores trabajadores ocupados,
logrando una llegada más cómoda en la amplitud de demandas y
sectores sociales movilizados frente a los efectos del
neoliberalismo. No obstante el modelo de esta construcción puede
encontrarse en la Central de Trabajadores de Argentina (CTA),
experiencia de ruptura con los paradigmas dominantes: el sindicalismo
unitario de la CGT y su adhesión y sometimiento al Partido
Justicialista. La CTA, principal referente del sindicalismo
alternativo, reivindica su identidad social, amplia la construcción
a otros sectores afectados, enuncia su objetivo de constituir un
nuevo movimiento político. O sea, se planta como un factor
contrahegemónico, partiendo de asentar una base social organizada,
con poder popular, un proyecto consensuado a través de un movimiento
político y expresado con un instrumento político. Otras fuerzas
como la CCC-PCR y similares, transitan el mismo sendero haciendo un
constante equilibrio, no siempre logrado para componer fuerzas con
sustento social pero a la vez con contenido ideológico. El modelo es
el de Bolivia con el MAS-IPSP.
NUEVA
IZQUIERDA: o también llamado “nueva nueva izquierda” para
diferenciarla de la “nueva izquierda” de los sesenta. Se trata de
fuerzas partidarias y sociales que plantean una renovación o
relectura de la teoría marxista en particular, rompe con la
ortodoxia teórica y se abre a nuevas formas y sujetos. Sale de la
mirada clásica sobre el rol de la clase obrera y si bien no renuncia
a su propuesta de actor principal para el cambio revolucionario, echa
una mirada y se acerca a los nuevos actores y problemáticas como
mujeres, ecologistas, pueblos originarios, movimientos sociales, y le
da cabida tanto en sus planeos programáticos como en sus agendas de
intervención en los conflictos. Algún partido (el MST) tomo este
rótulo para sí, pero no el único ni el más representativo, camina
entre su raíz trotskista y una política frentista que roza lo
creíble (apoyó a la Sociedad Rural en el 2008)
IZQUIERDA
POPULAR: con elementos de las categorías anteriores la izquierda
popular se postula como fuerza adentrada en las clases populares de
la mano de su cercanía y comprensión del peronismo. Entonces no
queda lejos de identificar izquierda popular con izquierda peronista.
La primera se acerca al peronismo, lo toma para sí, la segunda ¿es
más peronista o más izquierda? ¿Son peronistas de izquierda o es
una izquierda peronizada? Su aprehensión del peronismo llega desde
la relectura de teóricos marxistas, releen el concepto de populismo
y de nacional-popular y, si bien se paran en un espacio crítico, a
su vez aceptan elementos de la cultura peronista como el
verticalismo. El déficit actual de este espacio es que no supo
estructurar una fuerza que se constituya como izquierda kirchnerista,
mientras que otros sectores confluyeron en el espacio de la izquierda
social.
Como
conclusión, en el marco de una etapa de crisis del capitalismo a
nivel mundial los paradigmas clásicos son revisados y nuevas
propuestas aparecen desde la comprensión de las consecuencias de
largo plazo de la reestructuración social lograda desde la crisis
del Estado de Bienestar y la caída del socialismo real. En Argentina
la crisis del 2001 representó una oportunidad para la izquierda de
recuperar espacios en la sociedad, en parte se logró pero no el
haberse constituido como alternativa de poder real. Lograrlo
dependerá de la inteligencia política para entender los fenómenos
sociales y culturales de nuestro país y materializarlo en una
construcción efectiva que pueda demoler los elementos del poder
político sistémico. Es una lucha, es también competencia (en el
doble sentido del término) para conformar una fuerza hegemónica
capaz de torcer el rumbo de un modelo que sigue reproduciendo
desigualdad, destrucción y sometimiento.
Daniel
Escotorin es historiador
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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