jueves, 8 de enero de 2015


Inaceptable, que no incomprensible

Si a fuerza de usar tan mal algunas palabras estas no hubiesen perdido sentido, sería lógico como forma de enfatizar el sentimiento de dolor e impotencia. Pero como se repite de rueda de prensa en rueda de prensa, de boca de mandatario en boca de mandatario, al ser utilizado como consigna, el énfasis de los responsables políticos por alejar el asalto y la muerte de los redactores de “Charlie Hebdo” de la comprensión –y de la condición– humana, resulta irresponsable. De igual modo que se puede creer fervientemente que las concepciones religiosas se basan en mentiras y las instituciones religiosas se guían por intereses, sin por ello considerarlas incomprensibles. Porque es imposible dar solución y gestionar políticamente aquello que no se entiende. En su acepción de moralmente inaceptable, el tiroteo de ayer es incomprensible, sin lugar a dudas. Pero cuando los responsables políticos utilizan palabras como «enfermos» para calificar a los atacantes, cuando de un modo un otro señalan a comunidades enteras, cuando vacían de contexto político estos sucesos, no aportan nada a la resolución, a la búsqueda de escenarios en los que estos hechos no se den. Y, paradójicamente, en nombre de la libertad, impulsan agendas que coartan libertades.
Los medios de comunicación deben servir, entre otras cosas, para intentar entender lo que sucede en nuestro contexto. Y para intentar mejorarlo, en base a la ilustrada y utópica idea de que de un mayor conocimiento devendrán unas mayores justicia y democracia. Ante la barbarie, y el grado de barbarie en el que se mueve el mundo contemporáneo es ciertamente salvaje, a menudo la sátira y la crítica son las armas más efectivas. Son un recurso crucial contra los poderosos.
Puede que estemos equivocados. Puede que no haya ninguna relación entre este atentado y las ocupaciones imperialistas, entre diferentes totalitarismos que se retroalimentan, entre la lucha por la libertad de los kurdos en Kobane y estos sucesos. En todo caso, tenemos derecho a estar equivocados. Por eso, hoy nosotros también somos “Charlie Hebdo”.

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