Inaceptable, que no incomprensible
Si a fuerza de usar tan mal algunas palabras estas no hubiesen
perdido sentido, sería lógico como forma de enfatizar el sentimiento de
dolor e impotencia. Pero como se repite de rueda de prensa en rueda de
prensa, de boca de mandatario en boca de mandatario, al ser utilizado
como consigna, el énfasis de los responsables políticos por alejar el
asalto y la muerte de los redactores de “Charlie Hebdo” de la
comprensión –y de la condición– humana, resulta irresponsable. De igual
modo que se puede creer fervientemente que las concepciones religiosas
se basan en mentiras y las instituciones religiosas se guían por
intereses, sin por ello considerarlas incomprensibles. Porque es
imposible dar solución y gestionar políticamente aquello que no se
entiende. En su acepción de moralmente inaceptable, el tiroteo de ayer
es incomprensible, sin lugar a dudas. Pero cuando los responsables
políticos utilizan palabras como «enfermos» para calificar a los
atacantes, cuando de un modo un otro señalan a comunidades enteras,
cuando vacían de contexto político estos sucesos, no aportan nada a la
resolución, a la búsqueda de escenarios en los que estos hechos no se
den. Y, paradójicamente, en nombre de la libertad, impulsan agendas que
coartan libertades.
Los medios de comunicación deben servir, entre otras cosas, para intentar entender lo que sucede en nuestro contexto. Y para intentar mejorarlo, en base a la ilustrada y utópica idea de que de un mayor conocimiento devendrán unas mayores justicia y democracia. Ante la barbarie, y el grado de barbarie en el que se mueve el mundo contemporáneo es ciertamente salvaje, a menudo la sátira y la crítica son las armas más efectivas. Son un recurso crucial contra los poderosos.
Puede que estemos equivocados. Puede que no haya ninguna relación entre este atentado y las ocupaciones imperialistas, entre diferentes totalitarismos que se retroalimentan, entre la lucha por la libertad de los kurdos en Kobane y estos sucesos. En todo caso, tenemos derecho a estar equivocados. Por eso, hoy nosotros también somos “Charlie Hebdo”.
Los medios de comunicación deben servir, entre otras cosas, para intentar entender lo que sucede en nuestro contexto. Y para intentar mejorarlo, en base a la ilustrada y utópica idea de que de un mayor conocimiento devendrán unas mayores justicia y democracia. Ante la barbarie, y el grado de barbarie en el que se mueve el mundo contemporáneo es ciertamente salvaje, a menudo la sátira y la crítica son las armas más efectivas. Son un recurso crucial contra los poderosos.
Puede que estemos equivocados. Puede que no haya ninguna relación entre este atentado y las ocupaciones imperialistas, entre diferentes totalitarismos que se retroalimentan, entre la lucha por la libertad de los kurdos en Kobane y estos sucesos. En todo caso, tenemos derecho a estar equivocados. Por eso, hoy nosotros también somos “Charlie Hebdo”.
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