Por Enrique Gil Ibarra
El 17 de noviembre se cumple un aniversario del retorno a la Argentina del General Juan Domingo Perón, en un ya lejano 1972.
Años signados por la dictadura del General Alejandro Agustín Lanusse, quien había declarado que “a Perón no le daba el cuero” para volver.
Desmintiendo esa afirmación, el jefe del movimiento de masas más importante de América Latina bajó del avión en Ezeiza, haciendo realidad la consigna enarbolada por la juventud de entonces: LUCHE Y VUELVE.
Finalizaban 17 años de un exilio forzado por diversas dictaduras militares, y gobiernos constitucionales, gobiernos legales que, sin embargo, no habían levantado las proscripciones y prohibiciones que operaban sobre el movimiento peronista y su conductor.
Desde la denominada Revolución Libertadora, en 1955, que prohibiera no solo al partido peronista, sus emblemas y la “marcha”, sino hasta la mención del nombre de Perón y reemplazándolo por el eufemismo “tirano prófugo” que usaban algunos medios de la época.
Fueron tiempos conflictivos para la Argentina. Un enorme sector de la población se sentía sin derecho a participar, opinar, decidir. En 1956, una contrarrevolución encabezada por el General Juan José Valle, que reclamaba el retorno de Perón, fue duramente reprimida y fusilados casi todos sus cabecillas.
En los años siguientes, poco a poco, en los barrios obreros, en las villas, pequeños grupos de trabajadores se organizaban, inicialmente sin contacto entre ellos. Nacía la Resistencia Peronista.
El 24 de diciembre de 1959 por la madrugada, un grupo de soldados irrumpió en la Jefatura de Policía de la ciudad de Frías en el límite entre Santiago del Estero y Catamarca-.
El militar al mando declaró al oficial de policía que estaba a cargo:
-¡Soy el teniente coronel Puma! ¡Se ha declarado el Estado de Emergencia en todo el país!, ¡esta comisaría queda bajo custodia militar!
Los policías se entregaron sin ofrecer resistencia. Fueron despojados de sus uniformes, de sus armas y encerrados en los calabozos. Luego los integrantes del comando se dedicaron a cargar todas las armas y municiones que encontraron en el Jeep donde habían venido y una camioneta de la policía. En menos de quince minutos, habían abandonado el lugar.
Así se efectuó la primera acción guerrillera pública en la Argentina.
Sus protagonistas se bautizaron a sí mismos Los Uturuncos; eran santiagueños, peronistas y creían que con su acción iniciaban un levantamiento general.
Durante el período de colonialismo hispano se conocía una leyenda, que hablaba de un hombre, un aborigen, que se transformaba en Puma, para combatir a los españoles que sumían en la explotación y humillaciones sin límite al pueblo del puma. Esa leyenda, narrada en quichua, se llamaba Runa-Uturunco: "Hombre-Puma". Uturunco, pues, significa "puma". Ahora bien, el ingenio de Félix Serravalle había convertido en un acróstico de batalla esa palabra: PUMA, significaba también, para los guerrilleros uturuncos, "Por Una Argentina Mejor".
En los meses anteriores, otras acciones menores, que no habían sido reivindicadas por el grupo, habían servido como preparación y entrenamiento de combate.
De esos Uturuncos (hombres puma) originales, muy pocos sobreviven. De los que subieron al monte tucumano, solo uno: se llama Julio Robles, vive en la provincia de Córdoba, y lo tenemos en línea... (audio)
Asi comenzaban las luchas de la resistencia peronista en esos años de proscripciones y dictaduras.
Después…. Vendrían las luchas obreras en los frigoríficos, los programas de La Falda y Huerta Grande, las 62 Organizaciones de Pie, la CGT de los Argentinos, hasta llegar, a traveas de esos 17 años, de nuevo donde empezamos:
Al 17 de noviembre de 1972, el día del militante. El dia en que (tal vez solamente para contrariar a Lanusse) a Perón le dio el cuero, y regresaba al país donde se haría cargo, meses mas tarde, de la presidencia de la Nación por tercera vez.
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